domingo, 16 de diciembre de 2012

__Santa Juana Francisca__

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MIÉRCOLES 12   Diciembre 2012

__ DÍA 347_ SEMANA   50_

Santa Juana Francisca




Santa Juana Francisca de Chantal

 religiosa (1572-1641)

Ella misma nos da sus datos 
primeros: "Me llamo Juana Francisca Fremyot, 
natural de Dijón, capital del ducado de Borgoña. 
Soy hija del señor Fremyot, presidente del 
Parlamento de Dijón y de la señora Margarita de Barbysey".

Llevó una niñez y juventud propia de la nobleza a la que pertenecía.
 Era muy elegante, porte digno de cautivar a cualquiera: bondadosa, guapa, modesta,
 buena conversadora, rica en conocimientos y en piedad. Era una joven de su tiempo. 
Se enamoró locamente del barón Rabutín Chantal con el que se unió en matrimonio y al que amó con toda su alma. El barón supo corresponder a este amor.
 Cuando el barón estaba fuera de casa, parecía como si Francisca estuviera de luto. 
Cuando el baron llegaba, se arreglaba con las mejores galas, salía a recibirle y la alegría volvía a su rostro.
 Por ello cuando el Señor le pida el sacrificio de la vida de su esposo, ella le rogará con fuerzas:
 "Señor, pídemelo que quieras, estoy dispuesta a los mayores sacrificios con tal de que no te lo lleves". 
Y cuando murió lo lloró desconsoladamente durante mucho tiempo. 
Sus familiares y amigos creían que también ella iba a morir. Tanto fue lo que se desmejoró y enflaqueció que quedó reducida a los huesos.

Francisca es una maravillosa ama de casa. 
Todos la quieren y la admiran.
 Educa cristianamente a sus hijos a los que ama más
 que a sí misma. 
Los criados depondrán en el proceso de su 
Beatificación: "La Señora sirvió a Dios a quien 
mucho amaba y practicaba la virtud continuamente, 
pero sin llamar la atención. A nadie molestaba con 
sus rezos. Era muy atenta y buena con todos".

Las cruces no le faltarán nunca. 
Así no se apegará su corazón a las cosas de este
 mundo.
 En vez de refugiarse con su padre que la idolatraba 
o de quedarse en su palacio, decide marcharse al lado
 de su suegro que tiene un carácter déspota y agrio, 
como si fuera hecho de vinagre y hiel. 
Siete años a su lado, fueron cruces sin cuento las que hubo de sufrir la sensibilísima Francisca.

No todo había de ser desconsuelo y mano dura de 
parte del Señor. El santo Obispo de Ginebra -
S. Francisco de Sales- pudo decir de ella: 
"Hallé en Dijón -donde vivía Francisca- lo que 
Salomón no pudo encontrar en Jerusalén: hallé a la 
mujer fuerte en la persona de la señora de Chantal".

El encuentro con San Francisco fue providencial. 
Iba un día montada a caballo y cerca de un bosque 
vio a un sacerdote venerable que rezaba 
fervorosamente su breviario. 
Poco después este mismo sacerdote vio en una especie 
de visión a una mujer joven, viuda, modesta. 
Un impulso interior le dijo que ésta sería el 
instrumento que el Señor le destinaba para la obra que pensaba llevar a cabo.

Vino a predicar aquel sacerdote a Dijón.
 Éste era el obispo de Ginebra San Francisco de Sales, empieza a extenderse y a echar sus cimientos 
esta cieron. La santa empezó a dirigirse con él y él vio que la obra de Dios iba por buen camino. 
De modo prodigioso y como si fueran Florecillas de San Francisco de Sales empieza a extenderse y a echar sus cimientos esta obra de las Religiosas de la Visitación.
 A las afueras de Annecy, en una modesta casita, se 
reúne un grupo de mujeres que quieren seguir del 
todo a Jesucristo.

Mucho hubieron de sufrir los dos santos. 
No faltaron habladurías y burlas, pero como era 
obra de Dios, la cosa siguió adelante.
 Un día la varonil Francisca se verá obligada a pasar 
por encima del cuerpo de su hijo que le impide siga 
la llamada de Dios. Mucho le amaba, pero era mayor
 el amor que sentía a su Dios. Por fin, 
el 13 de diciembre de 1641, cargada de buenas obras, 
la joven, la esposa, la viuda, la religiosa y la fundadora, partía a la eternidad. Sus hijas siguen su ejemplo.

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