Lunes 19
Noviembre 2012
San Abdías
__ DIA 324
__SEMANA 47 __
Son muy
escasas las noticias que poseemos sobre Abdías, cuyo nombre hebreo Obadyah
significa siervo de Yahvé.
San Jerónimo
lo identifica con aquel Abdías, mayordomo de Acab, que alimentó à los cien
Profetas que habían huido del furor de Jezabel (I Rey. 18,2) Los escrituritas modernos, en su mayoría, no
se adhiere a ésta opinión.
Sea lo que
fuere el tiempo, en que actuó el autor de ésta pequeña pero muy impresionante
profecía, debe ser anterior à los Profetas Joel, Amós y Jeremías, los cuales ya
la conocían y la citaban.
Lo más
probable parece que haya profetizado en Judá, alrededor de 885 A.C., cuándo
Elías profetizaba en Israel. Su único
capítulo contiene dos visiones.
La primera
se refiere a los Idumeos (Edomitas), un pueblo típicamente irreligioso y
enemigo hereditario de los Judíos y que se unía siempre a sus
perseguidores. « Pero el día del Señor
se aproxima; Dios se vengará a Sí mismo y vengará a Israel, contra los Idumeos
y contra todas las naciones gentiles.
Los
Israelitas, al contrario, serán bendecidos; se apoderarán del territorio de sus
opresores, y luego Dios reinará glorioso y para siempre en Sión « (
Fillión) A ésta restauración de Israel se refiere a la
segunda parte de la profecía.
La Sagrada
Biblia; Antigua versión del R.P. José Miguel Petisco SJ. y corregida según los
textos hebreo y griego y comentada con notas pastorales para la vida por
Monseñor Dr. Juan Straubinger; Tomo
IV; Pág. 1167.
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El libro de
Abdías es el más corto de los libros proféticos. Aparte de las discusiones
entre exegetas, parece que se sitúa la vida y escrito de Abdías en el siglo V
antes de Cristo. Esta profecía se desarrolla en dos planos: el castigo de Edom
y el triunfo de Israel en el "Día de Yahvéh" que, como se sabe, es el
día apocalíptico de la justicia de Dios. Ni que decir tiene que los edomitas
son los enemigos de Israel que han aprovechado la ruina de Jerusalén y han
invadido la Judea meridional. Contra su soberbia, despotismo y engreimiento
dirá el Todopoderoso: "Aunque te encumbres como un águila, y pongas tu
nido en las estrellas, de allí te haré bajar... te cubrirá la vergüenza y serás
cercenado para siempre". Todo el libro es un grito apasionado de venganza
que exalta la justicia terrible y el poder de Yahvéh.
Con todas las
matizaciones precisas y, sin sacar de su contexto histórico este breve escrito
veterotestamentario que está suficientemente cumplido no ya sólo por la acción
bélica, conquista y sometimiento de los edomitas en el año 312 a. C. por parte
de los nabateos, sino por toda la ulterior profundización "del día de
Yahvéh" que se sitúa al final de los tiempos, podría hacer mucho bien a
determinadas personas individuales, colectividades y naciones la lectura
reposada de los 21 versos que contiene la inspiración de Abdías puesta por
escrito para tomar el pulso a sus responsabilidades propias. Porque a la
postre, guste o no, será Dios mismo quien "mida" a cada cual en
"su Día" e importa mucho no encontrarse "falto de peso".
Como
reclamaba justicia divina el ultraje que sufría Israel —el pueblo de Dios— en
el tiempo de esta profecía, hoy siguen postulando la misma justicia cantidad
innumerable de ultrajes cuyos responsables habrán de responder en el "Día
de Yahvéh". ¿No estarán llegando a los oídos de Dios los gritos de los
millones de famélicos que hay en el mundo? ¿Y los de las víctimas de quienes
promueven las guerras? ¿Y las quejas de los ignorantes? ¿Desoirá Dios el
quejido mudo de los no-nacidos porque se les privó aberrantemente de su primer
derecho con el aborto? ¿Tendrá sordera Dios para las protestas de los que
soportan leyes inicuas? ¿Se habrá tapado los oídos para no escuchar la
indecible algarabía que forman los lamentos de los parados, de los sin-techo,
de los que contemplan el despilfarro irresponsable de otros?
Yahvéh sigue
hoy viendo a los prepotentes, a los que explotan, a los que impulsan al
destierro, a los que hacen trata de blancas, a los orgullosos y a los
soberbios, a los que calumnian, a los que causan el desprecio, a los que
insultan y maldicen, a los que humillan, a los que roban lo ajeno... y a los
que se venden por dinero.
Todo
"machacado" por la malicia del hermano vive en tierra suya, habita en
su dominio, le pertenece ¡Es su pueblo!
¡Gracias,
Abdías, tú fuiste bueno y avisaste a tiempo!
Oremos
Señor, tú
que diste al Profeta Abdías la abundancia del espíritu de verdad y de amor para
que fuera un buen pastor de tu pueblo, concede a cuantos celebramos hoy su
fiesta adelantar en la virtud, imitando sus ejemplos, y sentirnos protegidos
con su valiosa intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Santa María Virgen Madre de la Divina
Providencia Atiende propicio, Señor, a tu pueblo que con júbilo festivo celebra
la solemnidad de la Virgen María, Madre de la Divina Providencia, y concédele
que, bajo el glorioso patrocinio de tan excelsa madre, con su caridad fraterna
promueva una sociedad más humana y a la vez sea edificador y testigo de tu
verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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