Sábado 29 Marzo 2014
San José de Arimatea
José de Arimatea aparece mencionado en los cuatro evangelios
en el contexto de la pasión y muerte de Jesús. Era oriundo de Arimatea
(Armathajim en hebreo), una población en Judá, la actual Rentis, a 10 km al
nordeste de Lydda, probablemente el lugar de nacimiento de Samuel (1 S 1,1).
Hombre rico (Mt 27,57) y miembro ilustre del sanedrín (Mc 15,43; Lc 23,50),
tenía un sepulcro nuevo cavado en la roca, cerca del Gólgota, en Jerusalén. Era
discípulo Jesús, pero, como Nicodemo, lo mantenía en oculto por temor a las
autoridades judías (Jn 19,38). De él dice Lucas que esperaba el Reino de Dios y
no había consentido en la condena de Jesús por parte del sanedrín (Lc 23,51).
En los momentos crueles de la crucifixión no teme dar la cara y pide a Pilatos
el cuerpo de Jesús (en el Evangelio de Pedro 2,1; 6,23-24, un apócrifo del
siglo II, José lo solicita antes de la crucifixión). Concedido el permiso por
el prefecto, descuelga al crucificado, lo envuelve en una sábana limpia y, con
ayuda de Nicodemo, deposita a Jesús en el sepulcro de su propiedad, que todavía
nadie había utilizado. Tras cerrarlo con una gran roca se marchan (Mt 27,57-60,
Mc 15,42-46, Lc 23,50-53 y Jn 19,38-42). Hasta aquí los datos históricos.
A partir del siglo IV surgieron tradiciones legendarias de carácter
fantástico en las que se ensalzaba la figura de José. En un apócrifo del siglo
V, las Actas de Pilato, también llamado Evangelio de Nicodemo, se narra que los
judíos reprueban el comportamiento de José y Nicodemo a favor de Jesús y que,
por este motivo, José es enviado a prisión. Liberado milagrosamente aparece en
Arimatea. De allí regresa a Jerusalén y cuenta cómo fue liberado por Jesús. Más
fabulosa todavía es la obra Vindicta Salvatoris (siglo IV?), que tuvo una gran
difusión en Inglaterra y Aquitania. En este libro se narra la marcha de Tito al
frente de sus legiones para vengar la muerte de Jesús. Al conquistar Jerusalén,
encuentra en una torre a José, donde había sido encerrado para que muriera de
hambre. Sin embargo, fue alimentado por un manjar celestial.
En los siglos XI-XIII, la leyenda sobre José de Arimatea fue
coloreándose de nuevos detalles en las islas británicas y en Francia,
insertándose en el ciclo del santo Grial y del rey Arturo. Según una de estas
leyendas, José lavó el cuerpo de Jesús y recogió el agua y la sangre en un
recipiente. Después, José y Nicodemo dividieron su contenido (ver la pregunta
¿Qué es el santo Grial?). Otras leyendas dicen que José, llevando este
relicario, evangelizó Francia (algunos relatos dicen que habría desembarcado en
Marsella con Marta, María y Lázaro), España (donde Santiago lo habría
consagrado obispo), Portugal e Inglaterra. En esta última región, la figura de
José se hizo muy popular. La leyenda le hace el primer fundador de la primera
iglesia en suelo británico, en Glastonbury Tor, donde mientras estaba dormido
su báculo echó raíces y floreció. Glastonbury Abbey se convirtió en un
importante lugar de peregrinación hasta que ésta fue disuelta con la Reforma en
1539. En Francia, una leyenda del siglo IX refiere que el patriarca Fortunato
de Jerusalén, en tiempos de Carlomagno, huyo a occidente llevándose los huesos
de José de Arimatea, hasta llegar al monasterio de Moyenmoutier, donde llegó a
ser abad.
Todas estas leyendas, sin ningún fundamento histórico,
muestran la importancia que se daba a los primeros discípulos de Jesús. El
desarrollo de estos relatos puede estar vinculado a polémicas circunstanciales
de algunas regiones (como Inglaterra o Francia) con Roma. Se trataría de querer
mostrar que determinadas regiones habían sido evangelizadas por discípulos de
Jesús y no por misioneros enviados desde Roma. En cualquier caso, nada tienen
que ver con la verdad histórica.
Bibliografía: G. D. Gordini, “Giuseppe di Arimatea”, en
Biblioteca Sanctorum VI (Roma 1965) 1292-1295; J. Prado González, “José de
Arimatea”, en GER 13 (Madrid 1971) 513-514; K. Mühlek, “Joseph von Arimathäa”,
en Biographisch-Bibliographischen Kirchenlexikons.
Cristo ha constituído a unos, apóstoles; a otros, profetas; a
otros, evangelistas; a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de
los fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de
Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del
Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Ef 4, 11-13
Oremos
Confesamos,Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti nadie es
bueno y humildemente te pedimos que la intercesión de San José de Arimatea
venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos
llegar a la contemplación de tu gloria, Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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