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domingo
26 Octubre 2014
San Rústico de Narbona
San Rústico de Narbona, obispo
En Narbona, en el mediodía
de la Galia, san Rústico, obispo, que deseoso de abandonar su función para
retirarse a una vida de silencio, convencido por el papa san León I Magno y
reconfortado, permaneció en el cargo y en el trabajo que se le había confiado.
Rústico, que nació en el
sur de la Galia, era hijo del obispo llamado Bonoso. Se cree que en una carta de san
Jerónimo, escrita hacia el año 411 y dirigida a él, le aconsejaba adoptar la
vida eremítica. El año 427, Rústico fue elegido obispo de Narbona. La diócesis
estaba entonces en crisis, pues los invasores godos difundían el arrianismo y
los católicos se hallaban muy divididos. Finalmente, san Rústico escribió al
papa san León I para exponerle sus dificultades (que, según parece,
procedían del sínodo que él propio Rogaciano había reunido en 458) y para
pedirle permiso de renunciar. El Papa le disuadió de ello y escribió una
extensa carta al obispo acerca del gobierno de su diócesis. San Rústico
construyó en Narbona una catedral donde todavía se conserva la inscripción que
mandó grabar para conmemorar la dedicación. Aunque consta que los otros obispos
estimaban mucho a san Rústico, prácticamente todo lo que sabemos sobre él es
que asistió al sínodo de Arlés, en el que se aprobó el «tomo» de san León
contra los monofisitas.
La figura de este obispo
galo es particularmente interesante, porque su nombre aparece en cuatro
inscripciones descubiertas en Narbona o en sus cercanías. La primera de esas
inscripciones, que es la más completa, narra incidentalmente no sólo que
Rústico era hijo de Bonoso, sino que también un
hermano de su madre, llamado Arador, era obispo. Otra de las inscripciones
contiene las siguientes palabras: «Orate pro Rustico Vestro» (Orad por vuestro
Rústico)
Los bolandistas, reuniendo
los datos dispersos en diversas fuentes, consiguieron hacer un artículo
bastante completo (Acta Sanctorum, oct., vol. XI). Dictionnaire d'Archéologie chrétienne et de Liturgie, vol. XII (1935), cc. 828 y 847-854. Cf.
También Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. I, p. 303.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston,
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Beata Celine Chludzinska Borzecka
Nació el 29 de octubre de 1833 en Antowil, antigua ciudad polaca, que pertenece en la actualidad a Bielorrusia, en el seno de una acomodada familia. Era la pequeña de dos hermanos. Con una infancia feliz, que calificó como «años de oro», rodeada de afecto y sintiéndose llamada a ofrendarse por completo a Dios, a los 21 años contrajo matrimonio con Józef Borzęck en la catedral de Vilna. No le fue posible oponerse a la voluntad de sus padres y del prelado, o no lo vio conveniente. Ellos consideraban que lo mejor que podía hacer esa desposarse, y sometió su criterio que siempre se movió con la certeza de que Dios estaba en medio de lo que iba aconteciéndole.
Se afincó en Obremszczyzna, pero no se olvidó de su
vocación. Sus quehaceres cotidianos no la apartaban de la oración. Su ascesis
estaba impregnada también con el sacrificio. Además, fue golpeada por el dolor
en lo que más afecta a una madre: sus hijos. El primero de ellos, Casimiro,
nacido en 1855, murió ese mismo año. Tras un periodo de gozo por la llegada al
mundo de su hija Celine en 1858, nuevamente en
1861 pasó por el duro trance de tener que enterrar a otra hija, María, que no
sobrevivió. Finalmente, en 1863 nació Hedwig,
que iba a recorrer junto a ella el sendero religioso al que siempre aspiró. Ese
año Celine se involucró en la lucha
para rescatar a los prisioneros que iban a ser ejecutados en medio de los
conflictos bélicos desatados en una dividida Polonia. Las autoridades rusas la
detuvieron y dio con sus huesos en la cárcel, llevando con ella a la pequeña
recién nacida.
En 1869 otro zarpazo recayó
sobre la familia. Llevaba dieciséis años casada cuandoJózef sufrió un derrame cerebral
y quedó paralítico.Buscando para él los mejores
especialistas, todos partieron a Viena,confiando en su recuperación. Celine
le proporcionó atenciones y ternura a raudales, pero en 1874, hallándose en su
domicilio de Obremszczyzna, murió. Tomó a sus hijas Celine y Hedwig, y partió a Roma al año
siguiente segura de que estos dolorosos acontecimientos obedecían a un plan
divino. Aún recorrió Polonia, Viena y Roma junto a ellas, atendiendo a su
educación, pero siempre en un estado de búsqueda, a la espera de entender la previsión
de Dios sobre su vida. En 1879 la joven Celine
contrajo matrimonio con un muchacho polaco, y la beata coincidió con el
cofundador y superior general de la Congregación de la Resurrección de Nuestro
Señor Jesucristo, el siervo de Dios P. Piotr
Semenenko, que aspiraba a poner en
marcha la rama femenina. En esa época, 1881, ella y Hedwig se disponían a fundar un
convento de inspiración carmelita. Pero las conversaciones con Semenenko les hicieron cambiar de
plan. En 1882, madre e hija, comenzaron a ser parte de su sueño, preparándose
junto a otras cinco aspirantes para acometer la vida religiosa.
En 1884 se asentaron en una
casa que tres años más tarde dio lugar a una escuela para niñas sin recursos.
Se daba la circunstancia de que en el edificio vivía la familia della Chiesa, hallándose
entonces en el domicilio, Mons. Giacomo della
Chiesa, que sería pontífice Benedicto XV. Y mientras el P. Semenenko auxiliaba a Celine y a su hija alentándolas
en la misión, algo que hizo hasta su muerte en 1886, ellas también contaban con
la admiración del que llegaría a ser Vicario de Cristo en la tierra, que fue su
capellán y catequista. A estas intrépidas mujeres les enardecía saber que había
infinidad de personas a quienes la esperanza parecía darles la espalda, que
nunca habían tenido la gracia de que alguien les transmitiera la fe, que les
hablara del Dios vivo. La beata conocía muy bien el drama humano plagado de
sufrimiento y de injusticias a mansalva. Estaba convencida de que debían
«llevar la moral y el renacimiento religioso a la sociedad». La fundación que
por primera vez en la historia de la Iglesia acometían una madre y una hija al
unísono, surgía de la confianza en Dios; sabían que Él las acompañaría.
Contaron con la ayuda del cardenal Parocchi, entonces vicario de Roma.
El 6 de enero de 1891 ambas
emitieron los votos perpetuos, y otras tres religiosas tomaban el hábito; esa
fecha la consideraron como el día en el que surgía la Congregación de las resurreccionistas, con el objetivo de
proporcionar educación a las niñas pobres, que se hizo extensivo después al
cuidado de los enfermos. Hedwig fue su primera superiora
general. Fueron abriendo casas rápidamente en países del Este. En Polonia
tuvieron que extremar la prudencia. Aún quedaban restos de la ocupación rusa, y
trabajaron clandestinamente, estableciendo la fundación en Czestochowa, cerca de Jasna Góra, y en Varsovia.
Fueron momentos de grandes recuerdos para Celine
que había vivido de lleno el inicio de la invasión. Luego dieron el salto a
América, donde en 1900 abrieron una casa y una escuela en Chicago. En 1905 la
fundación recibió el decretum laudis.
Hedwig, que tiene abierta causa
de beatificación, murió repentinamente en Kety,
Polonia el 27 septiembre de 1906; contaba con 43 años. Celine no solo volvió a sufrir la
pérdida de otro de sus hijos, sino la de su fiel compañera y hermana en
religión. Fue un durísimo golpe. En 1911 el primer capítulo general de la Orden
la eligió superiora general, misión que asumió hasta el final de sus días.
Entregó su alma a Dios el 26 de octubre de 1913 en Malopolskie, Cracovia, cuando iba de
camino a Varsovia en visita apostólica; estaba a punto de cumplir 80 años. Fue
beatificada el 27 de octubre de 2007 por el cardenal Saraiva que actuó como Delegado de
Benedicto XVI.
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domingo
26 Octubre 2014
San Evaristo
San Evaristo
San Evaristo sucedió a
Clemente en la sede romana durante el reinado de
Trajano. Gobernó la Iglesia alrededor de 8 años y fue el
cuarto sucesor de San Pedro. Se le da el título de mártir, por más que su
martirio no esté probado. Fue enterrado cerca del sepulcro de San Pedro, en el
Vaticano.
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que San Evaristo, Papa, presidiera a todo tu pueblo y lo iluminara con su ejemplo y sus palabras, por su intercesión protege a los pastores de la Iglesia y a sus rebaños y hazlos progresar por el camino de la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo.
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26 Octubre 2014
Santos Luciano y Marciano
Santos Luciano y Marciano, mártires
En Nicomedia, de Bitinia,
santos Luciano y Marciano, mártires, que en tiempo del emperador Decio, por orden del prefecto
Sabino, fueron quemados vivos.
Según el relato de su
martirio, Luciano y Marciano, que habían estudiado la magia negra, se
convirtieron al cristianismo al ver que sus supersticiones no tenían poder
alguno sobre una doncella cristiana. Iluminados por la luz de la fe, quemaron
públicamente sus libros en Nicomedia. Una vez que lavaron sus crímenes con el
sacramento del bautismo, distribuyeron sus posesiones entre los pobres, y se
retiraron a la soledad para fortalecerse con la oración y la mortificación, en
la gracia que acababan de recibir. Más tarde, hicieron varios viajes al
extranjero para predicar a Cristo entre los gentiles.
Cuando Decio publicó sus edictos
persecutorios en Bitinia (mediados del siglo III), Luciano y Marciano fueron
arrestados. El procónsul Sabino, ante el cual comparecieron, preguntó a Luciano
quién le había autorizado a predicar en el nombre de Jesucristo. El mártir replicó:
«Todo ser humano está autorizado a tratar de apartar del error a sus hermanos».
También Marciano se glorió en el poder de Jesucrito. Cuando el juez los condenó a la tortura, los mártires le
hicieron notar que, en la época en que adoraban a los ídolos y practicaban la
magia abiertamente, no habían incurrido en ningún castigo, en cambio ahora que
eran buenos ciudadanos se los condenaba a la tortura. Sabino los amenazó
entonces con nuevos tormentos. Marciano replicó: «Estamos prontos a sufrirlos,
pero de ningún modo abjuraremos del verdadero Dios, pues con ello mereceríamos
ser enviados al fuego que no se extingue». Entonces, Sabino los condenó a
perecer quemados en vida. Los mártires se dirigieron con gran gozo al sitio de
la ejecución, cantando himnos de acción de gracias a Dios.
Esta leyenda es simplemente
una novela fundada en un hecho histórico, ya que hubo realmente un grupo de
mártires en Nicomedia.
Se conservan los textos
latino y sirio de la pasión de estos mártires; posiblemente el texto original
era griego, pero se ha perdido. El texto latino puede verse en Acta Sanctorum,
oct., vol. XI. El texto sirio proviene de un manuscrito del siglo V o VI. El
Breviario sirio, de principios del siglo V, conmemora también a estos mártires
el 26 de octubre; pero a Luciano le llama Silvano, y sitúa el martirio en
Antioquía. El Hieronymianum celebra a nuestros
mártires junto con Floro. Delehaye discute la cuestión en Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, p. 572.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston,
SI
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