miércoles
20 Agosto 2014
San
Bernardo de Claraval
San Bernardo de Claraval, abad y doctor de la Iglesia
fecha: 20 de
agosto
n.: c. 1090 - †: 1153 - país: Francia
otras formas del nombre: Bernardo de Clairvaux
canonización: C: Alejandro III 18 ene 1174
n.: c. 1090 - †: 1153 - país: Francia
otras formas del nombre: Bernardo de Clairvaux
canonización: C: Alejandro III 18 ene 1174
hagiografía: Vaticano
Memoria de san Bernardo,
abad y doctor de la Iglesia, el cual, habiendo ingresado junto con treinta
compañeros en el nuevo monasterio del Císter, fue después fundador y primer
abad del monasterio de Clairvaux, donde dirigió sabiamente,
con la vida, la doctrina y el ejemplo, a los monjes por el camino de los
mandamientos del Señor. Recorrió una y otra vez Europa para restablecer la paz
y la unidad e iluminó a toda la Iglesia con sus escritos y sus sabias exhortaciones,
hasta que descansó en el Señor cerca de Langres,
en Francia.
patronazgo: patrono de varias regiones y ciudades europeas, de los
apicultores y fabricantes de velas; protector contra las obsesiones, las
enfermedades de infancia, las enfermedades de los animales, contra las
tormentas y el mal tiempo, y para invocar en la hora de la muerte.
refieren a este santo: San Balduíno, San
Esteban Harding, Beato Eugenio III,Beato Gerardo
de Clairvaux, San Malaquías de Down y Connor
Queridos hermanos y
hermanas,
hoy quisiera hablar sobre
san Bernardo de Claraval, llamado el “último de los
Padres” de la Iglesia, porque en el siglo XII, una vez más, renovó e hizo
presente la gran teología de los padres. No conocemos en detalle los años de su
juventud; sabemos con todo que él nació en 1090 en Fontaines, en Francia, en una
familia numerosa y discretamente acomodada.
De jovencito, se prodigó en
el estudio de las llamadas artes liberales – especialmente de la gramática, la
retórica y la dialéctica – en la escuela de los Canónicos de la iglesia de
Saint-Vorles, en Châtillon-sur-Seine, y maduró lentamente la
decisión de entrar en la vida religiosa. En torno a los veinte años entró en Cîteaux (Císter, n.d.t.), una fundación monástica
nueva, más ágil respecto de los antiguos y venerables monasterios de entonces
y, al mismo tiempo, más rigurosa en la práctica de los consejos evangélicos.
Algunos años más tarde, en
1115, Bernardo fue enviado por san Esteban Harding,
tercer Abad del Císter, a fundar el monasterio de Claraval (Clairvaux). El joven abad, tenía
sólo 25 años, pudo aquí afinar su propia concepción de la vida monástica, y
empeñarse en traducirla en la práctica. Mirando la disciplina de otros
monasterios, Bernardo reclamó con decisión la necesidad de una vida sobria y
mesurada, tanto en la mesa como en la indumentaria y en los edificios
monásticos, recomendando la sustentación y el cuidado de los pobres. Entretanto
la comunidad de Claraval era cada vez en más
numerosa, y multiplicaba sus fundaciones.
En esos mismos años, antes
de 1130, Bernardo emprendió una vasta correspondencia con muchas personas,
tanto importantes como de modestas condiciones sociales. A las muchas Cartas de
este periodo hay que añadir los numerosos Sermones, como también Sentencias y
Tratados. Siempre a esta época asciende la gran amistad de Bernardo con
Guillermo, abad de Saint-Thierry, y con Guillermo de Champeaux, una de las figuras más
importantes del siglo XII. Desde 1130 en adelante empezó a ocuparse de no pocos
y graves cuestiones de la Santa Sede y de la Iglesia.
Por este motivo tuvo que
salir más a menudo de su monasterio, e incluso fuera de Francia. Fundó también
algunos monasterios femeninos, y fue protagonista de un vivo epistolario con
Pedro el Venerable, abad de Cluny, sobre el que hablé el pasado miércoles.
Dirigió sobre todo sus escritos polémicos contra Abelardo, un gran pensador que
inició una nueva forma de hacer teología, introduciendo sobre todo el método
dialéctico-filosófico en la construcción del pensamiento teológico.
Otro frente contra el que
Bernardo luchó fue la herejía de los Cátaros, que despreciaban la materia y el
cuerpo humano, despreciando, en consecuencia, al Creador. Él, en cambio, se
sintió en el deber de defender a los judíos, condenando los cada vez más difundidos
rebrotes de antisemitismo. Por este último aspecto de su acción apostólica,
algunas decenas de años más tarde, Ephraim,
rabino de Bonn, dedicó a Bernardo un vibrante homenaje.
En ese mismo periodo el
santo abad escribió sus obras más famosas, como los celebérrimos Sermones sobre
el Cantar de los Cantares. En los últimos años de su vida – su muerte sobrevino
en 1153 – Bernardo tuvo que limitar los viajes, aunque sin interrumpirlos del
todo. Aprovechó para revisar definitivamente el conjunto de las Cartas, de los
Sermones y de los Tratados. Merece mencionarse un libro bastante particular,
que terminó precisamente en este periodo, en 1145, cuando un alumno suyo,
Bernardo Pignatelli, fue elegido Papa con el
nombre de Eugenio III.
En esta circunstancia,
Bernardo, en calidad de Padre espiritual, escribió a este hijo espiritual el
texto De Consideratione, que contiene enseñanzas para poder ser un buen Papa. En
este libro, que sigue siendo una lectura conveniente para los Papas de todos
los tiempos, Bernardo no indica sólo como ser un buen Papa, sino que expresa
también una profunda visión del misterio de la Iglesia y del misterio de
Cristo, que se resuelve, al final, con la contemplación del misterio de Dios
trino y uno: “”Debería proseguir aún la búsqueda de este Dios, que aún no ha
sido bastante buscado”, escribe el santo abad “pero quizás se puede buscar y
encontrar más fácilmente con la oración que con la discusión. Pongamos por
tanto aquí término al libro, pero no a la búsqueda” (XIV, 32: PL 182, 808), a
estar en camino hacia Dios.
Quisiera detenerme sólo en
dos aspectos centrales de la rica doctrina de Bernardo: estos se refieren a
Jesucristo y a María Santísima, su Madre. Su solicitud por la íntima y vital
participación del cristiano en el amor de Dios en Jesucristo no trae orientaciones
nuevas en el estatus científico de la teología. Pero, de forma más decidida que
nunca, el abad de Claraval configura al teólogo con
el contemplativo y el místico.
Sólo Jesús – insiste
Bernardo ante los complejos razonamientos dialécticos de su tiempo – solo Jesús
es "miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón (mel in ore,
in aure melos, in corde iubilum)". De aquí proviene el título, que se le atribuye por
tradición, de Doctor mellifluus: su alabanza de Jesucristo “se
derrama como la miel”. En las extenuantes batallas entre nominalistas y
realistas – dos corrientes filosóficas de la época – el abad de Claraval no se cansa de repetir que
sólo hay un nombre que cuenta, el de Jesús Nazareno. "Árido es todo
alimento del alma", confiesa, "si no es rociado con este aceite; es
insípido, si no se sazona con esta sal. Lo que escribes no tiene sabor para mí,
si no leo en ello Jesús”.
Y concluye: “Cuando
discutes o hablas, nada tiene sabor para mí, si no siento resonar el nombre de
Jesús” (Sermones en Cantica Canticorum XV, 6: PL 183,847). Para
Bernardo, de hecho, el verdadero conocimiento de Dios consiste en la
experiencia personal, profunda, de Jesucristo y de su amor. Y esto, queridos
hermanos y hermanas, vale para todo cristiano: la fe es ante todo encuentro
personal íntimo con Jesús, es hacer experiencia de su cercanía, de su amistad,
de su amor, y sólo así se aprende a conocerle cada vez más, a amarlo y seguirlo
cada vez más. ¡Que esto pueda sucedernos a cada uno de nosotros!
En otro célebre sermón del
domingo dentro de la octava de la Asunción, el santo abad describió en términos
apasionados la íntima participación de María en el sacrificio redentor de su
Hijo. “¡Oh santa Madre, - exclama - verdaderamente una espada ha traspasado tu
alma!... Hasta tal punto la violencia del dolor ha traspasado tu alma, que con
razón te podemos llamar más que mártir, porque en ti la participación en la
pasión del Hijo superó con mucho en su intensidad los sufrimientos físicos del
martirio” (14: PL 183,437-438).
Bernardo no tiene dudas:
"per Mariam ad Iesum",
a través de María somos conducidos a Jesús. Él confirma con claridad la
subordinación de María a Jesús, según los fundamentos de la mariología
tradicional. Pero el cuerpo del Sermón documenta también el lugar privilegiado
de la Virgen en la economía de la salvación, dada su particularísima
participación como Madre (compassio) en el sacrificio del Hijo. No por
casualidad, un siglo y medio después de la muerte de Bernardo, Dante Alighieri,
en el último canto de la Divina Comedia, pondrá en los labios del Doctor
melifluo la
sublime oración a María: “Virgen Madre, hija de tu Hijo/ humilde y más alta
criatura/ término fijo de eterno consejo,..." (Paraíso 33, vv. 1ss.).
Estas reflexiones,
características de un enamorado de Jesús y de María como san Bernardo, provocan
aún hoy de forma saludable no sólo a los teólogos, sino a todos los creyentes.
A veces se pretende resolver las cuestiones fundamentales sobre Dios, sobre el
hombre y sobre el mundo, con las únicas fuerzas de la razón. San Bernardo, en
cambio, sólidamente fundado en la Biblia y en los Padres de la Iglesia, nos
recuerda que sin una profunda fe en Dios, alimentada por la oración y por la
contemplación, por una relación íntima con el Señor, nuestras reflexiones sobre
los misterios divinos corren el riesgo de ser un vano ejercicio intelectual, y
pierden su credibilidad.
La teología reenvía a la
“ciencia de los santos”, a su intuición de los misterios del Dios vivo, a su
sabiduría, don del Espíritu Santo, que son punto de referencia del pensamiento
teológico. Junto a Bernardo de Claraval, también nosotros debemos reconocer que el hombre busca
mejor y encuentra más fácilmente a Dios “con la oración que con la discusión”.
Al final, la figura más verdadera del teólogo sigue siendo la del apóstol Juan,
que apoyó su cabeza sobre el corazón del Maestro.
Quisiera concluir estas
reflexiones sobre san Bernardo con las invocaciones a María, que leemos en su
bella homilía: “En los peligros, en las angustias, en las incertidumbres – dice
– piensa en María, invoca a María.
Que Ella no se aparte nunca
de tus labios, que no se aparte nunca de tu corazón; y para que obtengas la
ayuda de su oración, no olvides nunca el ejemplo de su vida. Si tu la sigues,
no puedes desviarte; si la rezas, no puedes desesperar; si piensas en ella, no
puedes equivocarte.
Si ella te sostiene, no
caes; si ella te protege, no tienes que temer; si ella te guía, no te cansas;
si ella te es propicia, llegarás a la meta...” (Hom. II super “Missus est”, 17: PL 183, 70-71).
oración:
Señor, Dios nuestro, tú hiciste del abad san Bernardo, inflamado en el celo de tu casa, una lámpara ardiente y luminosa en medio de tu Iglesia; concédenos, por su intercesión, participar de su ferviente espíritu y caminar siempre como hijos de la luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén
OOOOOOOOOOOOO
miércoles
20 Agosto 2014
San Samuel Profeta
Conmemoración de san Samuel, profeta, quien, llamado por Dios cuando aún era niño, fue después juez en Israel, y por mandato divino ungió a Saúl como rey de su pueblo, pero después de que éste fue repudiado por Dios por su falta de fidelidad, confirió también la unción real a David, de cuya estirpe había de nacer Cristo.
OOOOOOOOOOOOOOO
miércoles
20 Agosto 2014
San Máximo de Tours
San Máximo, abad
Cerca de la fortaleza de Chinon, en el territorio de
Tours, en Aquitania, san Máximo, discípulo de san Martín, que primero fue monje
en Île-Barbe, cerca de Lyon, y
después fundó un monasterio a orillas del río Vigenne, donde murió en edad muy avanzada.
La pocas noticias conocidas
provienen de san Gregorio de Tours, que en su «De gloria confessorum» dedicó un capítulo (XXII)
a este discípulo de san Martín de Tours (315-397), quien, para ocultar su
santidad, dejó la Turena donde había nacido y vivía, para ir como simple monje
al monasterio de Île-Barbe, en Lyon. Pero
incluso aquí la santidad de su persona atraía la atención de lso habitantes d ela zona, que no lo dejaban
libre en sus oraciones y vida completamente oculta y contemplativa; por lo que
decidió volver a su tierra.
Atravesando el río Saona,
su barca naufragó, pero Máximo pudo resgardar sus pertenencias sin dificultad, salvando incluso el libro
de los evangelios, el cáliz y la patena que llevaba consigo. Vuelto a entrar en
la Turena Aquitania (región histórica de la Francia central, en gran parte en
la región del Loira), fundó un monasterio en Chinon de Vienne, que tomó más tarde el
nombre de Saint-Mexme; luego fue destruido por
los Normandos y reconstruido en el siglo X.
Máximo vivió en el siglo V,
y san Gregorio de Tours cuenta que mientras el castillo de Chinon era asediado por los
enemigos Visigodos, el santo abad obtenía con sus intensas plegarias que
lloviese torrencialmente, ayudando así al pueblo de Chinon, que se había quedado sin
agua. Máximo murió en un año imprecisado, en Chinon, donde fue abad
infatigable, y donde se conserva una capa pluvial que se afirma que le
perteneció, aunque posee unas inscripciones en caracteres árabes, que provienen
sin ninguna duda de Tierra Santa, durante las Cruzadas.
De él hablan también una
«Vita» y unos «Milagros», escritos en el siglo IX, pero que carecen por
completo de valor histórico.
fuen
OOOOOOOOOOOOOO
miércoles 20 Agosto 2014
San
Leovigildo Córdoba
San Cristóbal fue monje de
San Martín de la Rojana, no lejos de Córdoba,
discípulo y emparentado con San Eulogio. Habiendo oído hablar del martirio de
San Aurelio, se presentó espontáneamente al cadí de la ciudad, quien le mandó
arrojar en una oscura cárcel.
A los pocos días encerraron
en ella a San Leovigildo, otro monje del monasterio de San Justo y Pástor, Córdoba, y juntos fueron
sacados a la plaza unos días después para ser decapitados, 852.
OOOOOOOOOOOOOO
(21) Santo(s)
del día
San Leovigildo Córdoba
San Lucio Chipre
San Severo Memnón
San Porfirio Roma
San Filiberto de Rebais
San Máximo Obispo
San Maneto de Montesenario
Beato Burcardo de Lobbes
San Samuel Profeta
San Máximo de Tours
San Filiberto de Hero
San Leovigildo de Córdoba
San Bernardo Tolomei
Beato Luis Francisco Le Brun
Santa María de Mattias
San Pío X
Beato Matías Cardona
Beata María Climent Mateu
Beato Ladislao Maczkowski
Beato Jorge Häfner.
OOOOOOOOOOOOOOO
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