Domingo 26 Enero 2014
San Timoteo Tito
San Tito Obispo y discípulo de San Pablo La figura de Tito es
inseparable de Pablo.
Tito es menos afectivo que Timoteo, pero más enérgico, más fuerte
en las contradicciones. Pablo lo llama su ayuda preciosa, su hijo querido, su
amadísimo hermano.
Se habían conocido en
Antioquía. Pablo lo asocia a su apostolado y se lo lleva al concilio de
Jerusalén. Era un caso delicado, pues Tito venía de la gentilidad, y los más
rigoristas exigían que fuera circuncidado, para ser admitido a los ágapes.
Después de muchas discusiones, la tesis de Pablo venció. Para ser discípulo de
Jesús no era necesario circuncidarse.
Tito acompaña a Pablo en el tercer viaje: Asia Menor,
Macedonia, Acaya, Jerusalén. Cuando el cisma surgió en Corinto, Pablo envía a
Tito a solucionar el conflicto, y a la vez le encarga una colecta en Acaya y
Macedonia para la Iglesia madre de Jerusalén. Corinto ardía en discusiones. El
celo y habilidad de Tito logró la pacificación de la comunidad de Corinto.
Después Pablo lo consagra obispo y le recomienda poner orden en la difícil
situación por la que pasa la comunidad de Creta.
Todo estaba allí muy confuso. Epiménides, cretense, pintaba
con duros trazos a sus compatriotas: "Son mentirosos empedernidos, malas
bestias, vientres perezosos". Tito había de poner en juego toda su
habilidad para separar el trigo de la paja, pues muchos se habían hecho
cristianos con torcidas intenciones. San Pablo escribe una Carta a Tito, y le
recomienda que proceda con autoridad frente a los indisciplinados, y con mucha
vigilancia en lo que se refiere "a cuestiones necias, genealogías,
altercados y vanas disputas sobre la Ley". "Habla con imperio y que nadie
te desprecie". Otra vez el celo apostólico de Tito triunfó como antes en
Corinto. Tito supo ganarse el cariño de los cretenses y a ellos se entregó
hasta el fin de su vida.
Fue dirigida hacia el
año 65. Tito era nacido de padres paganos, era “hijo querido según la fe”, lo
que quiere decir que el Apóstol mismo lo hubiera ganado para Cristo. La
situación religiosa en la isla era muy triste: los cretenses se entregaban a
muchos vicios, eran mentirosos, perezosos, inmorales; sin hablar de los herejes
que allí se habían infiltrado. Por lo cual San Pablo escribe aquí otra de sus
Epístola llamadas pastorales, para consolar a u hijo en la fe, dándole a la vez
instrucciones para el ejercicio del ministerio episcopal. Según la piedad:
vemos aquí una vez más como el Apóstol relaciona íntimamente, desde el
principio, la piedad con el exacto conocimiento de la verdad, porque una cosa
depende de la otra
SAN TIMOTEO,
Obispo Es emocionante
leer los Hechos de los Apóstoles y ver cómo el mensaje de Jesucristo se
difundía de casa en casa, de ciudad en ciudad. Veían la transformación que se
obraba en los corazones, y cada día crecía el número de creyentes.
"Incluso muchos sacerdotes se convertían a la fe". El principal instrumento del Espíritu era
San Pablo. Y con él sus colaboradores. Sobre todo, Timoteo y Tito. Habían
arrojado a Pablo de Iconio. Entonces se dirige a Listra y se encuentra con una
familia judía acogedora: Eunice, su madre Loida y su hijo Timoteo. Los tres se
bautizan.
Después recordará Pablo a Timoteo "la fe sincera de su
madre y abuela". La semilla ha caído en tierra buena, y cuando luego
vuelve Pablo, contempla la gran labor que ha realizado Timoteo. Lo asocia a su
ministerio, le impone las manos, y desde entonces le acompaña siempre como su
más fiel colaborador. Se complementaban bien. Pablo, ardiente y audaz. Timoteo,
tímido y precavido, pero dócil y fiel.
Juntos acometerán grandes empresas. Timoteo acompaña siempre a Pablo en
sus viajes apostólicos por Asia y Grecia. Es su enfermero, su secretario y
confidente y el báculo de su ancianidad. "No hay hombre que esté tan unido
a mí de corazón y de espíritu". Cuando Pablo sale perseguido de Filipos,
encomienda la tarea a Timoteo.
Pablo, preso en Roma, presiente su fin ya cercano. Consagra
obispo a Timoteo y lo envía a Efeso. Le escribe dos Cartas, la última desde
Roma, cuando Timoteo está ya en Efeso. Es el testamento apostólico de Pablo, un
verdadero código del ministerio pastoral. Carta valiente y a la vez dolorida.
Se despide y le da consejos de prudencia y valentía. Los Hechos no vuelven a
hablar de Timoteo. En Efeso siguió, según Eusebio, fiel a su misión.
La Carta de San Pablo a los Efesios, es un insondable abismo
de misterios divinos que hemos de conocer, porque nos revela el plan de Dios
sobre nuestro destino, e influyen de un modo decisivo sobre nuestra vida
espiritual, situándonos en la verdadera posición, infinitamente feliz, que nos
corresponde gracias a la redención de Jesucristo. Frente a tales misterios dice
el Cardenal Newman, “ la conducta de la mayoría de los católicos dista muy poco
de la que tendrían si creyeran que el cristianismo era una fábula “.
Efeso, capital de Asia
Menor, dónde más tarde tuvo su sede el Apóstol San Juan, es la ciudad en la que
San Pablo, en su tercer viaje apostólico, predicó el Evangelio durante casi
tres años. La carta, escrita en Roma durante el primer cautiverio ( 61-63), se
dirige tal vez no solo a los Efesios sino también a las demás Iglesias, lo que
se deduce por la ausencia de noticias personales y por la falta de las palabras
“en Efesos” v.1, en los manuscritos más antiguo. Algunos han pensado que podría
ser esta la enviada a Laodicea según Col. 4,16
Oremos
Señor Dios nuestro, que concediste a los santos Timoteo y Tito
vivir de manera semejante a los apóstoles, haz que, ayudados por su
intercesión, vivamos en éste mundo justa y piadosamente y alcancemos después tu
reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
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