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Domingo 20 Abril 2014
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
OFICIO DE LECTURA
Hoy, la celebración solemne de la Vigilia pascual reemplaza el
Oficio de lectura.
Quienes no hayan participado en la celebración de la Vigilia
pascual usarán, para el Oficio de lectura, al menos cuatro de las lecturas de
la referida Vigilia pascual, con sus cantos y oraciones. Es muy conveniente
elegir, de entre las lecturas de la Vigilia pascual, las que se proponen a
continuación.
Este Oficio empieza directamente con las lecturas.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 14, 15--15, 1
LOS HIJOS DE ISRAEL ENTRAN EN EL MAR COMO POR TIERRA FIRME
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«Â¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se
pongan en marcha. Tú alza tu cayado y extiende tu mano sobre el mar y se abrirá
en dos, de modo que los israelitas puedan atravesarlo como por tierra firme. Yo
haré que el Faraón se empeñe en entrar detrás de vosotros y mostraré mi gloria
derrotando al Faraón y a su ejército, a sus carros y jinetes; para que sepa
Egipto que yo soy el Señor, cuando muestre mi gloria derrotando al Faraón con
sus carros y jinetes.»
El ángel de Dios que caminaba delante de las huestes de Israel
se levantó y pasó a su retaguardia; la columna de nubes que estaba delante de
ellos se puso detrás, colocándose entre el campamento egipcio y el campamento
israelí; la nube se oscureció y la noche quedó tenebrosa, de modo que los
egipcios no pudieron acercarse a los hijos de Israel en toda la noche.
Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar
durante toda la noche un fuerte viento del este que secó el mar y las aguas se
dividieron en dos. Los hijos de Israel entraron por el mar como por tierra
firme, y las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se
lanzaron en su persecución y entraron detrás de ellos por el mar, con los
caballos del Faraón, sus carros y sus guerreros.
A la vigilia matutina, volvió Dios la mirada desde la columna
de fuego y humo hacia el ejército egipcio y sembró en él el pánico. Hizo que
las ruedas de los carros se trabasen unas con otras, de modo que sólo muy
penosamente avanzaban. Los egipcios exclamaron entonces:
«Huyamos de Israel, porque el Señor combate por él contra
Egipto.»
Pero Dios dijo a Moisés:
«Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas se reunirán sobre
los egipcios, sus carros y sus jinetes.»
Y Moisés extendió su mano sobre el mar, y, al despuntar el
día, el mar recobró su estado ordinario y los egipcios en fuga se vieron frente
a las aguas, y así arrojó Dios a los egipcios en medio del mar, pues las aguas,
al reunirse, cubrieron carros, jinetes y todo el ejército del Faraón que había
entrado en el mar en seguimiento de Israel, y no escapó ni uno solo. Pero los
hijos de Israel caminaban sobre tierra seca por en medio del mar. Las aguas les
hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel día libró Dios a Israel de los egipcios, cuyos cadáveres
vio Israel en las orillas del mar. Israel vio la mano potente que mostró Dios
contra Egipto, y el pueblo temió al Señor, y creyó en él y en Moisés su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este cántico al Señor:
Ant. Cantemos al Señor, sublime es su victoria.
Cántico Ex 15, 1-6. 13. 17-18
Cantemos al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «Yahvé».
Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes;
las olas los cubrieron,
cayeron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra, Señor, resplandece por su fuerza,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
Guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Ant. Cantemos al Señor, sublime es su victoria.
ORACIÓN
Dios nuestro, que has iluminado los prodigios de los tiempos
antiguos con la luz del nuevo Testamento, pues el mar Rojo fue imagen de la
fuente bautismal y el pueblo liberado de la esclavitud fue imagen del pueblo
cristiano; haz que todas las naciones, elevadas por la fe a la dignidad de
pueblo elegido, sean regeneradas por la participación de tu Espíritu. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
SEGUNDA LECTURA
Del libro del profeta Ezequiel 36, 16-28
DERRAMARÉ SOBRE VOSOTROS UN AGUA PURA Y OS DARÉ UN CORAZÓN
NUEVO
El Señor me dirigió la palabra y me dijo:
«Cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la contaminó
con su conducta y con sus malas obras; como sangre inmunda fue su proceder ante
mí. Entonces derramé mi cólera sobre ellos por la sangre que habían derramado
en el país y por haberlo contaminado con sus ídolos. Los esparcí por las
naciones y anduvieron dispersos por los países; según su proceder y sus malas
obras los juzgué. Al llegar a las diversas naciones profanaron mi santo nombre,
pues decían de ellos: "Éstos son el pueblo del Señor, han tenido que salir
de su tierra." Entonces tuve consideración de mi nombre santo, profanado
por la casa de Israel en las naciones adonde fue.
Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor: No lo hago
por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por vosotros
en las naciones adonde fuisteis. Mostraré la santidad de mi nombre ilustre
profanado entre los gentiles, que vosotros profanasteis en medio de ellos; y
sabrán los gentiles que yo soy el Señor, cuando manifieste mi santidad a la
vista de ellos, por medio de vosotros.
Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los
países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de
purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que
guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros
padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.»
Ant. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te
busca a ti, Dios mío.
Salmo 41, 2-3. 5bcd; 42, 3-4
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿ cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Recuerdo cómo marchaba hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
Ant. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te
busca a ti, Dios mío.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, fuerza inmutable y luz sin ocaso, mira
con bondad a tu Iglesia, a quien has puesto como sacramento de salvación de la
nueva alianza, y lleva a término, según tus designios, la obra de la redención
humana: que todo el mundo vea y sienta cómo lo abatido se levanta y lo viejo se
renueva, y cómo todo vuelve a su integridad primera por medio de Cristo, de
quien todo procede. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
TERCERA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-11
CRISTO, UNA VEZ RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS, YA NO MUERE
Hermanos: Cuantos en el bautismo fuimos sumergidos en Cristo
Jesús fuimos sumergidos en su muerte. Por nuestro bautismo fuimos, pues,
sepultados con él, para participar de su muerte; para que, así como Cristo fue
resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
vivamos una vida nueva. Pues, si hemos sido injertados vitalmente en Cristo por
la imagen de su muerte, también lo estaremos por la imagen de su resurrección.
Ya sabemos que nuestra antigua condición humana fue
crucificada con Cristo, a fin de que la solidaridad general con el pecado fuese
destruida y dejásemos de ser esclavos del pecado, pues el que muere queda libre
de pecado.
Si verdaderamente hemos muerto con Cristo, tenemos fe de que
también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre
los muertos, ya no muere; la muerte no tiene ya poder sobre él. Su muerte fue
un morir al pecado de una vez para siempre, mas su vida es un vivir para Dios.
Así también considerad vosotros que estáis muertos al pecado, pero que vivís
para Dios en unión con Cristo Jesús.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 117, 1-2. 16ab. 17. 22-23
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
CUARTA LECTURA
Lectura del evangelio según san Mateo 28, 1-10
HA RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS.
SABED QUE VA ANTES QUE VOSOTROS A GALILEA
Una vez pasado el sábado, estando ya para amanecer el primer
día de la semana, vino María Magdalena, con la otra María, a ver el sepulcro.
Y, de pronto, se produjo un gran terremoto: el ángel del Señor bajó del cielo,
hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó encima. Su semblante brillaba como
el relámpago, y su vestidura era blanca como la nieve. Los guardias quedaron
aterrados y como muertos. Y, dirigiéndose el ángel a las mujeres, les dijo:
«No tengáis miedo, vosotras; ya sé que venís en busca de Jesús,
el que ha sido crucificado. No está aquí; ha resucitado como ya lo había
anunciado. Venid a ver el sitio donde estaba puesto. Id en seguida a decir a
sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos. Sabed que va antes que
vosotros a Galilea. Allí lo veréis. Esto es lo que tenía que deciros.»
Abandonaron en seguida el sepulcro y, llenas de miedo y de
gran gozo a la vez, fueron corriendo a llevar la noticia a los discípulos. Y de
improviso les salió Jesús al encuentro, saludándolas con estas palabras:
«Dios os salve.»
Ellas se llegaron a él, se abrazaron a sus pies y lo adoraron.
Entonces, Jesús les dijo:
«No tengáis miedo. Id a decir a mis hermanos que vayan a
Galilea, que allí me verán.»
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO.
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN
Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la
vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que
celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos
comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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