domingo
28 Septiembre 2014
San Wenceslao
San Wenceslao
La reina fue expulsada del
trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como
primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de
Dios.
Instauró el orden social al
imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y
además gobernó siempre con justicia y misericordia.
Por oscuros intereses
políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono
de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los
festejos del santo patrono y al terminar las festividades,
Boleslao asesinó de una puñalada al
santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de
San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de
peregrinaciones.
Ha sido proclamado como
patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa
también como Patrono de Checoslovaquia.
Dios nuestro, que impulsaste al santo mártir Wenceslao a anteponer el reino de los cielos a un reino terrenal, concédenos, por su intercesión que tengamos valor para dejar lo que nos impida unirnos a ti de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
domingo
28 Septiembre 2014
San Simón de Rojas
Nació en Valladolid, España, el 28 de octubre de 1552. Sus padres se habían afincado allí y regentaban una carnicería. Era el tercero de cinco hermanos. Heredó de Constanza, su madre, el amor a la Virgen. Tanto es así que los cronistas aseguran que «Ave María» fueron las primeras palabras que pronunció cuando tenía catorce meses. Fueron también las que escoltaron su entrada en el cielo, puesto que ellas sellaron sus labios al final de su vida. Siendo un adolescente, y obviando la oposición familiar, solicitóelingreso en la orden trinitaria. Cumplió este sueño en 1566. Más adelante, tras cuatro años de noviciado, profesó en 1572.
Fue tartamudo hasta esta
época de su vida, ya que antes de llegar a Salamanca para continuar su
formación se detuvo en Paradinas de San Juan y en el desaparecido
santuario-convento se veneraba a la Virgen de las Virtudes; le dedicó una
novena y se curó de manera instantánea. Fue el lugar que eligió para oficiar su
primera misa. Después partió a Toledo porque el capítulo provincial le había
encomendado impartir las materias de filosofía y teología como lector de artes
del convento. Ejerció la docencia hasta 1587, simultaneando esta actividad con
la de formador; uno de los novicios era san Juan Bautista de la Concepción.
También desempeñó el oficio de visitador apostólico en Castilla y en Andalucía
de manera edificante, aceptando por obediencia estas misiones ya que por
tendencia natural hubiera declinado las que revestían alta responsabilidad.
La inocencia evangélica del
santo, figura señera en la corte de los Austrias, conmovió al monarca español Felipe III –quien lo escogió
como consejero y preceptor de sus hijos–, y a su esposa Margarita de Austria.
Ambos tomaron contacto con él a través de la condesa de Altamira que conoció a
Simón cuando pasó por el convento trinitario madrileño en 1601. El juicio
personal del rey, después de haberlo observado en las distancias cortas, era
sin duda esclarecedor; sintetizaba la admirable virtud que había apreciado en
él: «No he visto hombre que menos sepa a mundo». Que su devoción a la
Virgen fue proverbial lo prueban las numerosas obras que emprendió en su honor.
Entre otras cosas, logró que el «Ave María» fuese esculpida en el frontispicio
del Palacio Real de Madrid. Por esta jaculatoria que continuamente brotaba de
sus labios fue denominado «Padre Avemaría». Este saludo lo plasmó en la
multitud de estampas que repartió dentro y fuera de España. Fiel observante del
santo rosario, tuvo a la Virgen como modelo para su vida, y transmitió por
doquier su anhelo de ser esclavo suyo considerando que todos los que se
abrazasen a Ella podrían unirse más estrechamente con la Santísima Trinidad.
En 1612, con el beneplácito
del rey Felipe III, fundó la Congregación de Esclavos del Dulcísimo Nombre de
María que aglutinaba personas de todas condiciones, incluidos los miembros de
la realeza y nobleza; éstos, que fueron los primeros afiliados, en nombre de la
Virgen asistían a los pobres. «Si a Dios, que pide en el pobre, no le
das, no recibirás», decía.En este afán de transmitir su
devoción por la Madre de Dios, escribió un oficio para la festividad del Santo
Nombre de María destinado a su Orden, que fue aprobado por la Santa Sede.
Inocencio XI lo hizo extensivo después a toda la Iglesia. A Simón se debe
también el rosario de 72 cuentas blancas y cordón azul en honor de la
Inmaculada Concepción que realizaba con sus propias manos y repartía a diestro
y siniestro. Con el número de cuentas significaba los años que pudo vivir la
Virgen.
Además de su incansable
tarea de difundir el amor a María y a la confesión, se ocupó de los cautivos a
los que enviaba las cantidades que recaudaba para ellos. Se sentía
profundamente conmovido por la muerte a manos de violentos berberiscos de tres
hermanos religiosos que habían emprendido viaje para la redención de estos
prisioneros. Los enfermos, los pobres, los presos de la cárcel de Madrid, los
condenados, los niños abandonados para los que fundó una casa de acogida y, en
general, los marginados por cualquier causa, estaban en su orden de
preferencia; ejercitaba con todos su acción caritativa y misericordiosa. Fue un
gran confesor y maestro de la oración. A ella le dedicaba expresamente varias
horas diarias, aunque vivía en una constante presencia de Dios. Por eso se ha
dicho que «todo cuanto predicaba, todo lo alcanzaba en la
oración». Ensambló
maravillosamente contemplación y acción apostólica.
Felipe IV, que subió al
trono en 1621, lo nombró confesor de su esposa, la reina Isabel de Borbón, y de
su hermana Ana María Mauricia; ésta contraería matrimonio más tarde con Luís
XIII de Francia. Simón se comprometió con el monarca a cumplir el compromiso,
siempre y cuando no contraviniese los que conllevaba su condición religiosa, ni
cercenar su acción apostólica con los pobres y esclavos. Además, no quiso ser
tratado con deferencias, ni ser remunerado por ello. En julio de 1624 fue
testigo de un hecho deleznable, sacrílego, que sucedió en un templo donde se
profanó una Sagrada Forma. El inmenso dolor que le produjo pudo ser el
detonante de su imparable declive. Hasta que se produjo su deceso, acaecido el
29 de septiembre de ese año, mantuvo una intensa actividad. Dos días antes de
quedar postrado con carácter irreversible, los religiosos le vieron en el coro
orando unos instantes ante un cuadro de la Virgen de los Desamparados. Ya se
había despedido de todos ellos. Clemente XIII lo beatificó el 19 de mayo de
1766. Juan Pablo II lo canonizó el 3 de julio de 1988, Año Mariano.
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domingo
28 Septiembre 2014
San Simón de Rojas
El Valladolid de 1552 fue
el lugar del nacimiento del Beato. Allí, joven, vistió el hábito trinitario, al
que se acogió con decidida vocación en el convento de la Orden. Este fue su
primer peldaño en la escala hacia la santidad, si bien es verdad que su virtud
se había delineado ya en aquellas sus aspiraciones en la adolescencia y en la
niñez. Pero el anhelo de santidad cobra cuerpo cuando, joven, con plena
responsabilidad, con valentía varonil, dispuesto a arrostrar y superar
dificultades y contratiempos, se consagra a Dios en votos perpetuos, consagra
su oblación en la primera misa y la reitera cada mañana en Ia subida diaria al altar del
Señor que alegra su juventud, que es tanto como alegrar y sostener aquel primer
y florido ofrecimiento de sus mejores años.
Versado en esta
asignatura de la santidad, nada bueno ni grande extraña en él: cargos de
responsabilidad superior en la Orden; correrías sin cuento en los puestos
designados por la obediencia; apostolados ininterrumpidos dondequiera que la
gloria de Dios o el bien del prójimo le colocaban. ¿Cómo nos va a extrañar nada
de ello? ¿Cómo extrañarnos por sus milagros? Ni precisamos contarlos, tantos
como se cuentan en sus biografías: si Dios estaba con él y con él guardaba Dios
aquella amistad perfecta, lo extraño hubiera sido la apatía en el servicio del
Señor, la indiferencia ante la indigencia del prójimo; extraño hubiera
resultado que el Señor de los cielos no le hubiese ayudado con el milagro en
todas aquellas coyunturas en que se ventilaba un mayor rendimiento de la gloria
de Dios o un mejor remedio de apuros humanos.
Nada extraño se nos
hace que, versado muy altamente en la práctica de las virtudes, pusiese su
vista en él el rey Felipe III al objeto de que la compañía del Beato le
resultase sedante piadoso entre los graves asuntos del reino y para que
orientase la conciencia del futuro Felipe IV. Se explica su permanencia junto a
los reyes y príncipes, y se explica el difícil equilibrio que supo guardar
entre validos y palaciegos. Comprendemos, dada su virtud y santidad, se
prestase a enjugar las lágrimas del de Lerma, caído en desgracia; supiese
frenar la vanagloria del de Osuna, encumbrado, y consiguiese de don Rodrigo
Calderón la aceptación resignada de la muerte en el cadalso ignominioso.
Todo, todo: milagros;
difíciles y acertados asesoramientos; apostolados incansables e ininterrumpidos
—el centro y sur de España fueron testigos de ellos—; conversiones de duros
pecadores; lucro abundante de almas para Cristo... Todo se explica y comprende
a la luz de la lámpara de santidad que brillaba en su persona. Todo es el
resultante de su virtud eximia; de su trato de intimidad con Dios, que da
omnipotencia al brazo humano y sagacidad superior a la inteligencia creada.
De por fuerza, el
demonio le había de distinguir con preferencia particular de enemigo de talla
excepcional y había de retarlo de continuo a singular batalla. Tampoco nos
resulta extraño que demonio, mundo y carne se aliasen contra él, para contra el
proceder en acción mancomunada: la tentación carnal, la intriga política, la
sorna palaciega..., toda la gama de resortes de que el infierno dispone, se
volcaron contra el Beato. Encontramos lógico este esfuerzo infernal. Pero
siguió nuestro Beato firme en su "todo lo puedo en Aquel que me
conforta", y —lo dijimos— acertó con el bálsamo bendito que fortalece a
los atletas de Cristo, restaña las heridas de gloriosas pasadas batallas y
proporciona armas eficaces para las venideras.
"Hay demonios
que no se lanzan sino con la oración y el ayuno", nos advirtió nuestro
Señor Jesucristo; y a fe que nuestro Beato supo esgrimir con destreza estas
armas"; fueron ásperos, muy ásperos, sus sacrificios, rígidas hasta el extremo
sus penitencias; fue su cuerpo con frecuencia castigado por los duros golpes
del cilicio, manejado por sus propios hermanos en religión, a quien él mismo
impuso en virtud de obediencia aquella obligación. Fue rigurosa su observancia
de la regla, austera su vida; su humildad le hizo sentirse gran pecador e
indigno de los episcopados que se le ofrecieron. Su fuego de amor de Dios y del
prójimo le llevó a la más exacta y rígida interpretación del mandamiento máximo
de Dios, entendiendo en toda su precisión el amor de Dios como santidad, y el
amor del prójimo como apostolado en toda la extensión e intensidad que
entenderse pueda y en toda la infatigabilidad que el organismo humano se pueda permitir. Fue eximia su
castidad, garantizada con protección especial de María.
Conversión de los
pecadores, santificación mayor de los justos; redención purificativa de las almas del
purgatorio: he aquí el tríptico apostólico de Simón de Rojas.
Unos pocos, muy
pocos, libros, encontramos en su biblioteca, la de su celda conventual, donde
la cama era un mueble de lujo inservible —dormía en el suelo—: las obras de
Santo Tomás, las de San Bernardo, santo de su especial devoción; el libro de Tomás
de Kempis y su devocionario. No es dato pequeño: "non multa
sed multum", nos legaron los antiguos: no muchas cosas, sino mucho;
y de los libros reza el otro refrán de que hay que temer al hombre de un libro.
Merece especial
mención su acendrada devoción a María, devoción que he llamado arriba bálsamo
que prepara eficazmente para la victoria, dulcifica las heridas, hace intrépida
e invencible la virtud apostólica y fácil la misma santidad.
Reza que te reza
siempre a María: ¿Qué importa la calle pública o la soledad? ¿Qué la intriga o
la paz? ¿Qué la dificultad o el riesgo? ¿Qué el sudor o la fatiga? ¿Qué suponen
las asechanzas humanas, la tentación diabólica o la prueba divina? No pasa de
ser todo un crisol en que probar la excelsitud del tesoro de virtud que
acaparaba. Si omnipotente fue para todo con la gracia, todo le resultó suave y
fácil con María. Ni esto está en contradicción con las asperezas que he
señalado de sus penitencias: éstas fueron el camino para llegar a la Madre y
para en estrecha unión con Ella mantenerse; éstas fueron el castigo a su cuerpo
para completar en él lo que falta a la redención de Cristo, a fin de llevar su
fruto salvador a otros.
Ave María; Ave María:
cientos, cientos de veces cada día estas dos palabras estuvieron en su boca. Ni
tenía otro saludo, ni otro pensamiento anidaba; ni otro anhelo suspiraba que la
idea y el nombre de María. Propagar a todos la devoción a la Virgen fue su
empeño mayor y más decidido: "Mi mayor afán es fundar la Congregación de
Esclavos del Dulce Nombre de María", dijo un día el Beato al rey de
España: "Préstele Su Majestad su anuencia y apoyo y haga la merced de
escribir al Papa para que la apruebe y bendiga". Con fecha 27 de noviembre
de 1601 quedó solemnemente fundada en Madrid la Congregación del Ave María, que
tan grande y fructífero historial nos había de legar.
Simón de Rojas fue
quien consiguió introducir el Oficio del Dulce Nombre de María, que había de
rezarse primero en la Orden trinitaria, y que se extendió después a toda la
Iglesia católica.
Discurrió su vida por
esta trayectoria del acercamiento a Dios por medio de María, hasta que un 29 de
septiembre, el del año 1624, cambió su lugar de residencia y, dejando en la
tierra su cuerpo, fue su alma a habitar en el cielo.
Con su cuerpo quedó
aquí el grato recuerdo de sus grandes hechos y virtudes; quedó su Orden
trinitaria benemérita; quedaron los por él beneficiados testigos de su carrera
en el mundo; se elevaron al Santo Padre de Roma continuadas peticiones y el día
13 de mayo de 1766 quedó Simón de Rojas proclamado Beato por el papa Clemente
XIII.
Tratado
de la oración y sus grandezas: éste es el libro que nos ha quedado del Beato; escribió
mucho más, pero no ha llegado a nosotros.
Visitó Simón de Rojas
a Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes; y en la Santa piensa el lector
cuando repasa el Tratado del Beato; piensa en ella sobre todo el lector cuando
ve al Beato explayarse en los altos conceptos de meditación y contemplación;
cuando escribe el Beato sobre la oración, "universal escuela en la cual se
enseña y aprende toda virtud y bondad".
Además de en Santa
Teresa piensa el lector, con el libro del Beato Simón de Rojas en la mano, en
San Juan de la Cruz, contemporáneo también del Beato; piensa en el Beato Juan
de Avila, que, a la distancia de
unos pocos años, le había precedido en su apostolado por Andalucía. Cuando en
el Beato Simón de Rojas se leen aquellas páginas sobre el amor divino "que
dilata y ensancha el corazón" y sobre "cómo toda criatura nos enseña
a amar", salta a la memoria el recuerdo de San Francisco de Asís, tan
observador de la naturaleza y fino cantador de ella. Cuando se medita sobre el
amor de nuestro Beato a los hombres, piensa el lector en San Juan de la Cruz,
que moría cuando nacía aquél.
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domingo
28 Septiembre 2014
San Exuperio Blognac
San Exuperio, obispo. Alabóle mucho San Jerónimo por su caridad inagotable y escribía a San Ambrosio que se encomendase a las oraciones del obispo santo de Tolosa, Francia.
En cierta ocasión sanó el
prelado de Milán con sólo beber el agua que le envió Exuperio.
A los solitarios de Egipto
llegaron sus larguezas.
Condenó a Vigilancio, que dogmatizaba en el sur
de Francia por aquellos días.
La invasión de los
vándalos, que asoló su diócesis, acortó los días de este prelado celoso, pues
no pudo su corazón amantisimo presenciar tantas ruinas y
destrucción: murió en Blognac, 415.
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28 Septiembre 2014
Santa Eutoquio
viuda, hija de santa Paula y discípula de San Jerónimo.
Acompañó a su madre a la
soledad de Belén y a su muerte fue electa superiora del monasterio de vírgenes
que allí había fundado la piedad de su madre.
San Jerónimo la dedicó elTratado de la
virginidad,
su libro de Cartas a Eustoquio y elComentario sobre
Ezequiel.
Belén, 419.
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28 Septiembre 2014
Santa Lioba
Santa Lioba, virgen.
Una monja inglesa que
acompañó en sus correrías apostólicas por Alemania a San Bonifacio y sus
monjes, y fundó muchos monasterios en el continente.
Carlomagno y su esposa Hildegardis la tuvieron en mucha
estima y la llevaron a su corte de Aquisgrán. Murió cerca de Maguncia
(Alemania), 779.
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28 Septiembre 2014
San Fausto Lerins
Bien conocido este insigne
obispo por sus muchos escritos en la actualidad, lo fue más por la influencia
que ejerció en su tiempo entre los príncipes y dignatarios de la Iglesia. Vivió
desde 396 a 493.
De sus obras merecen
citarse el Liber de Spiritu Sancto, De gratia Dei et humanae mentis libero
arbitrio libri duo, Professio f¡de¡...; Adversus Arcanos et macedonianos libellus; de Paenitentia ad Felicem y Sermo ad monachos, etc.
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Santo(s)
del día
San
Wenceslao
San Simón de Rojas
San Simón de Rojas
San Estacto
San Marcial África
San Marcos Antioquía
San Nicón
San Máximo +250
San Exuperio Blognac
San Salomón
San Silvino Brescia
Santa Eutoquio
Santa Lioba
San Fausto Lerins
San Bernardino Feltre
San Simón de Rojas
San Simón de Rojas
San Estacto
San Marcial África
San Marcos Antioquía
San Nicón
San Máximo +250
San Exuperio Blognac
San Salomón
San Silvino Brescia
Santa Eutoquio
Santa Lioba
San Fausto Lerins
San Bernardino Feltre
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