jueves 02
Octubre 2014
Beato Antonio Chevrier
Con 14 años, tras la pregunta que le formuló un presbítero acerca de su vocación sacerdotal, sintió que Cristo le llamaba por este camino que antes no se había planteado. Hallándose en el seminario de Argentière percibió el anhelo de integrarse en el Instituto de Misiones Extranjeras, de París. Su madre se oponía temiendo que pudiera perder la vida. Nada hubiera frenado sus ansias, pero como Dios tenía otros planes, su acontecer siguió otros derroteros. En 1850 fue ordenado, y lo designaron vicario de Saint-André de la Guillotière, en un barrio marginal de Lyon; un campo apostólico complejo que se propuso evangelizar con oración y entrega, dedicado a él desde tempranas horas sin concederse apenas descanso. Sufrió el desaire, los males modales y agresiones físicas sin arredrarse, haciendo de su pobreza un potente baluarte.
En 1856 el Ródano arrasó
las escasísimas pertenencias de aquellas pobres gentes, y no dudó en asistirlas
obviando el riesgo que corría su vida. Fue un año decisivo, el de su
«conversión», momento en que la luz de lo alto iluminó el sendero que habría de
seguir. Se hallaba ante el pesebre reflexionando acerca del misterio del Verbo,
hecho carne por amor al género humano. Entonces se sintió poderosamente llamado
a vivir pobre entre los pobres que le rodeaban. Esa sintonía personal con
ellos, llevada con radicalidad evangélica, le permitiría compartir el amor
insondable de Dios. El apostolado social ejercido con las gentes de Lyon
contaba con la asesoría y aliento del santo Cura de Ars, contemporáneo suyo, al
que había consultado. Ambos experimentaban la dificultad pastoral ante un
colectivo que apenas obtenía los recursos precisos para vivir, y que tan
frecuentemente se hallaba lejos de la Iglesia, movido por un sentimiento
anticlerical.
Juan María Vianney le animó a dirigir
espiritualmente la ciudad del Niño Jesús orientada a la asistencia y formación
en la fe de niños pobres y abandonados, que había impulsado el adinerado y
generoso Camilo Rambaud. El cardenal de Bonald
pensó en Chevrier para que fuese su
capellán. Y como hacen siempre quienes tienen verdadero espíritu apostólico,
salía a la calle a buscar a tanto desheredado; era la táctica seguida también
por el Cura de Ars. Los dos se admiraban
profundamente. El flujo de personas que acudían para confesarse desde Lyon a Ars era constante, y Juan
María Vianney solía animarles a
dirigirse al beato: «Por qué venís? En Lyon tenéis un santo, el P. Chevrier. Acudid
a él; no os defraudará». Es
el signo de los santos que reconocen inmediatamente la alta virtud de otros.
Mientras, algunos
sacerdotes, más preocupados por el tema crematístico que por el espiritual,
sometían a crítica al P. Chevrier. Por eso, y dado que su
oración le marcaba el rumbo a seguir, en 1859 el virtuoso sacerdote se centró
expresamente en los jóvenes marginados. Tenía como modelo al Poverello, y alentado por la austera
vida de Rambaud, se afilió a la Tercera
Orden Franciscana. Contando con la asistencia de fray Pedro Louat y de dos religiosas, sor
Amelia y sor María, adquirió un salón de baile de grandes dimensiones, que no
venía precedido de buena fama precisamente, estableciendo en él la «Providencia
del Prado» para asistencia de los muchachos que no tenían recursos. En 1867 fue
designado párroco de Moulin-à-Vent, a 3 km. del Prado, misión
que desempeñó hasta 1871. Entonces abrió una nueva vía apostólica: la formación
de sacerdotes que tenían como objetivo desarrollar su labor evangelizadora
entre los pobres. «El conocimiento de Jesucristo es la clave de todo. Conocer a
Dios y a su Cristo eso lo es todo para el hombre, todo para el sacerdote, todo
para el santo»,
les decía. Dentro de sí bullía su celo apostólico: «¡Oh!,
por un alma que impartiera bien el catecismo, que tuviera espíritu de pobreza,
de humildad y de caridad, por esa alma daría todo el Prado».
Los primeros cuatro
ordenados en 1877 fueron el germen de la Sociedad de los Sacerdotes del Prado,
que fundó. En esos primeros pasos tuvo que sufrir por las dudas y abandono de
uno de ellos. Entonces decía: «Dios me ha dado ayudas, unos buenos
coadjutores, y ahora me los quita. ¡Bendito sea su santo nombre!». El Pesebre, la Cruz y
la Eucaristía eran los tres ejes vertebrales de esta espiritualidad, un carisma
que tenía en el punto de mira a los indigentes.«Nosotros debemos
representar a Jesucristo pobre en su pesebre, Jesucristo sufriente en su
pasión, Jesucristo que se deja comer en la santa Eucaristía». En su oración, pura
entrega, decía: «¡Señor, si tienes necesidad de un pobre, heme aquí! ¡Si
tienes necesidad de un loco, heme aquí! Que piensen lo que quieran, que me
miren como a un loco, poco me importa, yo soy de Jesucristo». En 1879 dimitió como
superior, sucediéndole en este oficio el P. Duret.
Sufría muchos dolores por una úlcera, y el 2 de octubre de ese año entregó su
alma a Dios. Tenía 53 años. Culminó santamente lo que había dejado escrito en
una de sus cartas: «Conocer a Jesucristo, trabajar por Jesucristo, morir por
Jesucristo».
Juan Pablo II lo beatificó en Lyon el 4 de octubre de 1986.
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jueves 02
Octubre 2014
San Teófilo de Constantinopla
San Teófilo, monje
En Constantinopla,
conmemoración de san Teófilo, monje, que por defender el culto de las santas
imágenes fue torturado cruelmente por el emperador León Isáurico, y después exiliado.
San Teófilo, el confesor de
Bulgaria, es nativo de la comarca de Tiberíada. A la edad de trece años, el santo abandonó su hogar en
secreto y se escapó al monasterio en el Monte Selenteya. Allí maduró
espiritualmente, guiado por el anciano san Esteban. San Teófilo recibió después
de tres años la tonsura monástica. Cuando los padres del santo se enteraron en
dónde este se encontraba, fueron al monasterio a pedir del abad a que le
enviaran a Teófilo y a varios otros monjes a fundar un monasterio más cerca de
su domicilio. El abad le pidió a los monjes a que ayunaran y oraran en espera
de un signo. Al tercer día, se escuchó una voz en la iglesia bendiciendo la
empresa de Teófilo y prometiendo reconocimiento a su virtud.
Durante el período de la
controversia iconoclasta que culminó durante el reinado del despiadado
emperador León Isáurico (717-741), san Teófilo se
opuso abiertamente a la necedad iconoclasta. Siguiendo las órdenes del
emperador, el oficial Hipatio apresó a Teófilo a quien
le imprecaba con frecuencia a que renunciara a la veneración de los íconos.
Teófilo permaneció incólume y en cambio, convirtió a Hipatio. Como prueba de la validez
de las santas imágenes, Teófilo citaba a la serpiente de bronce eregida por Moisés en el desierto
(Números 21:9) y la colocación de querubines sobre el Arca de la Alianza, y
finalmente, el hecho de que el mismo Salvador envió a Abgar, el Prícipe de Edesa, el ícono
«no-hecho-por-manos». Persuadido por esta evidencia, Hipatio recibió permiso del
emperador para librar al santo. Teófilo regresó a su monasterio y vivió por
poco tiempo, cayendo dormido en el Señor en el año 716.
Tomado del Synaxario (santoral) ortodoxo,
citado en el blog Vivificat.
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jueves 02
Octubre 2014
Beato Jorge Edmundo René
Beato
Jorge Edmundo René, presbítero y mártir
En el mar frente a Rochefort, en el litoral de Francia,
en una vieja nave anclada, beato Jorge Edmundo René, presbítero y mártir, que,
siendo canónigo de Vézelay, durante la Revolución
Francesa fue encarcelado por su condición de sacerdote y murió víctima de
tuberculosis.
Jorge Edmundo Rene nació en Vezelay (Francia) el 16 de
noviembre de 1748, era hijo de un abogado. Entró en el clero y obtuvo en su
propia ciudad un puesto de canónigo. Llegada la revolución y suprimidos los
cabildos, él no dejó Vezalay por ser su propia ciudad.
Como se negó a prestar el juramento constitucional, se le condenó por incivismo
el 21 de febrero de 1793, siéndole confiscados sus bienes, y arrestado y
confinado como preso en el antiguo seminario a partir del 4 de abril.
Fue condenado a la
deportación y salió para Rochefort, donde fue llevado a bordo
del Washington el 19 de junio de 1794. A primeros de septiembre se le trasladó
a la isla Madame, para entonces su estado de salud era ya desastroso. Prometió
al Señor que si sobrevivía se dedicaría por entero a obras de celo apostólico,
pero se dio cuenta de que moría y pidió se le recitaran las oraciones de la
recomendación del alma. Murió el 2 de octubre de 1794 a las cinco de la mañana,
dejando a todos edificados por su santa muerte. Fue beatificado por el papa
Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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jueves 02
Octubre 2014
San Ursicino de Chur
En la Recia, san Ursicino, obispo de Chur y primer abad del monasterio de Disentis, que él mismo había fundado.
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