Jueves 08 Mayo 2014
En Argentina: Ntra. Señora de Luján
Nuestra Señora de Luján
Patrona de la República
Solemnidad
Libro del profeta Isaías 35, 1-6a.10
¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y
florezca la estepa! ¡ Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa
en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del
Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro
Dios.
Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas
vacilantes; digan a los que están desalentados: «¡Sean fuertes, no teman: ahí
está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a
salvarlos.»
Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los
oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de
los mudos gritará de júbilo.
Volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con
gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y
la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán.
Salmo: Lc 1, 46-48. 49-50. 51-53. 54-55
«Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz.
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham
y de su descendencia para siempre.»
Carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Efeso1, 3-14
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que
nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y
nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos
e irreprochables en su presencia, por el amor.
El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de
Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria
de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
En él hemos sido redimidos por su sangre y hemos recibido el
perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que Dios derramó sobre
nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento.
Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al
designio misericordioso que estableció de antemano en Cristo, para que se
cumpliera en la plenitud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del cielo
y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo.
En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de
antemano -según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a
su voluntad- a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para
alabanza de su gloria.
En él, ustedes, los que escucharon la Palabra de la verdad, la
Buena Noticia de la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con
un sello y por el Espíritu Santo prometido.
Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia y prepara la
redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria.
Evangelio según san Juan 19, 25-27
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su
madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de
ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu
hijo.» Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.»
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
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