Viernes 23
Noviembre 2012
San
Columbano
__DIA 328
__SEMANA 47 __
El celta es
viajero por naturaleza: como marino o como misionero. Esto es algo que no se
debe olvidar cuando se intenta seguir la «peregrinación por Dios» de San
Columbano, el más grande de los monjes irlandeses.
Nacido hacia
el 525 ó 530 y formado en Bangor por el riguroso San Gomball, cruzó el Canal de
la Mancha con un grupo de monjes en torno al año 590. Su objetivo era la
evangelización de las regiones vecinas al Mosa y al Rin. Después de haber
recorrido durante catorce años el noroeste de la Galia, se afincó en Luxeuil de
Borgoña.
Si se ha de
hacer caso a la Regla que redactó, y aún más a su célebre Penitencial: «treinta
golpes de disciplina a quien se olvide de responder amén en el coro», la vida
de los seguidores de San Columbano era sumamente austera. Mas esto no apagaba
en lo más mínimo la afluencia de discípulos, puesto que pronto contó Luxeuil
con más de trescientos monjes.
Columbano
entró entonces en conflicto con los obispos y príncipes borgoñeses (610). Quiso
regresar a Irlanda, pero su navío naufragó a la salida de Nantes, y comprendió
que el Señor le quería en el continente. Decidió entonces dirigirse a Roma, aun
cuando no llegaría más allá de la Liguria.
Dejando en
Suiza a su discípulo San Galo, el anciano abad se retiró a Bobbio, en donde
fundó un nuevo monasterio. Murió en él el año 615.
Oremos
Dios
nuestro, que uniste admirablemente en San Columbano el ministerio de la
evangelización y la observancia de la vida monástica, concédenos que, por su
intercesión y ejemplo, tendamos hacia ti por encima de todas las cosas y
trabajemos con empeño por la propagación de tu reino. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
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