sábado 02
Agosto 2014
San Pedro Julián Eymard
San Pedro Julián Eymard, presbítero y fundador
San Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue
primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María.
Adorador eximio del misterio eucarístico, instituyó dos nuevas congregaciones,
una de clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad
fecha: 2 de
agosto
fecha en el calendario anterior: 3 de agosto
n.: 1811 - †: 1868 - país: Francia
canonización: B: Pío XI 12 jul 1925 - C: Juan XXIII 9 dic 1962
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 3 de agosto
n.: 1811 - †: 1868 - país: Francia
canonización: B: Pío XI 12 jul 1925 - C: Juan XXIII 9 dic 1962
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Pedro Julián nació en un
pueblito de la diócesis francesa de Grénoble, llamado Mure d'Isére,
en el año 1811. En la misma diócesis ocurrieron las apariciones de la Virgen en
La Salette. Trabajó con
su padre en su fábrica de cuchillos y mas tarde en una prensa de aceite, hasta
que cumplió 18 años. En sus horas libres estudiaba latín y recibía clases de un
sacerdote de Grénoble, con quien también trabajo
por un tiempo.
En 1831 entra en el
seminario de Grénoble y en tres años es ordenado
sacerdote. En sus primeros cinco años de sacerdote sirvió en una
parroquia en Chatte y Monteynard. Luego pidió permiso al
obispo para ingresar en la Congregación de los Maristas. El obispo le concede
diciendo: "La mejor prueba de estima que puedo dar a esa congregación es
permitir a un sacerdote como vos ingresar en ella". Al terminar su noviciado,
Pedro Julián fue nombrado director espiritual del seminario menor de Belley y mas tarde fue elegido
provincial de Lyon en 1845.
El centro de su vida
espiritual había sido siempre la devoción al Santísimo Sacramento. El santo
decía: "Sin El, perdería yo mi alma". El santo nos relata una
experiencia extraordinaria en una procesión de Corpus Christi, mientras llevaba
al Santísimo en sus manos: "Mi alma se inundó de fe y de amor por Jesús en
el Santísimo Sacramento. Las dos horas pasaron como un instante. Puse a los
pies del Señor a la Iglesia de Francia, al mundo entero, a mi mismo. Mis ojos
estaban llenos de lágrimas, como si mi corazón fuese un lagar. Hubiese yo
querido en ese momento que todos los corazones estuvieran con el mío y se
incendiaran con un celo como el de San Pablo".
Hizo una peregrinación al
Santuario de Nuestra Señora de Fourviéres en 1851: "Me obsesionaba la idea de que no hubiese
ninguna congregación consagrada a glorificar al Santísimo Sacramento, con una
dedicación total. Debía existir esa congregación ... Entonces prometí a María
trabajar para ese fin. Se trataba aún de un plan muy vago y no me pasaba por la
cabeza abandonar la Compañía de María...¡Que horas tan maravillosas pasé ahí!
".
Fue aconsejado por sus
superiores a no tomar ninguna decisión hasta que su proyecto estuviera más
maduro. Después de 4 años en la Seyne,
alentado por los mismos fundadores de los Maristas, Pío IX y el venerable Juan Colin, decide salir de la
Compañía de María para fundar la nueva Congregación de Sacerdotes adoradores
del Santísimo Sacramento, en 1856. Presenta su plan al Monseñor Sibour, Arzobispo de París.
Recibió la aprobación de Mons. Sibour
a los 12 días.
Pedro Julián junto con un
compañero se instaló en la casa que el mismo Monseñor puso a su disposición. El
6 de enero de 1857, en la capilla de la casa, Julián por primera vez expuso el
Santísimo Sacramento y predicó en la nueva congregación. El Padre Eymard tuvo que enfrentar muchas
críticas por haberse salido de la Compañía de María y sufrió oposición a su
obra. El Santo les decía: "No comprenden la obra y creen que hacen bien en
oponerse a ella. Ya sabía yo que la obra iba a ser perseguida. ¿Acaso el Señor
no fue perseguido durante su vida?".
Muchos eran los llamados,
pero pocos los escogidos. Los P.P. de Cuers
y Champion fueron los primeros
miembros de la Congregación. El progreso fue lento y con muchas dificultades.
Tuvieron que cambiar de casa. En 1858 consiguieron una capillita en el suburbio
de Saint-Jacques. El P. Eymard llamó a ese lugar "la
capilla de los milagros" porque por 9 años, el Señor se derramó allí en
abundancia. El Santísimo se exponía 3 veces por semana. El siguiente año, Pío
IX emitió un breve en alabanza a la congregación.
Se abre la segunda casa en
Marsella y la tercera en Angers en 1862. Para entonces habían suficientes
miembros para establecer un noviciado regular. Los sacerdotes rezan el oficio
divino en coro y ejercen ministerios pastorales. Su principal misión es la adoración
del Santísimo Sacramento, en lo cual ayudan los hermanos legos.
El P. Eymard funda la congregación de
las Siervas del Santísimo Sacramento en 1852, también dedicadas a la adoración
perpetua y a propagar el amor al Señor. También funda la Liga Eucarística
Sacerdotal cuyos miembros se comprometen a una hora diaria de oración ante el
Santísimo. Trabajar con los sacerdotes y religiosas no fue su único
objetivo. Funda la "Obra de Adultos", organización que se dedica a
preparar a hombres y mujeres adultos para la primera comunión cuando por razón
de edad o trabajo no podían asistir a la catequesis parroquial.
Organizó la Archicofradía
del Santísimo Sacramento que luego el derecho canónico ordena establecer en
todas las parroquias. Escribió varias obras sobre la Eucaristía que han sido
traducidas a varios idiomas. Muchos lo consideraban un verdadero
santo, se le notaba en todo: en su vida diaria llena de obras y virtudes, en
especial el amor, y en sus dones sobrenaturales. Tenía visiones proféticas,
adivinaba los pensamientos y leía los corazones.
San Juan Bautista Vianney lo conoció personalmente y
dijo de él: "Es un santo. El mundo se opone a su obra porque no la conoce,
pero se trata de una empresa que logrará grandes cosas por la gloria de Dios.
¡Adoración Sacerdotal, que maravilla! ... Decid al P. Eymard que pediré diariamente por
su obra". En sus últimos años de vida, el P. Eymard tuvo una gota reumática,
padecía de insomnio y otras tantas enfermedades. A sus sufrimientos se añadían
innumerables dificultades.
Una vez dejó ver el
desaliento que sufría, según escribe el P. Mayet
en 1868: "Nos abrió su corazón y nos dijo: 'Estoy abrumado bajo el peso de
la cruz, aniquilado, deshecho'. Necesitaba el consuelo de un amigo, ya que,
según nos explicó: 'Tengo que llevar la cruz totalmente solo para no asustar o
desalentar a mis hermanos' ". Presentía su muerte. Su hermana
le pidió en febrero que fuera con mas frecuencia a Mure, el le dijo:
"Volveré mas pronto de lo que imaginas".
El P. Eymard fue a visitar a sus amigos
y penitentes, hablándoles como si fuese la última vez que los veía. El 21 de
febrero el Padre Eymard salió de Grénoble rumbo a la Mure. Por el
intenso calor y cansancio, llega casi sin conocimiento y con un ataque de
parálisis parcial. Muere el 1 de agosto. Antes de finalizar ese año
ocurren varios milagros en su tumba. En 1895 la Santa Sede confirmó la Congregación
"in perpetuum".
El Padre Eymard es beatificado en 1925 y
es canonizado el 9 de diciembre de 1962 por S.S. Juan XXIII. J.M. Lambert, Colección Les Saints (1925).
Oremos
Señor Dios, que llenaste el corazón de San Pedro Julián con un gran amor a los sagrados misterios del Cuerpo y Sangre de tu Hijo, concédenos recibir de cada eucaristía una abundante fortaleza espiritual. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.
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sábado 02
Agosto 2014
San Eymard (La Eucaristía)
San Pedro Julián Eymard
La
Eucaristía
(La Présence réelle, vol. HI, Paris 1950. Pp.
270 – 271. 307 – 308) La Eucaristía, Sacramento de
Vida La Eucaristía es la vida de todo los hombres.
La Eucaristía les ofrece un
principio de vida. Todo pueden acudir, sin impedimento alguno ni de
nacionalidad ni de lengua, a celebrar las fiestas sagradas de la Iglesia.
La Eucaristía les entrega
una ley de vida, más aún de caridad, cuyo manantial es éste sacramento, que por
eso produce este efecto: crea entre ellos un vínculo común, como cristiana
familiaridad. Todos comen del mismo pan, todos son
comensales de Cristo, quien suscita entre ellos, sobrenaturalmente, una
concordia de vida fraterna.
Lo leemos en los Hechos de
los Apóstoles. allí se afirma que la multitud de los primeros cristianos,
judíos convertidos y paganos bautizados, proveniente de diversas regiones, eran
un solo corazón y una sola alma. ¿ porqué? Porque se reunían asiduamente para
escuchar las enseñanzas de los Apóstoles y participaban en la fracción del pan.
La Eucaristía es la vida
del alma y de la sociedad humana, como el sol es la vida de los cuerpos y del
orbe de la tierra. Sin sol la tierra es estéril, él la alegra, la adorna y
enriquece; concede a los cuerpos energía, fuerza, belleza. Ante estos efectos
admirables no debemos sorprendernos de que los paganos le tributaran culto como
a dios del mundo.
El astro del día obedece y
está sometido al Sol supremo, el Verbo divino, Jesucristo, que ilumina a todo
los que vienen a éste mundo y que obra el mismo por la Eucaristía, sacramento
de vida, en el interior de las almas, de tal modo que informa a las familias y
naciones: feliz y ciertamente felicísima el alma fiel que encuentra este tesoro
escondido, que sacia su sed en el manantial de la vida, que come a menudo este
Pan de vida.
Además la comunidad de los
cristianos es una familia. El vínculo entre sus miembros es Jesús-eucaristía.
Él es el Padre que prepara la mesa a su familia. En la Cena fue promulgada la
fraternidad cristiana al mismo tiempo que la paternidad de Jesucristo; Él mismo
llama a sus Apóstoles filiolos, es decir «hijitos míos»,
y les manda que se amen unos a otros como Él los amó.
En la Mesa Santa todos son
hijos que reciben un mismo pan, y San Pablo concluye por esto que
ellos constituyen una familia, un mismo cuerpo, porque todos participan de un
único pan, que es Jesucristo. La Eucaristía finalmente comunica a la comunidad
cristiana la virtud de observar la ley del respeto y la caridad para con el
prójimo.
Jesucristo manda honrar y
amar a sus hermanos. Por eso Él se reviste de la persona de ellos: lo que
hicieron al mas pequeño de mis hermanos, a mí me lo hicieron; Él se entrega a
cada uno mediante la Santa Comunión.
Oremos
Señor Dios, que llenaste el corazón de San Pedro Julián con un gran amor a los sagrados misterios del Cuerpo y Sangre de tu Hijo, concédenos recibir de cada eucaristía una abundante fortaleza espiritual. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.
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sábado 02
Agosto 2014
San Esteban I
San Esteban I, papa
fecha: 2 de
agosto
†: 257 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: 257 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Roma, en el cementerio
de Calixto, san Esteban I, papa, el cual, para afirmar claramente que la unión
bautismal de los cristianos con Cristo se cumplía una sola vez, prohibió que
los herejes que quisieran volver a la plena comunión con la Iglesia fueran de
nuevo bautizados.
San Esteban nació en Roma.
Cuando sucedió al papa san Lucio I, era ya sacerdote. Poseemos muy
pocos datos sobre él y casi todos provienen de los escritos de sus enemigos. El
acontecimiento más importante de su pontificado fue la controversia sobre la
validez del bautismo administrado por los herejes. San
Cipriano y
los obispos africanos sostenían que tal bautismo era inválido y que debía
administrarse nuevamente el sacramento cuando un hereje se convertía al
catolicismo. Muchos obispos de Asia se inclinaban también por esa opinión. San
Esteban sostuvo la validez del bautismo de los herejes, cuando éstos empleaban
la fórmula prescrita por la Iglesia. Firmiliano de Cesarea de Capadocia atacó por
ello muy duramente al Pontífice. Tanto san Cipriano como san Esteban se dejaron
llevar por la impaciencia en la controversia. San Esteban declaró: «Guardémonos
de introducir innovaciones en la tradición que hemos recibido» y se negó a
recibir a los delegados africanos que sostenían la tesis de san Cipriano. El
santo Pontífice llegó hasta a amenzar
de excomunión a los defensores de la opinión contraria; sin embargo, como
escribe san Agustín, «lleno de la compasión que es fruto de la caridad, juzgó
más prudente mantener la unión, y la paz de Cristo triunfó en los corazones».
Desgraciadamente no se llegó a resolver entonces la cuestión. La persecución de
Valeriano comenzó el año de la muerte de san Esteban. Un escrito popular narra
el martirio del santo Pontífice. Sin embargo, es muy difícil probar que haya
sido realmente mártir, pues los datos antiguos de importancia no dicen ni una
palabra sobre ello y la primitiva tradición romana afirmaba que el santo había
muerto en su lecho. En el Martirologio actual no se lo cataloga como mártir.
En su edición del Liber Pontificalis y en su obra, Histoire ancienne de l'Eglise (vol. I, pp. 419-432),
Mons. Duchesne dilucida muchos puntos de
interés. Las fuentes principales son la Hist.
Eccles. de Eusebio, y las cartas
de san Cipriano, Firmiliano y san Dionisio de
Alejandría. F. C. Conybeare descubrió en un documento
armenio un amplio fragmento de una carta de Dionisio a san Esteban, y lo
publicó en English Historical Review, vol. XXV (1910), pp.
111-113.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston,
SI
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_18 _Santo(s)
del día
San
Pedro Julián Eymard
San Eymard (La Eucaristía)
San Eusebio de Vercelli
Beato Ceferino Giménez Malla
Santa Centolla de Burgos
San Máximo de Padua
San Sereno de Marsella
San Esteban I
San Betario de Chartres
San Pedro de Osma
Beata Juana de Aza
Santa Teódota Nicea
Beato Felipe de Jesús
San Rutilo de África
Beato Justino María Russolillo
San Máximo Padua
La Porciúncula de Asís
Beato Francisco Tomás Serer
San Eymard (La Eucaristía)
San Eusebio de Vercelli
Beato Ceferino Giménez Malla
Santa Centolla de Burgos
San Máximo de Padua
San Sereno de Marsella
San Esteban I
San Betario de Chartres
San Pedro de Osma
Beata Juana de Aza
Santa Teódota Nicea
Beato Felipe de Jesús
San Rutilo de África
Beato Justino María Russolillo
San Máximo Padua
La Porciúncula de Asís
Beato Francisco Tomás Serer
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