sábado, 1 de diciembre de 2012

San Narciso

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Lunes 29 Octubre 2012



San Narciso


En el día de hoy es posible elegir entre dos obispos homónimos de la 
misma época, pero de características muy dispares. 

Uno fue obispo de Jerusalén y en el año 195 contribuyó a decidir que
 la Pascua se celebrase siempre en domingo.

 Al parecer murió a los ciento dieciséis años.  
El otro san Narciso, más popular, tiene una historia más enredada; quizá 
fue de origen centroeuropeo y es probable que durante la persecución de Diocleciano tuviese que huir y se refugiara en la ciudad de Augusta o Augsburgo. 

  Allí se alojó en casa de «una mujer principal, pero deshonesta», una cortesana famosa cuyo nombre era Afra (incluida también en el santoral).

 Esta además era idólatra, pero la oración de Narciso la convirtió junto 
con su madre y tres criadas suyas.  

Más tarde, en unión de su diácono Félix, llega a Gerona, que convierte 
en su centro apostólico, y unos años después, quizá en el recinto extramuros del cementerio de los fieles (se supone que donde hoy se levanta la 
colegiata de San Félix, que debe su nombre a un santo anterior), cuando iba a celebrar misa fue asesinado con el citado diácono. Murió a consecuencia de tres heridas en el hombro, en la garganta y en el tobillo. 

  En Gerona (de donde es patrón, además de serlo de Augsburgo) es el 
santo de las moscas, ya que se dice que en 1285 de su sepulcro salieron enjambres de tábanos que con sus picaduras mortales hicieron huir al 
ejército francés invasor.





 Señor, tú que colocaste a San Narciso en el número de los santos 
pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la caridad y de aquella fe que
 vence al mundo, haz que también nosotros, por su intercesión,
 perseveremos firmes en la fe y arraigados en el amor y merezcamos así participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.





Oremos


Señor , tú que colocaste a San Odrano en el número de los santos
 pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la caridad y de aquella fe 
que vence al mundo, haz que también nosotros, por su intercesión, perseveremos firmes en la fe y arraigados en el amor y merezcamos
 así participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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