Lunes 20 Enero 2014
San Fabián
SAN FABIÁN Papa y Mártir y SAN SEBASTIÁN, Mártir
El culto de san Sebastián ha estado siempre unido al de san
Fabián. Los martirologios más antiguos ponían ya juntos sus nombres y juntos
permanecen aún en las Letanías de los santos.
No obstante las amenazas de persecución, el Papa san Fabián
(236-250) organizó el cuadro religioso de la Roma cristiana, dividiendo la
ciudad en siete distritos, administrados cada uno por un diácono. Fue una de
las primeras víctimas de la persecución de Decio, quien lo consideraba como
enemigo personal y rival suyo.
La Iglesia disfrutaba de paz en la segunda mitad del siglo
III, con lo que creció mucho el número de cristianos. El resultado fue que se
extendió una cierta molicie y se originaron diversas luchas intestinas entre
los cristianos, como explica el historiador Eusebio. A finales del siglo la
Providencia permitió una nueva persecución, de parte de Diocleciano y Maximino,
que la empezaron precisamente por los miembros de las tropas. Uno de los casos
más famosos fue el del soldado Sebastián.
Sebastián, hijo de familia militar y noble, era oriundo de
Narbona, pero se había educado en Milán. Llegó a ser capitán de la primera
cohorte de la guardia pretoriana. Era respetado por todos y apreciado por el
emperador, que desconocía su cualidad de cristiano. Cumplía con la disciplina
militar, pero no participaba en los sacrificios idolátricos. Además, como buen
cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitaba y alentaba a
los cristianos encarcelados por causa de Cristo.
Esta situación no podía durar mucho. Fue denunciado al
emperador. Maximino lo llamó, le afeó su conducta y le obligó a escoger entre
ser su soldado o seguir a Jesucristo. Sebastián no dudó, escogió la milicia de
Cristo. Desairado el emperador, le amenazó de muerte.
El cristiano Sebastián, convertido en soldado de Cristo por la
confirmación, se mantuvo firme en su fe. Entonces, enfurecido Maximino, lo
condenó a morir asaeteado. Los sagitarios lo llevaron al estadio, lo
desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de saetas. Y lo
dejaron allí por muerto.
Según el relato de su martirio, sus amigos que estaban al
acecho, se acercaron y al ver que aún estaba vivo, lo recogieron, y lo llevaron
a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido
en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.
Le aconsejaban sus amigos que se ausentara de Roma, pero no
quiso Sebastián, pues ya se había encariñado con la idea del martirio.
Se presentó inesperadamente ante el emperador, que quedó
desconcertado, pues lo daba por muerto. Sebastián le reprochó con energía su
conducta por perseguir a los cristianos. Maximino mandó que lo azotaran hasta
morir. Los soldados cumplieron esta vez sin errores el encargo y tiraron su
cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía
Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián.
El culto a San Sebastián es muy antiguo. Es invocado contra la
peste y contra los enemigos de la religión. Es uno de los santos más populares
y de los que tiene más imágenes y más iglesias dedicadas. Es llamado el Apolo
cristiano, uno de los santos más reproducidos por el arte, pues como el
martirio lo presenta con el torso desnudo y cubierto de flechas, tenían los
artistas más campo de acción. Pero la belleza estaba sobre todo en su alma, en
su inquebrantable fidelidad a Cristo, que él prefirió a todas las ventajas y
prestigios humanos, que le ofrecía el emperador.
San Ambrosio, que luego sería arzobispo de Milán, fue su gran
panegirista: "Aprovechemos el ejemplo del mártir San Sebastián. Era
oriundo de Milán y marchó a Roma en tiempo en que la fe sufría allí una
terrible persecución. Allí padeció, mejor dicho, allí fue coronado".
En el cielo goza de doble aureola de mártir, pues padeció
doble martirio, suficiente cada uno de ellos para alcanzar la corona de la
gloria. Su generosidad en arrostrarlo por segunda vez es un ejemplo para todos.
oremos
Señor Dios, gloria de aquellos que has escogido para tu
servicio, te pedimos que, por la intercesión del Papa y mártir San Fabián, nos
concedas progresar continuamente en la misma fe que él vivió y en el deseo de
servirte cada día con mayor entrega. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Señor, danos el espíritu de fortaleza, para que, siguiendo el
ejemplo del mártir San Sebastián, aprendamos a obedecerte a ti que a los
hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
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