lunes 14 Abril 2014
San Valeriano Martir
Mártir romano, probablemente del tiempo de Juliano el Apóstol,
esposo de la popular virgen Cecilia. Según las tradiciones fue convertido por
ella el día mismo de la boda con medios sobrenaturales y milagrosos. Sobre su
casa se edificó luego un templo, en el que reposan las reliquias de su santa
consorte. — Fiesta 14 de abril.
Una de las imágenes más sugerentes y humanas con que la divina
Palabra nos ha introducido en el misterio de la Redención la constituyen las
llamadas «bodas del Cordero».
Dios ha amado a la humanidad con amor de Esposo y en el
banquete nupcial se entrega a sí mismo como víctima y como alimento. Es
realmente un vínculo de sangre el que sella estas bodas sublimes, es la sangre
del Cordero, del Hijo de Dios inmolado. Por ello se comprende y se admira el
profundo sentido cristiano que guió a la piedad de nuestros antepasados, ya
desde muchos siglos atrás, en tejer con minuciosos detalles en torno a unas
nupcias, mitad terrenas y mitad espirituales, este bello poema de virginidad y
de martirio, de amor y de sacrificio, el poema de Cecilia y Valeriano, el poema
de Cristo presente en el amor transparente de los dos jóvenes.
Y el poema es cantado cada año por toda la Iglesia, en el
oficio divino en honor de la santa esposa. Valeriano entra como segundo
personaje, el convertido, el amante brioso, pero íntegro, que no duda en
renunciar al goce sensible para unirse con ella en el amor supremo, el amor que
salva y los une a los dos con Dios y en Dios.
La narración es suave e insinuante. Durante el banquete
nupcial Cecilia, preparada anteriormente con larga oración y ayuno, sin dejar
de participar en el bullicio y la alegría, entona su cántico de confianza: «Que
mi corazón permanezca inmaculado».
Luego viene el momento del encuentro con el esposo. Valeriano
se acerca a Cecilia con toda la ilusión de su juventud, con toda la
satisfacción del amor conquistado.
Cecilia pronuncia extrañas palabras. Un ángel guarda su
virginidad; le invita a colaborar con el ángel, le promete ver también él al
ángel si antes es lavado por un baño sagrado.
Valeriano, enamorado, no duda de Cecilia, se le confía, se
convierte, y va en busca de la iglesia en su Cabeza, el Papa oculto. Éste le
instruye en el misterio y, tras pedirlo insistente, le administra el santo
bautismo.
Vuelve presuroso al tálamo nupcial, y descubre a su esposa en
oración, con un ángel a su lado, más resplandeciente que el sol y ofreciendo a
los dos una guirnalda de parte del Esposo de las vírgenes. Valeriano adora,
cree, goza. Con la esposa.
Y no tarda en conseguir tiempo después la conversión de su
hermano Tiburcio, que sigue su mismo camino. Así Cecilia puede presentar a los
dos hermanos como sus más preciadas coronas del día de sus esponsales, como el
fruto de su amor y de su sabiduría...
Pronto su esposo probará su espíritu y la profundidad con que
siente su nueva vida. Primero dedicado intensamente a la caridad para con los
pobres, compitiendo con Cecilia en su ya famoso desprendimiento.
Después será su valentía y decisión ante el prefecto Almaquio.
Los dos hermanos confiesan que son cristianos, y pretenden
adoctrinar a los que asisten al juicio, en la verdadera religión. Son cruelmente
apaleados, pero en pleno suplicio muestran sus rostros llenos de alegría por la
gracia de poder dar su sangre por Jesucristo. Y de este modo, pasan delante de
Cecilia, que pronto les seguirá en el camino del testimonio sangriento.
Valeriano había amado de verdad y en el cielo, junto con su esposa, participa
en el eterno banquete de gloria al Cordero. En la tierra, sus reliquias fueron
conservadas, para gloria de Dios en sus santos, y se conservan. en la iglesia
dedicada a Santa Cecilia, en el Trastévere.
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a San Valeriano
luchar por la fe hasta derramar su sangre, haz que, ayudados por su
intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía
caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
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Santo(s) del día
San Valeriano Martir
Santa Liduvina
San Juan de Montemarano
Santa Donina
Santa Tomaida Alejandría
San Ardalión
San Lamberto Lyón
San Frontón
San Abundio Roma
San Juan Vilna
San Bernardo de Abbeville,
San Benedeto
San Pedro Gonzalez Telmo
Beata Calduch Rovira
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