miércoles
08 Octubre 2014
San Hugo de Génova
San Hugo, religioso
En Génova, en la Liguria,
san Hugo, religioso, que, después de haber luchado largo tiempo en Tierra
Santa, fue designado para regir la Encomienda de la Orden de San Juan de
Jerusalén en esta ciudad, y se distinguió por su bondad y su caridad hacia los
pobres.
De san Hugo, muy venerado
en Génova (Italia), se cuenta un milagro que hace par con uno de Moisés: uno y
otro han hecho salir agua de una roca; Moisés para dar de beber en el desierto
al pueblo sediento, Hugo para que las lavanderas de un hospital pudieran lavar
la blanquería de los enfermos pobres.
Hugo nació en Castellazzo Bormida (Alejandría de Italia) y
vivió en Génova, entre los siglos XII y XIII. Fue capellán de la Orden
religiosa y caballeresca de San Juan de Jerusalén, fundada un siglo antes para
luchar contra los infieles musulmanes. En realidad los Caballeros habían sido expulsados
por los musulmanes y obligados a abandonar el oriente, refugiándose en la isla
de Rodas, primero, y luego en la de Malta. Es sabido que los Caballeros de
Malta tienen su origen precisamente en esta migración de los antiguos
combatientes cristianos.
Como capellán de la
encomienda en Génova nunca ejerció las actividades de armas, sino que su
combate se llevó a cabo en la caridad: se cuenta que sus oraciones salvaron del
naufragio, frente a Génova, de una nave, o que en otra ocasión, al igual que
Jesús, cambió el agua en vino durante un banquete. Pequeño de estatura, magro,
con un cilicio en su carne, san Hugo era conocido y querido por los genoveses,
a pesar de que su espíritu de mortificación y su gran modestia contrastaban con
el espíritu soberbio del siglo, que afectaba incluso a los caballeros, casi
siempre de origen aristiocrático, de los cuales era celoso
capellán.
En Génova, a pocos pasos
del puerto, todavía está la iglesia de San Giovanni di Pré, sobre la antigua iglesia
en la que vivía el capellán de la Orden de caballería, y en la que san Hugo fue
enterrado después de su muerte, hacia el 1233.
fuente: Santi e Beati
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•miércoles 08 Octubre 2014
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•Santas
Tais y Pelagia
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Santa Pelagia
Santa Pelagia
•TAIS
Y PELAGIA Figuras de pecadoras que se arrepintieron, con dos historias que
cautivaron la imaginación de la antigüedad: Tais,
la meretriz de Alejandría, y Pelagia,
bailarina de Antioquía.
•Pafnucio, monje del desierto, fue a
Alejandría para convertir a Tais,
así lo cuenta en su cándido latín Roswita,
y la cortesana más bella y rica de Egipto hizo una pira con su palacio y se
recluyó en un convento de la Tebaida para hacer penitencia hasta su
muerte.
•Pelagia , una vez bautizada fue a
Jerusalén y vivió tres años en un monasterio del Monte de los Olivos. Es
patrona de cómicas y arrepentidos, y tiene por atributo una máscara teatral.
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oremos
oremos
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Señor todopoderoso y eterno, que nos has dado como ejemplo para imitar la vida de las santas Pelagia y Tais, concédenos también que su valiosa intercesión venga siempre en nuestra ayuda. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Señor todopoderoso y eterno, que nos has dado como ejemplo para imitar la vida de las santas Pelagia y Tais, concédenos también que su valiosa intercesión venga siempre en nuestra ayuda. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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miércoles
08 Octubre 2014
Beato San Juan Calabria
Juan Calabria
(1873-1954) presbítero, Fundador de las Congregaciones de los Pobres
Siervos y de las Pobres Siervas de la Divina Providencia
Nació en Verona el 8 de
octubre de 1873, séptimo y último hijo de Luis, zapatero, y de Angela Foschio, empleada al servicio
doméstico, mujer de grande fe, educada por el Siervo de Dios Padre Nicolás
Mazza en su escuela de niñas pobres.
Desde el nacimiento, para
el niño Juan, la pobreza fue su maestra de vida. Cuando murió su papá, tuvo que
interrumpir el cuarto año de escuela primaria para buscar un trabajo como
ayudante.
Descubriendo las virtudes
del joven, el rector de San Lorenzo, Padre Pedro Scapini, lo preparó en privado para los
exámenes de ingreso al seminario. Una vez superados, fue admitido y frecuentó
el liceo como alumno externo. Al tercer año tuvo que interrumpirlo para hacer
el servicio militar.
Ya joven se distinguió
sobre todo por su gran caridad. De hecho, se puso al servicio de todos haciendo
los trabajos más humillantes y peligrosos. Se ganó la admiración de sus
compañeros y superiores, llevando a muchos de ellos a la conversión y a la práctica
de la fe.
Cuando terminó el servicio
militar, retomó los estudios. Una fría noche de noviembre de 1897, cuando hacía
su primer año de teología, volviendo de visitar a los enfermos en el hospital,
encontró un niño acurrucado delante de su puerta; era fugitivo de los gitanos.
Lo recogió y lo llevó en casa. Estuvo con él y al final lo acomodó en su
pequeño dormitorio. Fue el principio de sus obras a favor de los huérfanos y
abandonados.
Algunos meses más tarde,
fundó la "Pía Unión para la asistencia de los enfermos pobres",
reuniendo en torno a sí un buen grupo de seminaristas y de laicos.
Eran éstos los inicios de
una vida totalmente caracterizada por la caridad. "Cada instante de su
vida fue la personificación del maravilloso cántico de San Pablo sobre la
caridad", escribe en una carta postulatoria a Pablo VI una doctora hebrea salvada por el Padre Calabria
de la persecución nazi y fascista, escondiéndola vestida de hermana, entre las
religiosas de su Instituto.
Ordenado sacerdote el 11 de
agosto de 1901, fue nombrado ayudante vicario en la parroquia de San Esteban y
confesor en el seminario. Se dedicó con un particular celo a la confesión y al
ejercicio de la caridad privilegiando sobre todo a los más pobres y marginados.
En el 1907, nombrado
Vicario de la Rectoría de S. Benito del Monte, comenzó también a recibir y
cuidar espiritualmente a los soldados. El 26 de noviembre de aquel año, en
"Vicolo Case Rotte", dio inicio oficial
al Instituto "Casa Buoni Fanciulli", que el año
siguiente encontró la estabilidad definitiva en la calle San Zeno in Monte, en la actual
Casa Madre.
Junto a los jóvenes el
Señor le mandó laicos deseosos de compartir con él la propia donación al Señor.
Con este puñado de hombres donados totalmente al Señor en el servicio a los
pobres, con una vida radicalmente evangélica, hizo vivir a la Iglesia de Verona
el clima de la Iglesia Apostólica. Y aquel primer núcleo de hombres fue la base
de la "Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia"
que será aprobada por el Obispo el 11 de febrero de 1932 y obtendrá la
Aprobación Pontificia el 25 de abril de 1949.
Inmediatamente después de
la aprobación diocesana, la Congregación se extendió en varias partes de
Italia, siempre al servicio de los pobres, de los abandonados y marginados.
Prolongó su acción a los ancianos y a los enfermos dando vida para ellos a la "Cittadella della caritá ". El corazón
apostólico del Padre Calabria pensó además en los Parias de la India, mandando
en el 1934 cuatro Hermanos a Vijayavada.
En el 1910 fundó también la
rama femenina, las "Hermanas", que fue aprobada como Congregación de
derecho diocesano el 25 de marzo de 1952 con el nombre de " Pobres Siervas
de la Divina Providencia " y el 25 de diciembre de 1981 obtuvieron la
Aprobación Pontificia.
A las dos Congregaciones,
el Padre Calabria, confió la misma misión que el Señor le había inspirado
cuando joven sacerdote: "Mostrar al mundo que la Divina Providencia
existe, que Dios no es extranjero, sino Padre, y piensa en nosotros, siempre
que nosotros pensemos en Él y le correspondamos buscando en primer lugar el
Santo Reino de Dios y su justicia" (cf. Mt 6, 25-34).
Y para testimoniar todo
esto, acogió gratuitamente en sus casas, jóvenes, material y moralmente
necesitados. Hizo hospitales y casas de acogida para asistir en el cuerpo y en
el espíritu a enfermos y ancianos. Abrió casas de formación para jóvenes y adultos
pobres, a fin de ayudarlos a alcanzar la propia vocación sacerdotal o
religiosa. Los asistió gratuitamente hasta la teología o a la definitiva
decisión por la vida religiosa. Después los dejaba libres para elegir aquella
diócesis o congregación que el Señor les hubiera inspirado. Estableció que sus
religiosos ejercieran el apostolado en las zonas más pobres, "donde nada
hay, humanamente, para recibir".
"Resplandeció como un
faro luminoso en la Iglesia de Dios"
Son exactamente éstas las
palabras que el Card. Schuster hizo esculpir sobre su
tumba.
De hecho al comenzar desde
el 1939-40 hasta la muerte, en contraste con su innato deseo de anonimato,
alargó sus horizontes hasta alcanzar las fronteras de la Iglesia,
"gritando" a todos que el mundo se puede salvar sólo si se retorna a
Cristo y a su Evangelio.
Fue así que se convirtió en
una voz profética, un punto de referencia. Obispos, sacerdotes, religiosos y
laicos vieron en él un guía seguro para ellos mismos y para sus iniciativas.
Por eso los Obispos de la
Conferencia Episcopal del Trivéneto, en la propia carta postulatoria al Papa Juan Pablo II, pudieron escribir: «El Padre
Calabria, justo para preparar la Iglesia del Dos Mil -expresión a él familiar-
hizo de su vida un continuo sufrir y una cuidadosa llamada a la conversión, a
la renovación, a la hora de Jesús, con tonos impresionantes de perentoria
urgencia... Nos parece que la vida del Padre Calabria y su misma persona
constituyen una " profecía " de vuestro apasionado grito a todo el
mundo: "Aperite portas Christo Redemptori!"».
Comprendió que en esta
radical y profunda renovación espiritual del mundo tenían que ser comprometidos
también los laicos. Para esto, en el 1944 fundó la "Familia de los
Hermanos Externos", integrada, en efecto, por laicos.
Rezó, escribió, actuó y
sufrió por la unidad de los cristianos. Por eso, mantuvo fraternas relaciones
con protestantes, ortodoxos y hebreos. Escribió, habló, amó, nunca discutió.
Conquistó con el amor. El mismo pastor luterano Sune Wiman
de Eskilstuna (Suiza) que tuvo con él un
copioso intercambio epistolar, dirigió el 6 de marzo de 1964 una carta postulatoria al Santo Padre Pablo VI
para pedirle la glorificación de su venerado amigo.
Fue este período el más
misteriosamente doloroso de su vida. Parecía que Cristo lo hubiera asociado a
la angustia del Getsemaní y del Calvario, aceptando su ofrecimiento como
"víctima" para la santificación de la Iglesia y para la salvación del
mundo. El beato card. Schuster lo comparó al Siervo de Jahvé.
Murió el 4 de diciembre del
1954. En la vigília, hizo su último gesto de
caridad ofreciendo su vida al Señor por el Papa Pío XII, que agonizaba. El
Señor había aceptado su oferta y, mientras él moría, el Papa, misteriosa e
improvisamente recuperaba la salud viviendo con eficiencia otros cuatro años.
El mismo Pontífice, sin
saber del último gesto del Padre Calabria pero conocedor profundo de toda su
vida, cuando recibió la noticia de su muerte, en un telegrama de condolencia a
la Congregación, definió "campeón de evangélica caridad".
Fue beatificado por el Papa
Juan Pablo II el 17 de abril de 1988
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miércoles
08 Octubre 2014
Santa Pelagia de Antioquía
Santa Pelagia, virgen y mártir
En Antioquía, de Siria,
santa Pelagia, virgen y mártir, a la que
san Juan Crisóstomo dedicó grandes alabanzas.
El nombre de santa Pelagia destaca en el canon de la
misa ambrosiana de Milán, y le dedicaron alabanzas san Ambrosio y san Juan
Crisóstomo, además de que este último le tributó una, y posiblemente dos, de
sus homilías. Pelagia era una jovencita
cristiana de quince años nacida en Antioquía y discípula tal vez de san Luciano. Se hallaba sola en su
casa cuando llegaron los soldados para aprehenderla, en tan gran número, que
rodearon todo el sector, como si se tratase de un peligroso criminal. Algunos
soldados entraron a la casa, y Pelagia,
con la seguridad de que antes de darle muerte abusarían de ella, recurrió a una
estratagema para salvar el honor: graciosamente pidió permiso para cambiarse de
ropa y volver a ellos mejor presentada. Los soldados accedieron muy complacidos
y la joven corrió escaleras arriba hasta llegar a la azotea de su casa y, desde
ahí, sin el menor titubeo, se echó a la calle. Los soldados, que esperaban
abajo, la mataron en el mismo lugar donde había caído. Pelagia había salvado su castidad
que, evidentemente, apreciaba más que la vida. San Juan Crisóstomo afirma que
la jovencita actuó inspirada por Dios, a quien llevaba en su corazón y que la
exhortaba, la fortalecía y le evitaba sentir temor.
Esta es la santa Pelagia histórica cuyo nombre fue
utilizado por dos biógrafos, o mejor dicho, novelistas, para fabricar sobre él
un par de historias enteramente distintas e igualmente fantásticas. La
conmemoración original de Pelagia
ocurría -como ahora ha sido restaurado en el Martirologio Romano- el 8 de
octubre; con esa fecha aparece en el breviario sirio y en el Hieronymianum. Sin embargo la
celebración pasó durante siglos al 9 de junio. Quizás por compensación, porque
la «memoria popular» conserva todo, aunque sea de forma confusa, el 8 de
octubre comenzó a celebrarse a otra santa Pelagia,
enteramente ficticia, surgida de una de esas novelas que menciona el Butler. Se
la llamaba santa pelagia la penitente, y su
«historia» -de una bailarina y pecadora arrepentida que se retira a la vida
eremítica- no tiene relación alguna con la de la Pelagia histórica; pero la hagiografía
legendaria ha tenido buen cuidado de mezclar sus historias con los sermones del
Crisóstomo (que se referían al 8 de octubre), de modo que Pelagia la penitente quedó
prestigiada y sobrevivió hasta la última reforma del calendario santoral.
Es una lástima que se
pierda la historia de Pelagia la penitente, porque es
una bonita fábula, pero el Martirologio de la Iglesia no es una colección de
fábulas bonitas sino el auténtico recuerdo de quienes -con toda su vida y
muchos de ellos con su muerte- nos señalan el modo de hacer completamente presente
a Cristo en nuestra vida. En la iconografía tradicional los atributos de Pelagia mártir se confunden con
los de Pelagia penitente, y no es raro
que una imagen muestre a una mártir, pero mayor que la niña de apenas quince
años de la historia, o que a la palma (mártir) se sume la calavera (penitente),
o que aparezcan como accesorios de la escena instrumentos músicos (por el
oficio de bailarina de la penitente). la historia de la penitente se repite en
otras santas penitentes tradicionales, legendarias pero muy famosas, como santa
Tais o santa Marina (que no
debe confundirse con «La gran virgen santa Marina», del 20 de julio).
Las alusiones de san
Ambrosio pueden verse en Migne Patrología Latina, vol.
XVI, cc. 229 y 1093; el sermón del
Crisóstomo en Migne Patrología Griega, vol. I,
cc 579-585. Hay una segunda
homilía atribuida al Crisóstomo sobre el mismo tema de santa Pelagia, pero no hay acuerdo sobre
su autenticidad. Delehaye en Légendes Hagiographiques (ed. 1927), pp. 186-195,
discute la cuestión de la leyenda de Pelagia
la penitente. El texto de las actas imaginarias se encontrará en Acta
Sanctorum, oct., vol. IV. En el Butler-Guinea, vol IV, México, 1965, págs. 63-64, se
encuentra un resumen de la leyenda y más detalles bibliográficos. este artículo
se basa en los dos del Butler, el de la santa histórica (que se encuentra n el
tomo II, 9 de junio) y en el de la novelada, del 8 de octubre.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston,
SI
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miércoles 08 Octubre 2014
Santa Reparada de Palestina
Santa Reparada, virgen y mártir
Conmemoración de santa
Reparada, que es venerada en muchos lugares como virgen y mártir.
Las Actas hablan este día
de una santa niña, de Palestina, martirizada durante la persecución de Decio, afirman que
«la joven tenía doce años y era de carácter muy vivaz. Acusada de ser cristiana, compareció ante el prefecto de la ciudad, el cual, movido por su belleza, trató de ganársela con palabras amables. Pero Reparata se defendió valientemente y fue sometida a diversos tormentos. Como nada lograse vencer su constancia, el prefecto mandó que la arrojasen a un horno ardiente; pero, como en el caso de los tres santos niños de Judá, las llamas no hicieron ningún daño a Reparata, quien cantó en medio de ellas las alabanzas al Creador. Entonces, el prefecto intentó nuevamente persuadirla de que adorase a los ídolos, pero Reparata rebatió todos sus argumentos, desde el interior del horno. Enfurecido, el prefecto gritó a los guardias: "Cortad la cabeza a esa insoportable charlatana para que no vuelva yo a verla". Reparata cantó las alabanzas al Creador cuando marchaba al sitio de la ejecución. Los guardias vieron volar su alma al cielo cuando el verdugo le cortó la cabeza.» (Butler)
«la joven tenía doce años y era de carácter muy vivaz. Acusada de ser cristiana, compareció ante el prefecto de la ciudad, el cual, movido por su belleza, trató de ganársela con palabras amables. Pero Reparata se defendió valientemente y fue sometida a diversos tormentos. Como nada lograse vencer su constancia, el prefecto mandó que la arrojasen a un horno ardiente; pero, como en el caso de los tres santos niños de Judá, las llamas no hicieron ningún daño a Reparata, quien cantó en medio de ellas las alabanzas al Creador. Entonces, el prefecto intentó nuevamente persuadirla de que adorase a los ídolos, pero Reparata rebatió todos sus argumentos, desde el interior del horno. Enfurecido, el prefecto gritó a los guardias: "Cortad la cabeza a esa insoportable charlatana para que no vuelva yo a verla". Reparata cantó las alabanzas al Creador cuando marchaba al sitio de la ejecución. Los guardias vieron volar su alma al cielo cuando el verdugo le cortó la cabeza.» (Butler)
Como se ve, las Actas
recurren muchas veces a moldes habituales para narrar la vida de la santa; bajo
esas historias convencionales (y a veces estrafalarias) suele esconderse el
auténtico recuerdo de mujeres, hombres y -como en este caso- niños, que de manera
muy real entregaron toda su vida por Cristo.
En el caso de santa Reparata (o Reparada), su culto
puede rastrearse hacia el siglo IX, en un santoral denominado «Martirologio de Beda», que recoge distintas
versiones de la historia, referida siempre a una santa que habría vivido hacia
el 250. Su culto está muy extendido en Italia, especialmente en la zonas de
Florencia, Atri, Nápoles y Chieti; en el
arte florentino se le han dedicado algunas representaciones.
Realizado a partir del
Butler y los textos citados en santiebeati.it
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