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MARTES
18 Diciembre 2012
__ DÍA 353_ SEMANA 51_
Beata
Nemesia
Beata
Nemesia (Giulia) Valle, Suora
Julia, es el
nombre que sus padres, Anselmo Valle y María Cristina Dalbar, eligen para ella.
Nació en Aosta el 26 de junio de 1847, en el mismo día es bautizada en la
antigua iglesia de San Orso.
Los primeros
años de su vida transcurren en la serenidad de una familia que se alegra por el
nacimiento de un nuevo hijo, Vicente, y donde el trabajo de la mamá que
administra un negocio de modista y del papá que desempeña una intensa actividad
comercial, aseguran un cierto bienestar. Su mamá muere cuando Julia tiene, tan
sólo, cuatro años. Los dos huérfanos son confiados al cuidado de los parientes
paternos, primero en Aosta, después a sus parientes maternos en Donnas. Aquí
encuentran un ambiente sereno, la escuela, el catecismo y la preparación a los
sacramentos se hace en casa, bajo la guía de un sacerdote, amigo de la familia.
Cuando Julia
tiene once años, para completar su instrucción, es enviada a Francia, a
Besançon, a un pensionado perteneciente a las Hermanas de la Caridad. La
separación de la familia es un nuevo dolor para ella, una nueva experiencia de
soledad que la orienta hacia una profunda amistad con “el Señor que tiene a su
lado a su mamá”.
En Besançon
aprende bien la lengua francesa, enriquece su cultura, llega a ser habilidosa
en los trabajos femeninos, madura una delicada bondad que la hace amable y
atenta hacia los otros.
Después de
cinco años, Julia regresa a su tierra, pero no encuentra más su casa en Donnas.
Su padre, se ha vuelto a casar, y se ha transferido a Pont Saint Martín.
Encuentra una situación familiar tensa, donde la convivencia no es fácil. Su
hermano Vicente no soporta: se va de la casa y no se sabrá nada más de él …
Julia se queda y en su soledad nace el deseo de buscar aquello que la familia
no le puede dar, a comprender aquellos que viven la misma experiencia de dolor,
a encontrar gestos que expresen amistad, comprensión, bondad para todos.
En este
periodo, en Pont Saint Martín se habían establecido las Hermanas de la Caridad.
Julia encuentra allí su maestra de Besançon; las hijas de santa Juana Antida
Thouret, la ayudan, la animan. Observa el estilo de vida donado a Dios y a los
otros y decide ser una de ellas. Cuando su padre le presenta la propuesta de un
buen matrimonio, Julia no vacila: ha decidido que su vida será toda donada a
Dios: desea solamente ser Hermana de la Caridad.
El 8 de
septiembre de 1866 su padre la acompaña a Vercelli, en el Monasterio de Santa
Margarita donde las Hermanas de la Caridad tienen su noviciado.
Comienza una
vida nueva en la paz, en la alegría, mas allá de las lágrimas por una
separación no fácil. Se trata de entrar en una relación más profunda con Dios,
de conocerse a sí misma y la misión de la comunidad, para ser disponible a
andar donde Dios la llame. Julia entra con alegría en este camino de noviciado.
Cada día descubre aquello que debe perder o conquistar: “Jesús despójame de mi
misma y, revísteme de Vos. Jesús por ti vivo, por ti muero…” es la oración que
la acompaña y la acompañará a lo largo de su vida.
Al fin del
noviciado, con el hábito religioso recibe un nombre nuevo: Hermana Nemesia. Es
el nombre de una mártir de los primeros siglos. Está contenta y del nombre hace
su programa de vida: testimoniar su amor a Jesús hasta las últimas
consecuencias, a cualquier precio, para siempre.
Es enviada a
Tortona, al Instituto de san Vicente. Encuentra una escuela primaria, cursos de
cultura, un pensionado, un orfanato. Enseña en la escuela primaria y en los
cursos superiores la lengua francesa. Es el terreno adapto para sembrar bondad.
La Hermana Nemesia está presente donde hay un trabajo humilde para desarrollar,
un sufrimiento para aliviar, donde un disgusto impide relaciones serenas, donde
la fatiga, el dolor, la pobreza limitan la vida.
Muy pronto
una voz se difunde dentro del instituto y en la ciudad: “¡Oh, qué corazón el de
la Hermana Nemesia!”
Cada uno
está convencido de tener un lugar particular en su corazón, que parece no tener
limite: hermanas, huérfanos, alumnos, familias, pobres, sacerdotes del vecino
seminario, soldados de la gran casa de Tortona recurren a ella, la buscan como
si fuera la única hermana presente en la casa.
Cuando a los
cuarenta años es nombrada superiora de la comunidad, la Hna.. Nemesia queda
desconcertada, mas un pensamiento le da coraje: ser superiora significa
“servir”, por consiguiente podrá darse sin medida y, humildemente, enfrenta la
subida. Las líneas de su programa son trazadas:
“Enfrentar
el paso, sin volver atrás, fijando una única meta: ¡Sólo Dios! “A Él la gloria,
a los otros la alegría, a mí el precio a pagar, sufrir mas jamás hacer sufrir.
Seré severa conmigo misma y toda caridad con las hermanas: el amor que se dona
es la única cosa que permanece.”
Su caridad
no tiene limites. En Tortona la llaman “nuestro ángel”
La mañana
del 10 de mayo de 1903, las huérfanas y las pupilas encuentran un mensaje de la
Hna.. Nemesia para ellas: “Me voy contenta, las confío a la Virgen…Las seguiré
en cada momento del día.” Parte a las 4 de la mañana, después de 36 años… En
Borgaro, pequeño pueblito cerca de Turín, existe un grupo de jóvenes que espera
ser acompañado por un nuevo camino, hacia la donación total a Dios en el
servicio a los pobres… Son las novicias de la nueva provincia de las Hermanas
de la Caridad… El método de formación usado por la Hna.. Nemesia es siempre el
mismo: el de la bondad, de la comprensión que educa a la renuncia más por amor,
de la paciencia que sabe esperar y encontrar el camino justo que conviene a
cada una.
Sus novicias
la recuerdan: “Nos conocía a cada una, comprendía nuestras necesidades, nos
trataba según nuestra manera de ser, nos pedía aquello que conseguía hacernos
amar…”
La superiora
provincial que tenía un carácter “en perfecta antítesis con el suyo” disentía
de este método. Ella aplicaba un método rígido, fuerte, inmediato. Esta forma
de ver generaba relevantes contrastes que desembocaban en reproches y
humillaciones. La Hna.. Nemesia acogía todo en silencio, sonriendo continuaba
su camino, sin apuro, sin dejar sus responsabilidades: “De estación en
estación, recorremos nuestro camino en el desierto…y si el desierto es sordo Aquel
que te ha creado siempre escucha…”
A lo largo
de su camino la Hna. Nemesia se acerca al final. Han pasado trece años de su
llegada a Borgaro. Cerca de quinientas hermanas aprendieron con ella a caminar
los senderos de Dios. Ha donado todo: ahora el Señor le pide también de “dejar”
a otras “su noviciado”.
La oración
que ha hecho suya desde el inicio: “Jesús despójame de mi misma, revísteme de
Vos” la acompaña a lo largo de toda la vida. Ahora puede decir “no soy más para
ninguno”. El despojo es total. Es la última ofrenda de una vida donada
totalmente por amor.
El 18
diciembre de 1916 la Hna. Nemesia muere.
Fue
beatificada por Juan Pablo II el 25 de
abril de 2004.
Biografía:
Página oficial del MARTES 18 Diciembre 2012
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