Viernes 31 Enero 2014
San Juan Bosco
Presbítero,(1815-1888)
Es el santo de la juventud. El santo de los obreros, el santo
de la alegría, el santo de María Auxiliadora y el santo de muchas cosas más. El
verano de 1815 nacía en Becchi-Piamonte (Italia) de padres humildes pero muy
buenos cristianos. Desde muy niño hubo de trabajar duro al lado de su santa
madre, la mamá Margarita, para sacar la casa adelante. De su santa madre
recibió una profunda educación cristiana y un gran amor a la Virgen María junto
con un gran respeto hacia los sacerdotes. Ambas cosas quedaron profundamente
impresas en su alma.
Ya desde niño demostró estar en posesión de cualidades nada
comunes en todos los sentidos: Era simpático, agudo, inteligente, trabajador y
muy mañoso con cuanto se proponía. Desde niño y después de joven, pero sobre
todo de sacerdote, trabajará tanto que parece casi imposible cómo en sólo 72
años de vida pudo realizar tantas y tan importantes obras. Alguien ha dicho que
trabajó él solo más que diez hombres juntos de no cortas cualidades.
Cuando llegaba a Castelnuovo, Asti o Murialdo y algún
titiritero atraía a pequeños y grandes durante el tiempo de la Misa o del
Rosario, se presentaba él y decía: "Yo lo hago esto sin haceros pagar, tan
bien o mejor que él pero con una condición: Que vengáis después todos conmigo a
la Iglesia"... Lo hacía y arrastraba a los espectadores a tornar parte en
cuanto en el templo se hacía. Así iba llenando la iglesia de fieles a la vez
que limpiaba el pueblo de personas poco recomendables...
Ya dijimos que mamá Margarita admiraba a los sacerdotes. El
los veía demasiado arrogantes y lejanos del pueblo, sobre todo de los niños y
decía: "Si yo llego a ser sacerdote, como espero, jugaré con los niños y
los querré, les haré cantar y con alegría a todos querré salvar"...
Cuando vistió el hábito
clerical le amonestó aquella santa mujer que fue su madre: "Puedes
imaginarte, hijo mío, la gran alegría que embarga mi corazón, pero, por favor,
no deshonres nunca este hábito. Sería mejor que lo abandonaras. Cuando viniste
al mundo te consagré por entero a la Virgen María; cuando comenzaste los
estudios te recomendé la tierna devoción hacia Ella; ahora te encarezco que sea
todo de Ella... Si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre su
devoción... "
Tenía muchos sueños y todos ellos muy "famosos y se
cumplían". Se ordenó sacerdote el 1841 y desde entonces no paró hasta dar
cobijo y digna educación a tantos niños que veía abandonados por las calles. El
rezo de un Ave María hizo el milagro y fue el primer eslabón de esta
maravillosa cadena de sus ORATORIOS. Centenares, millares de niños abandonados
encontraron calor, educación, comida, vestido y cobijo cariñoso como en su
propia casa.
Mamá Margarita y su hijo se desvivían por ayudar a aquellos
rapaces que el día de mañana serían buenos padres cristianos.
Dos eran las armas de que se servía, sobre todo, D. Bosco,
para formarles: La eucaristía y la penitencia. Estos dos sacramentos obraban
maravillas en aquellos jóvenes... Hasta le creyeron un poco mal de la cabeza
por los "sueños" que llenaban su corazón y su mente en favor de los
abandonados... Obraba milagros, pero siempre era Ella, la VIRGEN AUXILIADORA,
quien los hacía, decía él. "No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora
quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia - se refería a
la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 - es una gracia de la Virgen
María"...
Para continuar su OBRA el 1857 fundó los Salesianos y poco
después las Hijas de María Auxiliadora. Ellos llevan su espíritu. Antes de que
le llegue su preciosa muerte a pequeños y grandes durante el tiempo de la Misa
o del Rosario, se presentaba él y decía: "Yo lo hago esto sin haceros
pagar, tan bien o mejor que él pero con una condición: Que vengáis después
todos conmigo a la Iglesia"... Lo hacía y arrastraba a los espectadores a
tornar parte en cuanto en el templo se hacía. Así iba llenando la iglesia de
fieles a la vez que limpiaba el pueblo de personas poco recomendables...
Oremos
Señor Dios nuestro, que has dado a la Iglesia, en el
prebístero San Juan Bosco, un padre y un maestro de la juventud, concédenos
que, movidos por un amor semejante al suyo, nos entreguemos tu servicio,
trabajando para la salvación de nuestros hermanos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
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