Jueves 25
Octubre 2012
San Crispin
Crispiniano
El alma que
quiere darse por entero a Dios, no ha de buscar nada para sí mismo sino que pensar, hablar y actuar tienen como meta Dios. Y esto no es ninguna
beatería, sino un impulso fuerte e
intenso a desvivirse por los demás.
Los jóvenes de hoy, que murieron en el año 285,
quedan lejos de nuestra historia del
tercer milenio.
Sin embargo,
sus obras y sus nombres han quedado
grabados en las páginas de la historia
de la Iglesia para siempre.
Se establecieron en Roma y aprendieron el oficio
de zapateros. Y desde cualquier trabajo
se puede hacer un anuncio u proclamación
del Evangelio y de las riquezas que aporta al alma humana.
Este
servicio lo concretó en hacer zapatos para los pobres. A estos, por supuesto, no les cobraban
absolutamente nada.
A los ricos, que conocían el buen trabajo que
hacían y la calidad del calzado, sí que
les cobraban.
Lo bonito de
estos dos creyentes es que aprovechaban
los momentos de venta o de dar gratis
para hablar con entusiasmo de Jesucristo.
Y con la mayor naturalidad del mundo.
Debían vivir
lo que decían porque la gente los
escuchaba con agrado.
Los
franceses dicen que vivieron en la
región de Soissons. Los ingleses, a su
vez, afirman que vivieron en el condado de Kent, al sur de Inglaterra.
Shakespeare
los elogia en su obra “Enrique V” y en
“Julio César”.
En lo que
todos están de acuerdo es en que
murieron mártires.
Oremos
Dios
todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires Crispin y Crispiniano,
la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo: concede también tu
fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron en
morir por ti, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con
nuestras vidas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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