miércoles, 30 de abril de 2014

:30 ABRIL 2.014

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Miércoles 30 Abril 2014

San José Benito de Cottolengo







Como San Juan Bosco, San Luis Orione y San Leonardo Murialdo, San José Benito Cottolengo vino al mundo en el Piamonte, una región marcada por los avatares trágicos de la Revolución Francesa, donde en el siglo XIX llevó a cabo una heroica labor en pro del desamparado y el necesitado


El 3 de mayo de 1786 vino al mundo en la pequeña población de Bra, provincia de Cuneo, José Benito Cottolengo, el primero de los doce hijos de un comerciante de lanas y de una devota y piadosa dama piamontesa de quien aprendió los principios de la Fe cristiana.


La infancia y adolescencia del muchacho estuvieron marcadas por los avatares trágicos de la Revolución Francesa, que estremeció al Piamonte casi tanto como a la misma Francia, y por la posterior invasión napoleónica que sujetó toda Europa a su dominio.


Encontrándose su tierra sometida al imperio francés, José Benito debió cursar sus estudios sacerdotales en la clandestinidad y como no le resultaron fáciles se encomendó a Santo Tomás de Aquino. ¡Su intercesión ante Dios fue tan eficaz que aprobó con éxito todos los exámenes!


El 8 de junio de 1811 fue ordenado sacerdote en la capilla del seminario de Turín y al poco tiempo se lo designó vicepárroco de Corneliano d’Alba. Doctorado en Teología en 1816, fue convocado a integrar la Congregación de los Canónicos de la iglesia de Corpus Domini en Torino (Turín), pero rápidamente comenzó a sentir una profunda insatisfacción por lo que suponía era una suerte de inacción de su parte. En esas circunstancias comenzó a profundizar y meditar sobre las grandezasde la vida y las enseñanzas de San Vicente de Paul, actitud que, según sus biógrafos lo condujo a una madurez espiritual sin precedentes.


Fue entonces que ocurrió un hecho que habría de marcarlo para toda la vida. El 2 de septiembre de 1827, una humilde mujer de origen francés que viajaba desde Milán a Lyon con su esposo y sus tres hijos, llamó a las puertas de su parroquia en busca de auxilio. La mujer, gravemente enferma, se hallaba en el sexto mes de embarazo y necesitaba urgente atención. Benito al verla en ese estado la condujo en su carruaje hasta el cercano hospital de tuberculosos con la intención de que la atendiesen lo más rápidamente posible pero, grande fue su sorpresa cuando sus autoridades le manifestaron que no estaban en condiciones de hacerlo por tratarse de una extranjera que no reunía los requisitos legales para ser internada. Además, dada su extrema pobreza, no podía costearse ningún tratamiento. De inmediato, partió Benito rumbo a otro nosocomio, el Hospicio de Maternidad, donde obtuvo los mismos resultados. Afligido, hizo nuevos intentos en otras instituciones sanitarias pero todo fue en vano: la pobre mujer expiró en sus brazos tras una larga agonía y mucho sufrimiento.


Grande fue su desconsuelo, tremendo su dolor; dolor que se tornó insoportable al ver los rostros desolados del marido y los tres niños, ahora huérfanos. «Esto no  puede volver a ocurrir. Debo hacer algo para que la gente desamparada tenga un  sitio al que acudir», pensó Benito, atormentado por el recuerdo de la mujer  muerta en sus brazos.
El 17 de enero de 1828 José Benito Cottolengo alquiló a un particular una sencilla habitación frente a la iglesia parroquialy en ella instaló cuatro camas, abriendo de esa manera un pequeño hospital llamado la «Valle Rossa». Lo asistían el médico Lorenzo Granetti y el farmacéutico Pablo Anglesio, bajo la atentadirección de doña Mariana Nasi Pullini, rica viuda de la región que efectuó los primeros aportes a la naciente obra, llamada en un primer momento Damas  de la Caridad. La institución fue creciendo y al cabo de tres años contaba  con 210 internados y 170 asistentes.
Necesitado de más colaboración, el P. Benito fundó una congregación dedicada exclusivamente a prestar asistencia al nosocomio recientemente fundado y designó superiora a Mariana Nasi.


En 1831 estalló una epidemia de cólera que azotó ferozmente a Turín. Las autoridades, temerosas de que el hospital se convirtiese en un centro de propagación del temible flagelo, ordenaron clausurarlo y dejaron una vez más a los pobres enfermos totalmente desamparados.


Lejos de amilanarse, Cottolengo se encaminó al barrio de Valdocco, por entonces en las afueras de la ciudad, y allí fundó la Pequeña Casa de la Divina Providencia«La caridad de Cristo nos anima». que, andando el tiempo, habría de convertirse en un magnífico hospital con capacidad para 10.000 pacientes. Y sobre sus puertas mandó esculpir las palabras de San Pablo:


Su fuerza de espíritu y la ayuda de almas caritativas le permitieron inaugurar nuevos pabellones que engrandecieron considerablemente el establecimiento. Así vieron la luz la Casa de la  Esperanza, la Casa de la Fe, la Casa de Nuestra Señora y el Arca  de Noé, donde fueron internados pacientes de extrema pobreza. El pabellón  denominado Amigos Queridos fue destinado a los enfermos mentales,  siguiéndole el de los huérfanos, los inválidos, los desamparados y los  sordomudos.


Tal fue la grandeza y amplitud de la obra que un escritor francés de visita en Turín en aquellos días manifestó asombrado: «Esto es la universidad de la caridad cristiana».











San Benito José Cottolengo

Los restos del   santo se encuentran en una imagen de cera dentro de un relicario de    cristal en la Piccola Casa della Divina Providenza, en la via Cottolengo de Turín



Hechos prodigiosos
El Padre Cottolengo jamás llevó cuentas ni hizo inversiones. Solía gastar todo en su obra sin guardar nada para el día siguiente. En cierta oportunidad uno de sus asistentes le dijo que no había alimento para los enfermos y que la situación era apremiante. El padre Benito reu-nió a la comunidad y preguntó si alguno de los presentes tenía dinero. Cuando alguien le dio un par de billetes los alzó a la vista de todos y los arrojó por la ventana. Poco después llegó desde la ciudad todo lo necesario para los internados.


Otro día, a la misma hora, ocurrió un hecho similar. No había nada para los pacientes. En vista de ello el santo se retiró con sus religiosas y algunos enfermos a rezar. Y enfrascado se hallaba en sus oraciones cuando cerca del medio día se detuvieron frente al hospicio ¡varios carros del ejército con el almuerzo que los regimientos no iban a utilizar por encontrarse en maniobras a mucha distancia!  
Rumbo a los altares


Tanto trabajo y tanta vocación, minaron la salud de Cottolengo. Intuyendo que su fin estaba cerca, escribió al conde Castegnetto manifestándole, entre otras cosas, que temía llegar a la siguiente Pascua sin ver extendida la mano de Dios sobre la Pequeña  Casa. Hacía alusión a un importante crédito que se debíacubrir y que lo tenía sumamente angustiado. Y una vez más el Señor respondió a su pedido ya que a los pocos días el rey Víctor Manuel le envió sorpresivamente 5.000 liras, seguidas de otras 36.000 que le dejaba en herencia el canónico Valletti. Para la Pascua, ¡el crédito estaba cubierto!.


En 1842 la peste de tifus se abatió sobre Turín. San José Benito enfermó y el 30 de abril falleció, a los 56 años de edad, después de recibir la Unción de los Enfermos en Chieri, el día anterior. Esa misma tarde se casaba el rey Víctor Manuel y para no amargar tan fastuoso acontecimiento, su cuerpo fue trasladado en el más absoluto silencio a la capilla de la Pequeña Casa donde fue velado sin  pompa y con sencillez.
El 29 de abril de 1917 el Papa Benedicto XIV lo declaró beato y el 19 de marzo de 1934 Pío XI lo proclamó santo.


San José Benito Cottolengo conoció y trabó amistad con otro hombre de Dios, San Juan Bosco, a través del cual un discípulo de este último, el joven estudiante Luis Orione, supo de sus obras, su grandeza y su fortaleza espiritual. Y tanto fue lo que Cottolengo influenció en el futuro seminarista, que cuando varios años después él mismo inició su camino de santidad, bautizó a su naciente congregación con el nombre de Pequeña Obra de la Divina Providencia, en recuerdo de la  fundada por el gran apóstol de Valdocco.


Hoy se denomina a  las instituciones que cobijan a huérfanos y desvalidos con el nombre de «cottolengos»,  prueba evidente de la grandeza de su mentor.
El Piamonte es tierra de grandes santos que hicieron de la piedad y la ayuda al necesitado, su cruzada y evangelio. San José Benito Cottolengo fue quizás el precursor de todos ellos.








Oremos


Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a San José Benito de Cottolengo para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


    


Santo(s) del día



San José Benito de Cottolengo
San Pío V
San Amador España
Santa Guyart
Beata  Mallinckrod
San Mariano (s. III)
San Eutropio Saintes
San Lorenzo Novara
San Afrodiso
San Máximo Éfeso
Santa Sofía Fermo
San Severo Nápoles
San Donato Albania
San Erkembaldo
Beata Sabina
San Ponce
Beato Raimundo
San Indalecio
San Aimón











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martes, 29 de abril de 2014

_En Europa: S. CATALINA DE SIENA,


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martes 29 Abril 2014





En Europa: S. CATALINA DE SIENA, virgen y doctora, patrona de Europa, Fiesta
  







Lecturas

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan1, 5--2, 2

Queridos hermanos:
La noticia que hemos oído de él y que nosotros les anunciamos, es esta: Dios es luz, y en él no hay tinieblas. Si decimos que estamos en comunión con él y caminamos en las tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. El es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Salmo102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente.

Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo.

Pero el amor del Señor permanece para siempre,
y su justicia llega hasta los hijos y los nietos
de los que lo temen y observan su alianza.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 11, 25-30

Jesús dijo:
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.»

Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta apostólica para el VI centenario de la muerte de santa Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena: una vida mística y una vida de acción

     Cuando Catalina nació, en 1347, tanto Italia como Europa vivían una situación muy difícil. Había empezado ya la peste negra que sembró la devastación; la sociedad estaba afectada por la Guerra de los Cien Años y las invasiones de mercenarios; los papas habían abandonado Roma y se habían establecido en Aviñón; el cisma de Occidente se prolongaría hasta 1417. Catalina, hija de un tintorero, pronto se hace cargo de las necesidades del mundo que la rodea. Sintiéndose atraída por la forma de vida apostólica de las dominicas, pide formar parte de la tercera orden (a las que llamaban las «Manteladas»). Éstas no eran religiosas propiamente dichas y no hacían vida comunitaria, sino que vestían una túnica blanca y el manto negro propio de los hermanos predicadores...

     Catalina estaba rodeada de una abigarrada multitud de discípulos, procedentes diversos orígenes y de todas las clases sociales. Lo que les atraía de Catalina era la pureza de su fe y la libertad en su aceptación de la palabra de Dios, sin rebajas ni compromisos... sino que tendía a la cumbre de su progreso interior a través de las nupcias espirituales...;  se hubiera podido pensar de ella  que su vida se desarrollaría en la soledad y la contemplación. Pero Dios, por el contrario, quiso unirla a Él para agregarla a la obra de su Reino... El designio de Cristo era unirla estrechamente a Él por «el amor al prójimo», es decir, tanto por la dulzura de los lazos del alma como por los trabajos exteriores; eso fue lo que provocó se la llame «la mística social»...

     Después de haberse dedicado a la conversión individual de personas pecadoras, se dedicó a la reconciliación de personas o familias opuestas por malditas reyertas, después se dedicó a la pacificación de ciudades o de Estados... El impulso interior del Maestro divino le abrió, por así decir, una humanidad suplementaria. Es así que esta humilde hija de un artesano, iletrada, prácticamente sin estudios y sin cultura, supo captar las necesidades de su tiempo hasta el punto de sobrepasar los límites de su ciudad y, por su acción, alcanzar una dimensión mundial.






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_ABRIL 29 2.014

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Martes 29 Abril 2014






Santa Catalina de Siena
  

Virgen y doctora de la Iglesia (1347-1380) Fue todo un prodigio de criatura. La penúltima de 25 hermanos. Hija del matrimonio formado por el dulce y bonachón Giacomo Benincasa, tintorero de pieles y de Lapa de Puccio dei Piangenti, mujer enérgica y trabajadora. Nació en Siena el 1347, el año anterior a la tristemente célebre Peste Negra que asoló a toda Europa.

Ella vendría a sanar grandes males que poco después se levantarían también en el seno de la Iglesia. A pesar de su corta vida y de no haber ocupado cargos de responsabilidad, parece casi increíble cómo una joven mujer de pueblo pudo realizar empresas tan grandes como le tenía reservadas el Señor. Aquella niña alegre, juguetona  como correspondía a su edad, quedó prontamente truncada cuando siendo muy niña todavía, caminaba con su hermana y recibió una maravillosa visión del cielo: Veía a Jesús sentado en un rico trono y le acompañaban los Apóstoles San Pedro, San Pablo y San Juan...

Se entregó más a la oración, hacía todo mucho mejor que antes y de modo casi impropio de una jovencita de su edad. Parecía estar ensimismada y fuera de sí. Su madre para quitarle de la cabeza estas «manías», la pone al servicio de la criada de la casa. Catalina acepta gustosa esta nueva misión y se entrega de lleno a servir a los demás. Lo hace con gran cariño. Madre Lapa quiere que se aficione a la vida de sociedad y que piense en contraer matrimonio con un joven bueno y apuesto que ella le propone. Catalina no piensa así.

Ella se ha desposado ya secretamente con su Señor Jesucristo... Por fin el bueno y pacífico de su padre toma cartas en el asunto y dice: «Que nadie moleste a mi hija Catalina. Que ella sea quien tome la decisión de su futuro. Si ella quiere servir a Jesucristo que nadie se lo impida». Catalina ve abiertos los cielos y se hace terciaria dominica o Montelata como entonces se decía.






Oremos

Señor Dios nuestro, que diste a Santa Catalina de Siena el don de entregarse con amor a la contemplación de la pasión de Cristo y al servicio de la Iglesia, haz que, por su intercesión, el pueblo cristiano viva siempre unido al misterio de Cristo, para que pueda rebosar de gozo cuando se manifieste su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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Santo(s) del día


Santa Catalina de Siena
San Roberto de Molesme
San Tíquico
San Agapio Cirta
San Emiliano Cirta
San Paulino Brescia
Santa  Denain
San Ursión
Santa Cercira
San Senán










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lunes, 28 de abril de 2014

_ ABRIL 28 2.014

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Lunes 28 Abril 2014
 
Santa Gianna Beretta






Gianna nació el 4 de octubre de 1922 en Magenta, Italia. En una familia con 13 hermanos, se orientó a la profesión de médica, que era una tradición de familia, y se casó en 1955 con Pietro Molla, ingeniero industrial también militante de Acción Católica. Estaba decidida a formar una familia cristiana y combinar su vida familiar, profesional y apostólica en su proyecto de vida.

Ingresó a la Acción Católica Italiana desde muy joven, en 1943, y sirvió a sus hermanos a través de distintos cargos, en el campo estudiantil y parroquial.   A los 39 años, embarazada de su cuarto hijo, comenzó a tener complicaciones de salud. Hoy, su marido de 82 años lo recuerda con detalles: «Durante el cuarto embarazo, en septiembre de 1961, apareció un gran fibroma en el útero, por lo cual –a los dos meses y medio- se hizo necesaria una intervención quirúrgica.

Este fue el inicio de su holocausto. Fidelísima a sus principios morales y religiosos, dispuso sin dudar que el cirujano se ocupase primero de salvar la vida de su criatura».   En vísperas del parto no dudó en reunir junto a su lecho al marido y a los médicos para decirles: «Si deben elegir entre el niño o yo, ni lo duden: elijan, y se los exijo, al niño. ¡Sálvenlo!».   Con estas convicciones profundas y sabiendo lo que le esperaba –Gianna era pediatra- entró en la clínica de Monza y el 20 de abril de 1962, Viernes Santo,  tuvo a su hija, Gianna Manuela. La hasta hoy beata falleció ocho días después.

El Papa Juan Pablo II la declaró venerable en julio de 1991 y el 24 de abril de 1994, en su beatificación, la propuso como modelo para todas las madres.




  Oremos

Himno

Un amor casto y puro

Calladamente: Más grande que la vida

Y que la muerte.   Dulce su casa,

Y su marido en ella Se contemplaba.

Era su amor de madre Como una rosa:

Pétalos de fragancia Y espinas rojas.

Y era su seno Un arrullo de lirios Y de silencios.

Olor a roja viña Y a tierna hogaza:

Y su mano prudente Acariciaba

Sus dedos limpios Iban tejiendo lana Para sus hijos.

Y Dios desde su cielo Se sonreía,

Por la casta frescura De fuente limpia.

Amor callado Que vestía al Cordero De rojo blanco.

Amén





Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste a Santa Gianna Beretta, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Santo(s) del día
Santa Gianna Beretta
San Luis María Grignion de Montfort
San Pedro Chanel
Beato Luquesio
Santa Valeria
San Marcos Altino
Santa Teodora Alejandría
San Afrodisio
San Polión
San Patricio Bitinia
San Prudencio
San Pánfilo Valva
Santa Proba
San Artemo
Beato  Novello
San Africo
San Vidal Rávena
Beata María Luisa


  

  
















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domingo, 27 de abril de 2014

_27 ABRIL 2-014

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Domingo 27 Abril 2014

San Toribio de Mogrovejo















Santo Toribio de Mogrovejo, obispo (1538-1606)    Toribio, arzobispo de Lima, es uno de los eminentes prelados de la hora de la evangelización. El concilio plenario americano del 1900 lo llamó: "la lumbrera mayor de todo el episcopado americano". Era la hora de llevar la fe cristiana al imperio inca peruano lo mismo que en México se cristianizaba a los aztecas.    Nació en Mayorga (Valladolid), el 16 de noviembre de 1538.

No se formó en seminarios, ni en colegios exclusivamente eclesiásticos, como era frecuente entonces; Toribio se dedicó de modo particular a los estudios de Derecho, especialmente del Canónico, siendo licenciado en cánones por Santiago de Compostela y continuó luego sus estudios de doctorado en la universidad de Salamanca. También residió y enseñó dos años en Coimbra.     En Diciembre de 1573 fue nombrado por Felipe II para el delicado cargo de presidente de la Inquisición en Granada, y allí continuó hasta 1579; pero ya en agosto de 1578 fue presentado a la sede de Lima y nombrado para ese arzobispado por Gregorio XIII el 16 de marzo de 1579, siendo todavía un brillante jurista, un laico, o sólo clérigo de tonsura, cosa tampoco infrecuente en aquella época.

Recibió las órdenes menores y mayores en Granada; la consagración episcopal fue en Sevilla, en agosto de 1579.    Llegó al Perú en el 1581, en mayo. Se distinguió por su celo pastoral con españoles e indios, dando ejemplo de pastor santo y sacrificado, atento al cumplimiento de todos sus deberes. La tarea no era fácil. Se encontraba con una diócesis tan grande como un reino de Europa, con una población nativa india indócil y con unos españoles muy habituados a vivir según sus caprichos y conveniencias.   Celebró tres concilios provinciales Limenses _el III (1583), el IV (1591) y el V (1601)_; sobresalió por su importancia el Tercer Concilio  Limense, que señaló pautas para el mexicano de 1585 y que en algunas cosas siguió vigente hasta el año 1900.   Aprendió el quechua, la lengua nativa, para poder entenderse con los indios.


Se mostró como un perfecto organizador de la diócesis. Reunió trece sínodos diocesanos. Ayudó a su clero dando normas precisas para que no se convirtieran en servidores comisionados de los civiles. Visitó tres veces todo su territorio, confirmando a sus fieles y consolidando la vida cristiana en todas partes. Alguna de sus visitas a la diócesis duró siete años.   Prestó muy pacientemente atención especial a la formación de los ya bautizados que vivían como paganos. Llevado de su celo pastoral, publicó el Catecismo en quechua y en castellano; fundó colegios en los que compartían enseñanzas los hijos de los caciques y los de los españoles; levantó hospitales y escuelas de música para facilitar el aprendizaje de la doctrina cristiana, cantando.

No se vio libre de los inevitables roces con las autoridades en puntos de aplicación del Patronato Real en lo eclesiástico; es verdad que siempre se comportó con una dignidad y con unas cualidades humanas y cristianas extraordinarias; pero tuvo que poner en su sitio a los encomenderos, proteger los derechos de los indios y defender los privilegios eclesiásticos.   Atendido por uno de sus misioneros, murió en Saña, mientras hacía uno de sus viajes apostólicos, en 1606.

Fue beatificado en 1679 y canonizado en 1726   Quien tenga la suerte de tener entre sus manos un facsímil del catecismo salido del Tercer Concilio Limense, aprenderá a llamar mejor evangelización que colonización a la principal obra de España en el continente recién descubierto.






Oremos

Señor, tú que quisiste dilatar la Iglesia por medio de la actividad apostólica de santo Toribio de Mogrovejo y por su gran amor a la verdad, suscita también hoy en el pueblo cristiano aquellas mismas virtudes que resplandecen en este santo obispo, para que así la Iglesia crezca, constantemente en la fe y se renueve por la santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.












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Domingo de la Divina Misericordia

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Domingo 27 Abril 2014
Domingo de la Divina Misericordia
  

Durante el transcurso de las revelaciones de Jesús a la hermana Faustina sobre la Divina Misericordia Él le pidió en diversas ocasiones que se dedicara una fiesta a la Divina Misericordia y que esta fiesta fuera celebrada el domingo después de la Pascua. Los textos litúrgicos de ese día, el segundo domingo de Pascua, son concernientes a la institución del Sacramento de Penitencia, el Tribunal de la Divina Misericordia, de manera que van perfectamente con las peticiones de nuestro Señor. Esta fiesta ya ha sido otorgada a la nación de Polonia, al igual que es celebrada en la Ciudad del Vaticano. La canonización de la hermana Faustina el 30 de abril 2000 representa el respaldo más grande que la Iglesia le puede dar a una revelación privada, un acto de infalibilidad Papal proclamando la segura santidad de la mística.

De hecho el día de la canonización de Sor Faustina esta fiesta se extendió a lo largo de la Iglesia universal. Sobre esta fiesta dijo Jesús:

"Quien se acerque ese día a la Fuente de Vida, recibirá el perdón total de las culpas y de las penas."

(Diario 300).

"Quiero que la imagen sea bendecida solemnemente el primer domingo después de Pascua y que se le venere públicamente para que cada alma pueda saber de ella. " (Diario 341)

"Esta fiesta ha salido de las entrañas de Mi misericordia y está confirmada en el abismo de Mis gracias."

(Diario 420)

"Una vez, oí estas palabras: Hija Mía, habla al mundo entero de la inconcebible misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mí misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata. Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que existe ha salido de las entrañas de Mi misericordia. Cada alma respecto a mí, por toda la eternidad meditará Mi amor y Mi misericordia. La Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entrañas, deseo que se celebre solamente el primer domingo después de la Pascua. La humanidad no conocerá paz hasta que se dirija a la Fuente de Mi misericordia." (Diario 699)

"Sí, el primer domingo después de la Pascua es la Fiesta de la Misericordia, pero también debe estar presente la acción y pido se rinda culto a Mi Misericordia con la solemne celebración de esta Fiesta y con el culto a la imagen que ha sido pintada." (Diario 742)

"Deseo conceder el perdón total a las almas que se acerquen a la confesión y reciban la Santa Comunión el día de la Fiesta de Mi Misericordia." (Diario 1109)

Podemos apreciar de estos extractos que Nuestro Señor desea que durante la celebración de esta fiesta se incluye la veneración solemne y pública de la imagen de la Divina Misericordia por parte de la Iglesia, como así desea además la veneración individual de cada uno de nosotros. La gran promesa para cada alma es que un acto devocional de penitencia sacramental y comunión obtendrán para esa alma la plenitud de la Divina Misericordia en la fiesta.

El Cardenal de Cracovia, Cardenal Macharski cuya diócesis es el centro donde se esparció la devoción y fue el patrocinador de la Causa de Sor Faustina, escribió que debemos utilizar la cuaresma como una preparación para la fiesta y confesarnos aún antes de la Semana Santa!. De modo que está claro que los requisitos de confesión no tienen que cumplirse el mismo día de la fiesta. Esto sería una carga imposible para el clero. Los requisitos de la comunión pueden ser cumplidos fácilmente en ese mismo día ya que es día de obligación siendo un Domingo. Solamente necesitaríamos confesarnos otra vez, si este sacramento se recibió temprano en la cuaresma o en la Pascua, o si estamos en pecado mortal en el día de la fiesta.







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