martes 19
Agosto 2014
San Juan Eudes
San Juan Eudes, presbítero y fundador
echa: 19 de
agosto
n.: 1601 - †: 1680 - país: Francia
canonización: B: Pío X 25 abr 1909 - C: Pío XI 31 may 1925
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1601 - †: 1680 - país: Francia
canonización: B: Pío X 25 abr 1909 - C: Pío XI 31 may 1925
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Juan Eudes, presbítero, que durante
muchos años se dedicó a la predicación en las parroquias y después fundó la
Congregación de Jesús y María, para la formación de los sacerdotes en los
seminarios, y otra de religiosas de Nuestra Señora de la Caridad, para fortalecer
en la vida cristiana a las mujeres arrepentidas. Fomentó de una manera especial
la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, hasta que en Caen, de
la región de Normandía, en Francia, descansó piadosamente en el Señor.
Queridos hermanos y
hermanas:
Se celebra hoy la memoria
litúrgica de san Juan Eudes, apóstol incansable de la
devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y María, quien vivió en Francia en
el siglo XVII, siglo marcado por fenómenos religiosos contrapuestos y también
por grandes problemas políticos. Es el tiempo de la guerra de los Treinta Años,
que devastó no sólo gran parte de Europa central, sino que también devastó las
almas.
Mientras se difundía el
desprecio por la fe cristiana por parte de algunas corrientes de pensamiento
que entonces eran dominantes, el Espíritu Santo suscitaba una renovación
espiritual llena de fervor, con personalidades de alto nivel como la de Bérulle, san Vicente de Paúl, san
Luis María Grignon de Montfort y san Juan Eudes. Esta gran "escuela
francesa" de santidad tuvo también entre sus frutos a san Juan María Vianney. Por un misterioso
designio de la Providencia, mi venerado predecesor, Pío XI, proclamó santos al
mismo tiempo, el 31 de mayo de 1925, a Juan Eudes
y al cura de Ars, ofreciendo a la Iglesia y
al mundo entero dos extraordinarios ejemplos de santidad sacerdotal.
En el contexto del Año
Sacerdotal, quiero detenerme a subrayar el celo apostólico de san Juan Eudes, en particular dirigido a
la formación del clero diocesano. Los santos son la verdadera interpretación de
la Sagrada Escritura. Los santos han verificado, en la experiencia de la vida,
la verdad del Evangelio; de este modo, nos introducen en el conocimiento y en
la compresión del Evangelio.
El Concilio de Trento, en
1563, había emanado normas para la erección de los seminarios diocesanos y para
la formación de los sacerdotes, pues el Concilio era consciente de que toda la
crisis de la reforma estaba también condicionada por una insuficiente formación
de los sacerdotes, que no estaban preparados de la manera adecuada para el
sacerdocio, intelectual y espiritualmente, en el corazón y en el alma. Esto
sucedía en 1563; pero dado que la aplicación y la realización de las normas
llevaban tiempo, tanto en Alemania como en Francia, san Juan Eudes vio las consecuencias de
este problema.
Movido por la lúcida
conciencia de la gran necesidad de ayuda espiritual que experimentaban las
almas precisamente a causa de la incapacidad de gran parte del clero, el santo,
que era párroco, instituyó una congregación dedicada de manera específica a la
formación de los sacerdotes. En la ciudad universitaria de Caen, fundó el
primer seminario, experiencia sumamente apreciada, que muy pronto se amplió a
otras diócesis.
El camino de santidad, que
él recorrió y propuso a sus discípulos, tenía como fundamento una sólida
confianza en el amor que Dios reveló a la humanidad en el Corazón sacerdotal de
Cristo y en el Corazón maternal de María. En aquel tiempo de crueldad, de pérdida
de interioridad, se dirigió al corazón para dejar en el corazón una palabra de
los salmos muy bien interpretada por san Agustín.
Quería recordar a las
personas, a los hombres, y sobre todo a los futuros sacerdotes, el corazón,
mostrando el Corazón sacerdotal de Cristo y el Corazón maternal de María. El
sacerdote debe ser testigo y apóstol de este amor del Corazón de Cristo y de María.También hoy se experimenta la
necesidad de que los sacerdotes testimonien la infinita misericordia de Dios
con una vida totalmente "conquistada" por Cristo, y aprendan esto
desde los años de su formación en los seminarios.
El Papa Juan Pablo II,
después del Sínodo de 1990, emanó la exhortación apostólica Pastores dabo vobis, en la que retoma y
actualiza las normas del Concilio de Trento y subraya sobre todo la necesaria
continuidad entre el momento inicial y el permanente de la formación; para él,
para nosotros, es un verdadero punto de partida para una auténtica reforma de
la vida y del apostolado de los sacerdotes, y es también el punto central para
que la "nueva evangelización" no sea simplemente un eslogan
atractivo, sino que se traduzca en realidad. Los cimientos de la formación del
seminario constituyen ese insustituible "humus spirituale" en el que es posible
"aprender a Cristo", dejándose configurar progresivamente por Él,
único Sumo Sacerdote y Buen Pastor.
El tiempo del seminario
debe ser visto, por tanto, como la actualización del momento en el que el Señor
Jesús, después de haber llamado a los apóstoles y antes de enviarles a
predicar, les pide que se queden con Él (Cf. Marcos 3,14). Cuando san
Marcos narra la vocación de los doce apóstoles, nos dice que Jesús tenía un
doble objetivo: el primero era que estuvieran con Él, el segundo que fueran
enviados a predicar. Pero al ir siempre con Él, realmente anuncian a Cristo y llevan
la realidad el Evangelio al mundo.
En este Año Sacerdotal os
invito a rezar, queridos hermanos y hermanas, por los sacerdotes y por quienes
se preparan a recibir el don extraordinario del sacerdocio ministerial.
Concluyo dirigiendo a todos la exhortación de san Juan Eudes, que dice así a los
sacerdotes: "Entregaros a Jesús para entrar en la inmensidad de su gran
Corazón, que contiene el Corazón de su santa Madre y de todos los santos, y
para perderos en este abismo de amor, de caridad, de misericordia, de humildad,
de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad" (Coeur
admirable,
III, 2).
©
Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
Señor, tú que elegiste a San Juan Eudes para que nos anunciara las insondables riquezas de Cristo, haz que nosotros, siguiendo su ejemplo y enseñanzas, te conozcamos cada vez mejor y vivamos cada día con mayor fidelidad el mensaje del Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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(25) Santo(s)
del día
San
Juan Eudes
San Julio Roma
San Andrés Cilicia
San Timoteo de Gaza
San Magno Anagni
San Donato de Sisteron
San Mariano Berry
San Magno de Lacio
San Magín de Tarragona
San Andrés de Cilicia
San Sixto III
San Bertulfo de Liguria
San Sebaldo de Nüremberg
San Bartolomé de Simero
Beato Guerrico de Igny
Beato León II
San Luis de Toulouse
Beato Jordán de Pisa
Beato Ángel de Acquapagana
Beato Damián de Hagi
Beato Hugo Green
Beato Francisco Ibáñez Ibáñez
Beato Tomás Sitjar Fortiá
Beatas Elvira de la Natividad
San Ezequiel Moreno Díaz
San Julio Roma
San Andrés Cilicia
San Timoteo de Gaza
San Magno Anagni
San Donato de Sisteron
San Mariano Berry
San Magno de Lacio
San Magín de Tarragona
San Andrés de Cilicia
San Sixto III
San Bertulfo de Liguria
San Sebaldo de Nüremberg
San Bartolomé de Simero
Beato Guerrico de Igny
Beato León II
San Luis de Toulouse
Beato Jordán de Pisa
Beato Ángel de Acquapagana
Beato Damián de Hagi
Beato Hugo Green
Beato Francisco Ibáñez Ibáñez
Beato Tomás Sitjar Fortiá
Beatas Elvira de la Natividad
San Ezequiel Moreno Díaz
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