miércoles
27 Agosto 2014
Santa
Mónica de Tagaste
Santa Mónica, madre de familia
Memoria de santa Mónica,
que, aún jovencísima, fue dada en matrimonio a Patricio, con quien tuvo hijos,
entre ellos a Agustín, por cuya conversión derramó abundantes lágrimas y oró
mucho a Dios, y, anhelante de la vida celestial, abandonó la terrenal en Ostia
Tiberina, en Italia, cuando regresaba de África.
Madre de San Agustín, Año
387 Santa Mónica es famosa por haber sido la madre de San Agustín y
por haber logrado la conversión de su hijo. Mónica nació en Tagaste(África del Norte ) a unos
100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.
Ella deseaba dedicarse a la
vida de oración y de soledad ( como su nombre lo indica ) pero sus padres
dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamada Patricio. Este era un
buen trabajador, pero terriblemente malgeniado, y además mujeriego, jugador y
sin religión , ni gusto por lo espiritual.
La hará sufrir lo que no
esta escrito y por treinta años ella tendrá aguantar los tremendos estallidos
de ira de su marido que grita por el menor disgusto, pero este jamás se
atreverá a levantar la mano contra ella. Tuvieron tres hijos : dos varones y una
mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la
hizo sufrir por docenas de años.
En aquella región del norte
de África, donde las gentes eran sumamente agresivas, las demás esposas le
preguntaban a Mónica porque su esposo era uno de los hombres de peor genio en
toda la ciudad, pero no la golpeaba nunca a ella, y en cambio los esposos de
ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió : "Es que, cuando
mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando el
grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto la
pelea, pues....no peleamos". Esta fórmula se ha hecho celebre en el mundo
y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en la casa.
Patricio no era católico, y
aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande con
los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras. y
quizás por eso mismo logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios
por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371
Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo lo hiciera la suegra, mujer
terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le
había amargado harto la vida a la pobre Mónica.Un año después de su bautismo, murió santamente Patricio,
dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.
Cuando murió su
padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarleaMónicanoticias cada vez peores, de que el joven llevaba una vida nada
santa. que en una enfermedad, ante el temor a la muerte se había hecho instruir
acerca de la religión y propuesto hacerse católico, pero que sanado de la
enfermedad había abandonado el propósito de hacerlo.
Y que finalmente, se había
hecho socio de una secta llamada de los Maniqueos, que afirmaban que el mundo
no lo había hecho Dios, sino el Diablo. Y Mónica que era bondadosa pero no
cobarde, ni floja, al volver su hijo a vacaciones y empezar a oírle mil barbaridades
contra la verdadera religión, lo hecho sin más de la casa y le cerró las
puertas, porque bajo su techo no quería alberga enemigos de Dios.
Pero sucedió que en esos
días Mónica tuvo un sueño en el que vio que ella estaba en bosque llorando por
la pérdida espiritual de su hijo y que en ese momento se le acercaba un
personaje muy resplandeciente y le decía :"tu hijo volverá contigo "
y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narro al muchacho el sueño tenido y
el dijo lleno de orgullo que eso significaba que la madre se iba a volver maniqueísta como el. Pero ella le
respondió : "En el sueño no me dijeron, mama ira a donde su hijo, sino tu
hijo volverá contigo" Esta hábil respuesta impresionó mucho a su hijo,
quien mas tarde la consideraba como una inspiración del cielo. Esto sucedió en
el año 437.
Por muchos siglos ha sido
muy comentada la bella respuesta que un obispo le dio a Mónica cuando ella le
contó que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar
a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió :
"Este tranquila, es imposible que se pierda el Hijo de tantas
lagrimas". Esta admirable respuesta y lo que había oído en el sueño, la
llenaban de consuelo y esperanza, a pesar de que Agustín no daba la menor señal
de arrepentimiento. Y sucedió que en año 387, Agustín al leer unas
frases de San Pablo sintió una impresión extraordinaria y se propuso cambiar de
vida.
Envió lejos a la mujer con
la cual vivía en unión libre, dejo sus vicios y malas costumbres.Se hizo instruir en la
religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo
bautizar.
YO PUEDO MORIR TRANQUILA
: Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano,
a su tierra, en el África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco.
Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver
la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí
en una casa junto al mar, por la noche al ver el cielo estrellado platicando
con Agustín acerca de como serán las alegrías que tendremos en el cielo, y
ambos se emocionaban comentando y meditando los goces celestiales que nos
esperan. En determinado momento exclamo entusiasmada : " ¿ Y a mí que más
me puede amarrar a la tierra ? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano
católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios". Poco después le
invadió la fiebre, y en pocos días se agravo y murió.
Lo único que pidió a sus
dos hijos es que no dejaran de rezar por el descanso de su alma. Murió en el
año 387 a los 55 años de edad. Miles de madres y de esposas se han
encomendado en todos estos siglos a Santa Mónica, para que les ayude a convertir
a sus esposos e hijos, y han conseguido conversiones admirables.
Oremos
Dios de bondad, consolador de los que lloran, tú que, lleno de compasión, acogiste las lágrimas que Santa Mónica derramaba pidiendo la conversión de su hijo Agustín, concédenos, por la intercesión de ambos, el arrepentimiento sincero de nuestros pecados y la gracia de tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Oh Dios, consuelo de los que lloran, que acogiste piadosamente las lágrimas de santa Mónica impetrando la conversión de su hijo Agustín, concédenos, por intercesión de madre e hijo, la gracia de llorar nuestros pecados y alcanzar tu misericordia y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
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Santos Marcelino, Mannea, Juan, Serapio y Pedro, mártires
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Santa Eulalia, virgen y mártir, Lentini (Sicilia), s. III
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San Narno de Bérgamo, obispo
San Poemeno, abad
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miércoles 27 Agosto
2014
San Marcelino Tomes del Ponto
Santos Marcelino, Mannea, Juan, Serapio y Pedro, mártires
En Tomis (hoy Costanza), lugar de Escitia, santos mártires
Marcelino, tribuno, su esposa Mannea, Juan, el hijo de ambos, Serapio,
clérigo, y Pedro, soldado.
No es infrecuente que en la
transmisión de los datos hagiográficos un copista, por desconocimiento o mera
confusión, cambiara el nombre de una ciudad por otra. En el caso de estos
mártires, la hagiografía tradicional los sitúa en Thmuis, de Egipto, en vez de Tomis, en el Mar Negro (actual Constanza
de Rumania). El relato de las «actas» narra lo siguiente:
El gobernador de la Tebaida, en
Egipto, mandó que compareciesen ante él los diecisiete cristianos de Oxirrinco que habían sido denunciados como
«los únicos que se oponen al decreto imperial, insultan a los dioses con su
impiedad y desprecian a este tribunal, burlándose de vuestros mandatos». Eran
éstos: el tribuno Marcelo, su esposa Mamea y sus dos hijos; un obispo y tres
clérigos; un soldado, siete laicos y una mujer. El gobernador, ante el cual
comparecieron en Thmuis cargados de cadenas, trató de
persuadirlos para que obedeciesen; como no lo consiguiese, los condenó a las
fieras. Al día siguiente, ya en el anfiteatro, intentó todavía salvarlos,
diciéndoles: «¿No os avergonzáis de adorar a un hombre que murió y fue sepultado
hace mucho tiempo por orden de Poncio Pilato? Según me dicen, todavía se
conservan las actas de ese proceso». Los cristianos no prestaron oídos a las
palabras del gobernador. El autor de las «actas» pone en labios del obispo Milecio una confesión de la divinidad de Jesucristo claramente
inspirada en las controversias arrianas y las definiciones del Concilio de
Nicea. Los mártires murieron por la espada, según se refiere, porque los osos
no les hicieron daño alguno y el fuego los dejó ilesos.
La evidencia de culto antiguo no
alcanza a los diecisiete mártires mencionados en estas «actas» sino a los cinco
que se mencionan en el elogio. Las actas se encuentran en Acta Sanctorum,
agosto, vol VI, pp. 14-15.
fuente: «Vidas de los
santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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miércoles
27 Agosto 2014
Santa Eulalia Lentini
Santa Eulalia, virgen y mártir, Lentini (Sicilia), s. III
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miércoles
27 Agosto 2014
San
Narno de Bérgamo
San Narno de Bérgamo, obispo
El Hno. Branca de Gandino (siglo XIII) es el más
antiguo escritor que menciona a san Narno;
colocó al santo como obispo de Bérgamo, después de la persecución de Dioclesiano. Recibió la tarea
episcopal probablemente hacia mediados del siglo IV; según algunos estudiosos
en los años 334 a 345, y fue de san Ambrosio de quien recibió la ordenación
como tercer obispo de Bérgamo.
Su lugar de nacimiento es
desconocido, podría ser Castione, Ogna o Villa d'Ogna, pero parece preferible Ogna (en Bérgamo); habría hecho
construir la primitiva basílica alejandrina, de la que fue promotora santa
Grata. Murió en su sede de Bérgamo, hacia el 345, y fue sepultado a cuatro
metros de profundidad del coro, en la cripta de la antigua iglesia alejandrina,
que era el lugar de martirio de san Alejandro. Allí fue honrado Narno con un altar, y la
celebración anual de una liturgia solemne.
En 1561 se demolió la
antigua basílica de San Alejandro, por orden de Venecia -que dominaba en la
región-, y las reliquias de san Narno,
junto a la de su sucesor san Viator
y de otros santos, fueron trasladadas a la iglesia de San Vicente, actual
catedral de San Alejandro, donde hasta hoy se veneran. Durante estos trabajos
se encontró una lápida antigua que inidicaba el lugar donde estaban sepultados, ya sea san Narno, o san Viator, indicando «Episcopus Narnus Christi Confessor». Si a Narno le correspondió el título
de «confesor», que antiguamente correspondía a quienes habían sufrido como
mártires sin haber muerto por ello, es posible que Narno haya sufrido en su
juventud maltratos por la fe, en época de la persecución de Dioclesiano.
fuente: Santi e Beati
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miércoles
27 Agosto 2014
San Poemeno de Tebaida
San Poemeno, abad
En el territorio de
Tebaida, en Egipto, san Poemeno, abad, tenido en suma
consideración entre los anacoretas y de quien se refieren múltiples máximas
llenas de sabiduría.
Poimén -cuyo nombre significa
«pastor»- fue un célebre «Padre del desierto». Retirado al desierto egipcio de Scete con un hermano más joven y
uno más anciano; en el 408 los tres fueron obligados a abandonar, por las
incursiones de los bereberes, ese primer asentamiento, y buscar refugio entre
las ruinas del templo de Terenuthis. Anubis -el hermano anciano- y Poimén, se alternaban en la guía
de la minúscula comunidad. Por la mañana trabajaban hasta el mediodía, leían
luego hasta las tres de la tarde, después se dedicaban a la recogida de leña,
comida, y otras eventuales necesidades. De las doce horas nocturnas sólo cuatro
las dedicaban al reposo, mientras que las restantes las repartían entre el
trabajo y el canto del Oficio.
Poimén pasaba días, e incluso
semanas, sin comer nada. A sus compañeros recomendaba, sin embargo, ayunar con
moderación y alimentarse suficientemente cada día. Los monjes no podían beber
vino, ni realizar ningún acto que de una u otra manera satisficiera los sentidos.
Poimén temía sobre todo cualquier
interrupción de su vida solitaria, y una vez rechazó ver a su madre, afirmando
que al renunciar al placer de verla aquí en la tierra, tendría mayor gozo al
encontrarla en el cielo.. El santo es recordado principalmente por su piedad y
por sus proverbios, difundidos a través de las colecciones de «Sentencias de
los Padres del desierto». La liturgia bizantina define al santo como «lámpara
del universo y modelo para los monjes».
Algunas sentencias
atribuidas al abad:
-El abad José preguntó al
abad Poimén: «Dime ¿cómo llegaré a ser
monje?». Y el anciano le dijo: «Si quieres encontrar la paz en este mundo y en
el otro, di en toda ocasión: "¿Quién soy yo?" y no juzgues a nadie».
-Un hermano le preguntó
también: «Si veo una falta de un hermano, ¿es bueno ocultarla?». Y le dijo el
anciano: «Cada vez que tapamos el pecado de nuestro hermano, Dios tapa también
el nuestro. Y cada vez que denunciamos las faltas de los hermanos, Dios hace lo
mismo con las nuestras».
-En cierta ocasión un
hermano cometió una falta en un cenobio. En las cercanías vivía un anacoreta
que no salía de su celda desde hacía mucho tiempo. Y el abad del monasterio fue
a hablarle de aquel hermano culpable. Y él dijo: «Expúlsalo». Se le arrojó de
la congregación y se refugió en una fosa y allí lloraba desconsolado. Pasaron
unos hermanos que iban a visitar al abad Poimén
y le oyeron llorar. Bajaron a donde estaba y le vieron inmerso en un gran dolor
y le aconsejaron que fuese a ver a aquel anacoreta. Pero él rehusó diciendo:
«Moriré aquí». Al llegar los hermanos donde estaba el abad Poimén se lo contaron, y éste les
pidió que volviesen donde el hermano y le dijesen: «El abad Poimén te llama». Y el hermano se
puso en camino. Al ver su dolor, el anciano se levantó, le abrazó y con gran
alegría le invitó a comer. Luego envió a uno de sus hermanos para que fuese al
anacoreta con este mensaje: «Me han hablado mucho de ti y hace muchos años que
quiero verte, pero por nuestra mutua pereza no hemos podido vernos. Pero ahora,
gracias a Dios, tenemos una oportunidad. Tómate la molestia de venir hasta aquí
para que podamos vernos.» Pues, en efecto, el ermitaño nunca salía de su celda.
Al recibir este mensaje el eremita pensó: «Si el anciano no tuviese alguna
revelación de Dios para mí, no me hubiese llamado a buscar». Se levantó y fue a
su encuentro. Después de saludarse mutuamente con gran alegría se sentaron. Y
el abad Poimén comenzó a decir: «Dos
hombres vivían en un mismo lugar y cada uno tenía en su casa un difunto. Pero
uno de ellos dejó su muerto y se fue a llorar por el difunto del otro». A estas
palabras el anciano se arrepintió acordándose de lo que había hecho, y dijo: «Poimén está arriba en el cielo.
Yo abajo en la
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Santo(s)
del día
Santa
Mónica de Tagaste
San Rufo de Capua
San Marcelino Tomes del Ponto
Santa Eulalia Lentini
Santa Antusa (S. III)
San Narno de Bérgamo
San Siagrio de Autun
San Licerio de Couserans
San Poemeno de Tebaida
Santa Margarita Viuda
San Severino (1395)
San Cesáreo de Arlés
San Juan de Pavia
San Gebardo de Costanza
San Guarino de Sión
San Amadeo de Lausana
Beato Ángel Conti
Beato Rogerio Cadwalador
Beatos Francisco de Santa María
San David Lewis
San Rufo de Capua
San Marcelino Tomes del Ponto
Santa Eulalia Lentini
Santa Antusa (S. III)
San Narno de Bérgamo
San Siagrio de Autun
San Licerio de Couserans
San Poemeno de Tebaida
Santa Margarita Viuda
San Severino (1395)
San Cesáreo de Arlés
San Juan de Pavia
San Gebardo de Costanza
San Guarino de Sión
San Amadeo de Lausana
Beato Ángel Conti
Beato Rogerio Cadwalador
Beatos Francisco de Santa María
San David Lewis
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