Sábado 05 Abril 2014
San Vicente Ferrer
Predicador. (año 1419). Nació en 1350 en Valencia, España. Se
hizo religioso en la Comunidad de Padres Dominicos y, por su gran inteligencia,
a los 21 años ya era profesor de filosofía en la universidad. Durante su
juventud el demonio lo asaltó con violentas tentaciones. Siendo un simple diácono lo mandaron a
predicar a Barcelona. La ciudad estaba pasando por un período de hambre y los
barcos portadores de alimentos no llegaban. Entonces Vicente en un sermón
anunció una tarde que esa misma noche llegarían los barcos con los alimentos
tan deseados.
Al volver a su convento, el superior lo regañó por dedicarse a
hacer profecías de cosas que él no podía estar seguro de que iban a suceder.
Pero esa noche llegaron los barcos, y al día siguiente el pueblo se dirigió
hacia el convento a aclamar a Vicente, el predicador. Una noche se le apareció Nuestro Señor
Jesucristo, acompañado de San Francisco y Santo Domingo de Guzmán y le dio la
orden de dedicarse a predicar por ciudades, pueblos, campos y países. En adelante por 30 años, Vicente recorre el
norte de España, y el sur de Francia, el norte de Italia, y el país de Suiza,
predicando incansablemente, con enormes frutos espirituales. Los primeros
convertidos fueron judíos y moros. Dicen que convirtió más de 10,000 judíos y
otros tantos musulmanes o moros en España.
Su voz sonora, poderosa y llena de agradables matices y modulaciones y
su pronunciación sumamente cuidadosa, permitían oírle y entenderle a más de una
cuadra de distancia.
Sus sermones duraban casi siempre más de dos horas (un sermón
suyo de las Siete Palabras en un Viernes Santo duró seis horas). En pleno sermón se oían gritos de pecadores
pidiendo perdón a Dios, y a cada rato caían personas desmayadas de tanta
emoción. Gentes que siempre habían odiado, hacían las paces y se abrazaban.
Pecadores endurecidos en sus vicios pedían confesores. El santo tenía que
llevar consigo una gran cantidad de sacerdotes para que confesaran a los
penitentes arrepentidos. Vicente
fustigaba sin miedo las malas costumbres, que son la causa de tantos males.
Invitaba incesantemente a recibir los santos sacramentos de la confesión y de
la comunión.
Hablaba de la sublimidad de la Santa Misa. Insistía en la
grave obligación de cumplir el mandamiento de Santificar las fiestas. Insistía
en la gravedad del pecado, en la proximidad de la muerte, en la severidad del
Juicio de Dios, y del cielo y del infierno que nos esperan. Los milagros acompañaron a San Vicente en
toda su predicación. Y uno de ellos era el hacerse entender en otros idiomas,
siendo que él solamente hablaba el español y el latín. Y sucedía frecuentemente
que las gentes de otros países le entendían perfectamente como si les estuviera
hablando en su propio idioma. Decía:
"Mi cuerpo y mi alma no son sino una pura llaga de pecados. Todo en mí
tiene la fetidez de mis culpas". Los últimos años, ya lleno de
enfermedades, lo tenían que ayudar a subir al sitio donde iba a predicar. Pero
apenas empezaba la predicación se transformaba, se le olvidaban sus enfermedades
y predicaba con el fervor y la emoción de sus primeros años. Murió en plena actividad misionera, el
Miércoles de Ceniza, 5 de abril del año 1419. Fueron tantos sus milagros y tan
grande su fama, que el Papa lo declaró santo a los 36 años de haber muerto, en
1455.
El santo regalaba a las señoras que peleaban mucho con su
marido, un frasquito con agua bendita y les recomendaba: "Cuando su esposo
empiece a insultarle, échese un poco de esta agua a la boca y no se la pase
mientras el otro no deje de ofenderla". Y esta famosa "agua de Fray
Vicente" producía efectos maravillosos porque como la mujer no le podía
contestar al marido, no había peleas. Porque lo que produce la pelea no es la
palabra ofensiva que se oye, si no la palabra ofensiva que se responde.
Oremos
Señor Dios todopoderoso, que suscitaste a San Vicente Ferrer
como predicador infatigable del Evangelio, para que anunciara con insistencia
la venida de Jesucristo, juez universal, haz que nosotros anhelemos la venida
de tu Hijo, para que, cuando venga, podamos contemplarlo en su reino glorioso.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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Santo(s) del día
San Vicente Ferrer
Santa Catalina de Tomás
Santa Irene Tesalónica
Santos Mártires
Santa Juliana de Lieja
OOOOOOOOOOOOOOO
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