Martes 21 Enero 2014
Santa Inés Corderita
En Roma, sobre la vía
Nomentana, a cerca de dos kilómetros de Puerta Pía, se encuentra el complejo de
Santa Inés que incluye los restos de la basílica constantiniana, el mausoleo de
Constanza y la basílica honoriana del siglo VII, cuyo nivel se localiza muchos
metros por arriba del paso peatonal. Hay que bajar 43 largas escalerillas,
divididas en ocho niveles.
En el último nivel de la escalera, sobre la pared izquierda,
hay fijada una placa de mármol del 357, que formaba parte del sepulcro de la
mártir que mandó arreglar el papa Liberio (352-366). Al centro está
representada la pequeña mártir Inés en actitud orante, envuelta en una amplia
dalmática, la túnica corta que portaban los romanos. El artista desconocido ha
logrado trazar un delicado retrato espiritual de la joven mártir. El rostro
redondo y las mejillas rechonchas iluminadas de una sonrisa ligera y serena,
mientras la cabeza es coronada de una suave y ondulada cabellera de rizos a
cascada.
El papa Dámaso (336-384), gran devoto de los mártires, hizo
grabar sobre una placa de mármol versos que narran la historia de la mártir.
¡Oh alma [Inés], digna de que yo te venere, santo decoro del
pudor, te pido, oh ilustre Mártir, que seas propicia a las preces de Dámaso!
La santa mártir Inés murió el 21 de enero, durante la última
persecución, infligida por el emperador Diocleciano a los cristianos, en un año
entre el 303 y el 305 d.C. La Tradición cuenta que Inés era una jovencita
cristiana de doce años que quería vivir enteramente por su Jesús, sirviendo a
los pobres. La pequeña Inés extraía su fuerza y su coraje de la Eucaristía, que
los cristianos celebraban al ponerse el sol reuniéndose secretamente en alguna
casa, domus ecclesiae, para celebrar la fractio panis. Como está escrito en los
Hechos de los Apóstoles, 2, 42: “Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas
de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a la oración”.
Fue inmediatamente notoria por su belleza y pedida por esposa
para el hijo del prefecto de la ciudad de Roma, pero al rechazarlo, fue
obligada a rendir honores a los dioses. Fue empujada al templo de la Diosa
Vesta y obligada a mostrarse desnuda pero ella, corderillo de Dios, se escondió
detrás de sus largos cabellos. Nadie osó violarla; le colocaron violentamente
la cabeza sobre una piedra y el verdugo con la espada la degolló, como se hace
con los corderos cuando están en la carnicería. Sus padres rescataron el cuerpo
y le dieron sepultura en un pequeño espacio en la Vía Nomentana.
Sobre la tumba de Inés, rezaba y lloraba Emerenciana, su
hermana de leche, quien fue descubierta por una turba de crueles paganos que
después de haberla escarnecido, la golpearon a muerte lapidándola. Todavía hoy
los cuerpos de Inés y de Emerenciana reposan en paz en una espléndida urna de
plata, regalo del papa Pablo V Borguese (1605-1621), bajo el altar mayor de la
basílica, sobre la vía Nomentana.
Sobre el mismo altar, cada año, el 21 de enero (día en que la
Iglesia recuerda a la Santa), se bendicen dos corderillos, cuya lana se tejerá
por las madres benedictinas de Santa Cecilia en Trastevere para hacer los
sacros palios.
El palio es una estola de lana blanca con cinco cruces rojas,
símbolo del dulce yugo de Cristo, el buen Pastor, que toma sobre sí la oveja
perdida y sus llagas; la parte final de los bordes del palio es de color negro
para indicar los pasos de las ovejas que los obispos y pastores deben cuidar.
El palio es impuesto por el papa en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo,
el 29 de junio, a los nuevos arzobispos metropolitanos, para recordar la
especial comunión que los liga a la sede apostólica.
Esta es la tradición de la Iglesia.
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que te has complacido en elegir lo
débil a los ojos del mundo para confundir a los que se creían fuertes, concede
a quienes estamos celebrando el martirio de Santa Inés imitar la heroica
firmeza de su fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
OOOOOOOOOOOOOOOOO
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