martes, 25 de noviembre de 2014

Santa Catalina de Alejandría

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martes 25 Noviembre 2014






Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir
Santa Catalina, mártir, que, según la tradición, fue una virgen de Alejandría dotada tanto de agudo ingenio y sabiduría como de fortaleza de ánimo. Su cuerpo se venera piadosamente en el célebre monasterio del monte Sinaí.
Desde el siglo X o aun antes, se venera mucho en el Oriente a santa Catalina de Alejandría. Sin embargo, desde la época de las Cruzadas hasta el siglo XVIII, la santa fue todavía más popular en Occidente. En efecto, se le dedicaron numerosas iglesias y se celebraba su fiesta con gran solemnidad; se la incluyó en el número de los Catorce Santos Auxiliadores y se la veneró como patrona de las estudiantes, de los filósofos, de los predicadores, de los apologistas, de los molineros, etc. Adán de San Víctor escribió un poema en su honor. Su voz fue una de las que oyó santa Juana de Arco. Bossuet le dedicó uno de sus más célebres panegíricos. A pesar de todo, no sabemos con certeza absolutamente nada sobre la vida de la santa.

Según sus «actas», santa Catalina nació en Alejandría en la segunda mitad del tercer siglo. Descendía de una familia de abolengo y se distinguía por su inteligencia, erudición y belleza. Muchos ricos y nobles pretendientes pedían su mano. La madre y los parientes trataban de convencerla para que se casara, pero Catalina no se decidía y decía a sus allegados: «Si quieren que me case entonces encuéntrenme alguien que me iguale en hermosura y erudición.»

Dios hizo que Catalina conociera a un anacoreta, hombre inteligente y de vida ejemplar. Examinando con Catalina los méritos de sus pretendientes el anacoreta dijo:
-Yo conozco al Novio que es superior en todo a ti. No hay nadie igual.
Después le dio el icono de la Santísima Virgen, prometiendo que Ella ayudaría a Catalina a ver al Singular Novio. Durante la próxima noche, adormecida Catalina vio a la Reina Celestial rodeada de ángeles parada delante de ella con el Niño que resplandecía como el sol. Fueron vanos los esfuerzos de Catalina para ver Su rostro. El se daba vuelta.
-No desprecies a Tu creación -pedía la Madre de Dios a Su Hijo- dile lo que tiene que hacer para ver Tu imagen brillante, Tu Rostro.
-Que regrese y pregunte al anacoreta -contestó el Niño.
Este singular sueño asombró a la joven. Ni bien amaneció, fue a ver al anacoreta y se arrodillo a sus pies pidiendo consejo. El anacoreta le explico detalladamente sobre la verdadera fe, sobre el paraíso y la vida en el paraíso de los justos y sobre la perdición de los pecadores. La sabia joven comprendió la superioridad de la fe cristiana sobre la pagana. Creyó en
Jesúcristo como el Hijo de Dios y se bautizó. Y entonces la luz divina entró en ella y la llenó con una gran alegría.

Cuando Catalina regreso a su casa con su alma renovada, rezó durante mucho tiempo agradeciendo a Dios por la gracia otorgada. Durante la oración se quedó dormida y vio nuevamente a la Madre de Dios. Ahora el Niño Divino la miraba con benevolencia. La Santísima Virgen tomó la mano derecha de la joven y el Niño le puso un maravilloso anillo, diciendo:
-No tengas otro novio terrenal.
Catalina comprendió que a partir de este momento ella estaba comprometida con Cristo y se despertó con mayor alegría en su corazón. A partir de este sueño ella cambió completamente. Se hizo humilde, benévola y amable. Empezó a rezar a Dios frecuentemente pidiendo Su guía y ayuda. Única meta que la entusiasmaba: vivir para Cristo.
Poco tiempo después vino a Alejandría Maximiano (años 286-305) codirigente del emperador Diocleciano. Envió mensajeros a las ciudades de Egipto para invitar al pueblo a la fiesta en honor a los dioses paganos. Catalina estaba muy triste porque el emperador, en vez de ayudar a instruir al pueblo, extendía la superstición pagana. Cuando llegó el día de la fiesta ella fue al templo pagano, donde estaban reunidos los sacerdotes paganos, la nobleza y el pueblo y dijo sin miedo al emperador:
-¡Emperador, no te da vergüenza orar a los repugnantes ídolos? Conoce al verdadero Dios eterno e infinito. Por Él apareció el universo y los reyes reinan. Él bajó a la tierra y se hizo hombre para nuestra salvación.
Maximiano se enojo con Catalina por la falta de respeto hacia la dignidad imperial y ordenó encarcelarla. Después, ordenó a la gente erudita convencer a Catalina de la autenticidad de la religión pagana. Durante varios días ellos exponían diferentes argumentos en pro de la religión pagana, pero Catalina los vencía con su lógica, y con sus razonamientos les demostraba que no tenían razón. Demostraba que solamente puede existir un Sabio, Creador de todo, quien con sus perfecciones se eleva infinitamente sobre los dioses paganos. Finalmente, los sabios paganos tuvieron que admitir que perdieron con los argumentos imbatibles de Catalina. Sin embargo, al sufrir la derrota sobre el campo intelectual, Maximiano no dejó su intención de convencer a Catalina. La llamó y trato de seducirla con regalos, promesas de favores y gloria. Pero Catalina no se dejó seducir.

Maximiano tuvo que ausentarse de la ciudad por un corto período. Su esposa, emperatriz Augusta, quien escuchó mucho sobre la sabiduría de Catalina, quiso verla. Se encontró con ella y, habiéndola escuchado, se hizo cristiana. Cuando Maximiano regresó a Alejandría llamó nuevamente a Catalina. Esta vez se quitó su mascara de benevolencia y empezó a amenazarla con torturas y muerte. Después mandó traer unas ruedas con sierras y ordenó matarla de esta horrible manera. Pero, ni bien empezaron las torturas, una fuerza invisible rompió el instrumento de tortura y santa Catalina salió ilesa. Cuando la emperatriz Augusta supo lo que pasó, vino a ver a su esposo y le reprochó que pretendiera él desafiar al mismo Dios. El emperador se enfureció por la intervención de su esposa y ordenó matarla ahí mismo. Al otro día Maximiano llamó a Catalina por última vez y le ofreció ser su esposa, prometiendo todos los bienes materiales. Pero Santa Catalina no quiso saber nada. Viendo la inutilidad de todos sus esfuerzos el emperador ordenó matarla y un guerrero la decapitó.

Existen ciertas variantes de la leyenda, tales como la conversión de Catalina en Armenia y los detalles que inventaron los chipriotas en la Edad Media para probar que la santa había vivido en Chipre. Todos los textos de las «actas» afirman que los ángeles trasladaron su cuerpo al Sinaí, donde más tarde se construyó una iglesia y un monasterio; pero el caso es que los primeros peregrinos que fueron al Sinaí no sabían nada sobre esa leyenda. El año 527, el emperador Justiniano construyó un monasterio fortificado para los ermitaños del Sinaí. Según se dice, allá fueron trasladadas las presuntas reliquias de santa Catalina en el siglo VIII o en el IX. Actualmente, el gran monasterio del Sinaí, tan famoso en una época, no es más que una sombra de lo que fue, pero todavía conserva las supuestas reliquias de santa Catalina, bajo el cuidado de los monjes de la Iglesia ortodoxa de Oriente.

Alban Butler cita las siguientes palabras del arzobispo Falconio de Santa Severina: «El significado de la expresión de que 'los ángeles trasladaron el cuerpo de la santa al Sinaí', es que los monjes lo llevaron a su monasterio para enriquecerlo devotamente con tan preciosa reliquia. Como es bien sabido, en cierta época, el hábito religioso se designaba con el nombre de `hábito angélico' y se llamaba a los monjes 'ángeles' por su pureza celestial y sus funciones». Efectivamente las expresiones «vida angelical» y «hábito angélico» se usan todavía con frecuencia en la vida religiosa del Oriente.

 Migne, PG., vol. CXVI, pp. 276- 301. Hay otro texto ligeramente anterior; véase Biblioteca Hagiográfica Griega, n 31. Cf. Delehaye, Les martyrs d'Egypte (1923), pp. 35-36, 123-124; y Legends of the Saints, p. 57. Acerca de santa Catalina en el arte, cf. Künstle, lkonographie, vol. II, pp. 369-374.
Alejandro Mileant, en sus «Selectas vidas de santos», que representa una versión sobria del relato tradicional; el artículo original del Butler-Guinea contenía en su lugar una breve síntesis de las líneas fundamentales de la leyenda.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



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En el Sinaí el recuerdo de santa Catalina casi ha eclipsado el de Moisés, y el antiquísimo monasterio ortodoxo de esta región que lleva el nombre de la santa, cuyas reliquias se veneran allí.   Nada de ello es obstáculo para que Catalina no haya existido jamás, o al menos eso dicen los sabios hagiógrafos, que atribuyen su historia a un tardío relato de fines edificantes.   Es posible, no hay pruebas históricas de que existiera nuestra Catalina, pero es una de las santas que más hondo ha calado en la sensibilidad religiosa de Oriente y de Occidente. En su vida, popularizada por ingenuos pormenores como el de la rueda en que sufrió tormento, y cuyas cuchillas acabaron hiriendo a los verdugos - la rueda Catalina que ha pasado al lenguaje moderno - hay el testimonio valiente de la verdad que culmina en el martirio, cuando el mártir se hace etimológicamente testigo.   Pero tal vez lo más atrayente del personaje, según lo describe su pasión, no es tanto la muerte a manos de infames sicarios, sino su ansiosa búsqueda de la verdad en el ambiente blando y cosmopolita, corrompido y ecléctico de la Alejandría de su época. Catalina, cuya verdad histórica se pone en duda, fue en su leyenda una apasionada e incansable buscadora de verdades.   Insatisfecha con las ideas comúnmente admitidas, fluctuantes, acomodaticias, un poco de Platón, unas gotas de panteísmo, algo de misticismo barato, los Evangelios adaptados, residuos de la enseñanza pagana, todo bien aderezado, estudia, investiga, y una vez bautizada confunde en un debate público a los teólogos a la moda y muere por lo que cree.   Si Catalina no existió, hubiera debido existir entonces y ahora, sin conformarse con la mezcla impura que casi todos dan por buena, y pagar con su vida la proclamada Verdad.




  Oremos  

Tú, Señor, que nos alegras hoy con la fiesta anual de Santa Catalina de Alejandría, concédenos la ayuda de sus méritos, ya que has querido iluminarnos con el ejemplo de su virginidad y de su fortaleza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.   Dios eterno y omnipotente, que conservaste invencible a Santa Catalina en la virginidad y en el martirio por tu pueblo, concédenos que, por su intercesión, fortalezcamos nuestra fe y constancia y hay que podamos trabajar incesantemente por la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.



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martes 25 Noviembre 2014
Beatos Jacinto Serrano López
 
Beatos Jacinto Serrano López y Santiago Meseguer Burillo, religiosos mártires

En Puebla de Híjar, población cercana a Teruel, en España, beato Jacinto Ignacio Serrano López, de la Orden de Predicadores y mártir, que fue fusilado en la persecución contra la Iglesia. Junto a él se hace conmemoración del beato mártir Santiago Meseguer Burillo, presbítero de la misma Orden, que por Cristo realizó su glorioso combate en Barcelona, no se sabe exactamente en qué fecha.
Jacinto Serrano López nace en Urrea de Gaén, provincia de Teruel, el 10 de julio de 1901. Huérfano de madre a poco de nacer y de padre a los seis años, ingresa a los doce años en la escuela apostólica de la Orden de Predicadores en Solsona. De allí pasará al noviciado y pronunciará los votos religiosos en 1917; haciendo la profesión solemne en 1920 y ordenándose sacerdote el 5 de abril de 1924. Es llamado a ejercer la docencia en el seminario menor dominicano de Calanda y en el Estudio general de Valencia. Estudia en la Universidad y se licencia en Física y Química. Proyecta su apostolado en el ejercicio del ministerio como predicador, dando conferencias apologéticas, tan oportunas entonces. Dirige la revista Rosas y Espinas. Colabora en la Revista Contemporánea, y se le confía la dirección de la Asociación de la Beata Imelda. En esta asociación se hacía una magnífica obra de catequesis y ayuda a los niños más pobres, a cargo de las señoritas miembros de la misma. Es elegido vicario provincial. Llegada la revolución de julio de 1936 se ocupa de la evacuación a Francia de los religiosos, pero él permanece en Barcelona atento a las vicisitudes del resto de los religiosos. Por fin es arrestado a mediados de noviembre de aquel año por unos paisanos suyos que se desplazaron desde Urrea. Es encerrado unos días en el castillo de Montjuic; luego es trasladado a La Puebla de Híjar, encarcelado y sometido a interrogatorio. Llevado a fusilar se volvió a quienes le iban a matar y gritó con mucha fuerza: «Viva Cristo Rey».
Jaime Meseguer Burillo nace en Híjar, Teruel, el 1 de mayo de 1885. Ingresa en el convento de la Orden de Predicadores en Corias (Asturias) y en 1905 es ordenado presbítero en Salamanca. Se encontraba en Barcelona cuando empezó la revolución. Se esconde durante casi cuatro meses en casas de amigos. A finales de noviembre es asesinado con otros detenidos en la cárcel de El Clot, aunque se ignora la fecha exacta. Fue beatificado, al igual que Jacinto, el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003





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