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Martes 14 Enero 2014
San Felix de Nola
Natural de Nola, abrazó el servicio apostólico desde muy
joven. Al morir su padre, Feliz distribuyó su herencia entre los pobres y fue
ordenado sacerdote por San Máximo, Obispo de Nola. Al iniciarse una cruel
persecución contra la Iglesia, Máximo huyó al desierto para continuar al
servicio de su rebaño.
Al no ser encontrado por los soldados romanos, Felix, quien lo
sustituía en sus deberes pastorales, fue tomado preso, azotado, cargado de
cadenas y encerrado en el calabazo cuyo piso estaba lleno de vidrios.
Sin embargo, el Ángel del Señor se le apareció y le ordenó ir
en ayuda de su Obispo, quien yacía medio muerto de hambre y de frío. Ante su
capacidad de hacerlo volverlo en sí, el Santo acudió a la oración y al punto
apareció un racimo de uvas, cuyas gotas derramó sobre los labios del maestro,
el cual recuperó el conocimiento siendo conducido luego a su Iglesia.
Felix permaneció escondido orando permanente por la Iglesia
hasta la muerte de Decio; sin embargo, continuó siendo perseguido hasta que se
estableció la paz de la Iglesia. Murió en medio de la pobreza y el servicio de
los más necesitados, a pesar de que fue elegido como Obispo de Nola.
Oremos
Señor, Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor a
Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad
de San Felix seamos contados un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo.
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