Martes 28 Enero 2014
Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico, es el patrono de
los estudiantes. Nacido en Aquino de noble familia, estudió en Montecasino y en
Nápoles, donde se hizo fraile dominico. Esto no le hizo gracia a su madre, pues
eran otros los planes de la altiva condesa, y lo encerró en el castillo. Allí
sucedió la conocida escena. Una noche llevaron a una mujer a su habitación para
seducirlo. Tomás venció como se vencen las tentaciones contra la pureza. Cogió
rápidamente un tizón encendido y ahuyentó a la mujer. Pronto se durmió, y he
aquí que dos ángeles le despertaron y le ciñeron un cordón incandescente. Ya no
tuvo más tentaciones de impureza.
No perdía el tiempo en la torre del castillo. Rezaba y leía
los libros que le lograba pasar un fraile dominico. Un día con una estratagema
le ayudó a evadirse. Poco después Tomás estudiaba en Colonia y en París, como
discípulo de San Alberto Magno. Fue un alumno modelo. Embebido en los estudios,
no participaba en recreos ni discusiones. Por ello lo llamaban «el buey mudo».
Sí, dijo su maestro, pero sus mugidos resonarán en todo el mundo.
Tomás era el primero en cumplir los consejos que un día daría
a un estudiante: No entres de golpe en el mar, sino vete a él por los ríos,
pues a lo difícil se ha de llegar por lo fácil. Sé tardo para hablar. Ama la
celda. Evita la excesiva familiaridad, que distrae del estudio. Aclara las
dudas. Cultiva la memoria. No te metas en asuntos ajenos no pierdas tiempo.
El Papa le ofreció el arzobispado de Nápoles. Pero era otra la
misión de Tomás. Se la mostró un día su maestro: la doctrina cristiana estaba
en peligro de contaminarse con el aristotelismo averroísta, importado de
España. Era preciso absorberlo, asimilarlo, cristianizarlo. Era la gran hazaña
a que estaba llamado Tomás, y que realizaría soberanamente.
San Alberto traspasó la cátedra de París a Tomás. Empezó
comentando a Pedro Lombardo, el Maestro de las Sentencias, y asombró a todos por
su claridad y profundidad. Sus comentarios sobre Aristóteles, su atrevimiento
al «bautizarlo», le atrajo la envidia y enemistad de muchos profesores. Fue una
lucha encarnizada, acosado por agustinianos y averroístas. Su método quedó
consagrado al canonizarle el Papa Juan XXII el año 1324.
Tomás enseñaba, predicaba y escribía. Obras principales: Sobre
la Verdad, Suma contra gentiles, comentarios al Cantar de los Cantares. Su obra
maestra es la Suma Teológica, síntesis que recoge todo su pensamiento. Armoniza
el caudal filosófico y religioso griego y cristiano, conciliación audaz y
lograda, una de las mayores hazañas del pensamiento humano.
Su vida de oración era profunda. Nunca se entregaba al estudio
sino después de la oración, afirma su amigo fray Reginaldo. Sus escritos sobre
el Santísimo Sacramento y sus sermones nos hacen dudar si predominaba en él el
teólogo o el místico. Derramaba muchas lágrimas en la Misa y caía
frecuentemente en éxtasis. Una vez oyó del Señor: «Bien has escrito de mí,
Tomás. ¿Qué recompensa quieres? - Ninguna, sino a Ti, Señor», respondió.
Un día tuvo una «visión» celebrando Misa. Estaba por entonces
escribiendo en la Suma sobre los Sacramentos, y ya no escribió más. «No puedo
más, repetía cuando le insistían a que acabase. Lo que he escrito, comparado
con lo que he visto, me parece ahora como el heno. No insistáis, no puedo más»
Invitado por el Papa Gregorio X, se dirigió al concilio de
Lyon. Se sintió enfermó en el camino. Le acogieron en el monasterio de
Fossanova. Herido en la «visión» parcial, el 7 de marzo marchó a la visión
plena. Otros Santos de hoy: Tirso, Julián, Juan, Santiago.
Oremos
Señor Dios nuestro, que hiciste admirable a Santo Tomás de
Aquino por su sed de santidad y por su amor a la ciencia sagrada, te pedimos
que nos su luz para entender sus enseñanzas y fuerza para imitar su vida. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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