domingo, 2 de noviembre de 2014

San Victorino de Pettau, San Justo de Trieste, __Y __ OTROS

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domingo 02 Noviembre 2014


San Victorino de Pettau



San Victorino de Pettauobispo y mártir
Conmemoración de san Victorino, obispo de Pettau, en Panonia, que redactó múltiples escritos para explicar los libros de la Sagrada Biblia y fue coronado con el martirio en la persecución desencadenada por Diocleciano.
San Jerónimo habla en términos elogiosos acerca de este exegeta. Alban Butler resume sus palabras y dice que «las obras de Victorino eran sublimes por más que su latín no era muy bueno, ya que el autor había nacido en Grecia». San Victorino era ya retórico cuando fue elegido obispo de Pettau (actual Ptuj), en el norte de Panonia. Escribió comentarios sobre varios libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. San Jerónimo solía citarlos, pero no sin matizar la buena opinión que tenía del obispo. San Victorino hizo la guerra a diversas herejías de su época, pero él mismo fue acusado de «milenarismo», es decir, de esperar que Cristo establecería un reino milenario en la tierra antes de la venida definitiva del Reino. Se dice que el santo obispo fue martirizado durante la persecución de Diocleciano. En una época, se creyó que había sido el primer obispo de Poitiers, debido a una latinización errónea del nombre de su diócesis.

No se conservan las actas del martirio de San Victorino; lo poco que sabemos de él, procede de ciertas referencias casuales que se encuentran en las obras de San Jerónimo, Optato de Milevis y Casiodoro.

Véase Acta Sanctorum, nov., vol. I. A lo que parere, el Hieronymianum no mencionaba a este santo; pero Floro de Lyon suponía que la conmemoración de san Víctor, el 2 de noviembre, se refería a él. Véase Quentin, Martyrologes historiques, pp. 310 y 380; y Bardenhewer, Geschichte der altkirchlichen Literatur, 2ª ed., vol. II pp. 657-663.
 En la 
Patrología de Quasten, volumen I, se hallará otro comentario, más centrado en la obray menos elogioso, acerca del autor.


fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, S


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domingo 02 Noviembre 2014
San Justo de Trieste



San Justo de Trieste, mártir
En Trieste, de Istria, san Justo, mártir.
Hay en ese momento un emperador en Nicomedia (Asia Menor) y otro en Milán: son Diocleciano y Maximiano, ambos con el título de «Augusta». Y además hay dos «Césares», es decir, dos adjuntos y sucesores designados: Galerio en Sirmium (actualmente Mitrovica, Serbia), y Constanzo en Tréveris, Alemania. Esta es la tetrarquía, el nuevo ordenamiento del poder hecho desde el vértice para reforzar al imperio romano, junto con las victorias contra los enemigos y la disciplina interna. Para aumentarla, Diocleciano utilizó la técnica de las monarquías orientales: proclama el carácter divino del emperador. Y aquí la historia del gran estratega se cruza, sin saberlo él, con un cristiano de la Venezia Giulia, Justo, que tiene ya en su entorno una pequeña reputación, como hombre de gran penitencia y generosidad, un cristiano desde la niñez «Gracias a mis padres». Eso, al menos, surge de la narración de su martirio (Passio).

El documento fue incluido en Acta Sanctorum, como texto derivado de las actas oficiales del proceso. ¿Es Justo también sacerdote? El Diccionario Eclesiástico de la Utet, editado en 1952, afirma que sí, pero no aporta elementos para su confirmación. En todo caso, este piadoso hombre ha caído en el 303 en el deber imperial que impone a los cristianos el dar testimonio de su lealtad al soberano (o mejor dicho, a los cuatro reyes), sacrificando a los dioses de Roma, incluyendo también a Diocleciano.

El gobernador romano local, o presidente, llamado Mannaccio, convoca a todos los cristianos y les comunica la orden. A los que no obedecen les aguarda la muerte. Cuando es llamado, Justo no se comporta como enemigo o rebelde: es un súbdito fiel del emperador, pero no puede sacrificar a los dioses romanos, porque su Dios es Jesucristo. La sentencia es por lo tanto inevitable. El presidente Mannaccio Hace hace arrojar a Justo al mar frente a Trieste, atado a unos pesos que lo debían arrastrar hacia abajo inmediatamente. Pero los lazos se disuelven y el cuerpo del mártir se desprende, de vuelta a la playa. Concurren un sacerdote cristiano y un grupo de fieles, que recogen el máximo cuidado el cuerpo y le dan sepultura cerca del lugar del descubrimiento.

En el siglo V se construye sobre una colina, una basílica cristiana, donde había un templo dedicado a los dioses antiguos, allí se translada al cuerpo del mártir, que da su nombre al lugar: Colle di San Giusto. El culto continúa y se desarrolla con el tiempo. La iglesia dedicada a él en el Capitolio se fusionará con su adyacente en el siglo XIII, dedicada a la Asunción: así nació la nueva catedral de Trieste, que estará hasta hoy intitulada con su nombre. Patrono de Trieste, aunque la fiesta de san Justo cae el 2 de noviembre, por la concurrencia litúrgica con la conmemoración de los fieles difuntos, se aplaza para el día siguiente, 3 de noviembre.


fuente: Santi e Beati


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domingo 02 Noviembre 2014
San Marciano de Siria



San Marciano de Siria, eremita
Conmemoración de san Marciano, eremita, que, nacido en Cirro, se retiró al desierto de Calcedonia, y allí, viviendo en una estrechísima caseta, sólo por la tarde se alimentaba de una módica cantidad de pan y agua, pero poniendo por delante del ayuno el amor fraterno.
San Marciano nació en Cyrrhus, en Siria. Su padre pertenecía a una familia patricia. Marciano abandonó la casa paterna y partió de su patria. Como no le gustase hacer las cosas a medias, se retiró a un desierto entre Antioquía y el Eufrates. Allí escogió el rincón más escondido y se encerró en una estrecha celda, tan baja y tan reducida de tamaño, que no podía estar de pie ni acostado sin encogerse. Tal soledad era como un paraíso para él, pues podía consagrarse enteramente al canto de los salmos, la lectura espiritual, la oración y el trabajo. Sólo se alimentaba de pan, y aun eso en pequeña cantidad; sin embargo jamás pasaba el día entero sin comer, pues quería tener fuerzas para hacer lo que Dios le pedía que hiciera. La luz sobrenatural que recibía en la contemplación le dio un amplio conocimiento de las grandes verdades y misterios de la fe. No obstante su gran deseo de vivir ignorado de los hombres, su fama llegó a otros países y, al fin, tuvo que admitir por discípulos a Eusebio y Agapito. Con el tiempo, fue aumentando el número de sus discípulo y nombró abad a Eusebio. En cierta ocasión le visitaron a un tiempo san Flaviano patriarca de Antioquía y otros obispos para rogarle que les hiciese una exhortación, como tenía por costumbre. La dignidad de su auditorio impresionó a Marciano, quien no supo qué decir durante unos momentos. Como los obispos le incitasen a hablar, les dijo: «Dios nos habla a cada momento a través de las creaturas y del universo que nos rodea. Nos habla también por su Evangelio, en el que nos enseña a cumplir nuestro deber para con los demás y con nosotros mismos. ¿Qué otra cosa podría yo deciros?»

San Marciano obró varios milagros y su fama de taumaturgo le molestaba mucho, de suerte que jamás prestaba oídos a quienes acudían a su intercesión para obtener un milagro. Así, en cierta ocasión en que un habitante le pidió que bendijese un poco de aceite para curar a su hija enferma, el santo se negó absolutamente, sin embargo, la enferma recobró la salud en ese mismo instante. Marciano vivió hasta edad muy avanzada. En sus últimos años, sufrió mucho a causa de la importunidad de los que querían conservar su cuerpo cuando muriese. Algunos de éstos, entre los que se contaba su sobrino Alipio, llegaron incluso a construir capillas en diferentes sitios para darle sepultura. San Marciano resolvió el problema al pedir a Eusebio que le enterrase en un sitio secreto. El sitio de su sepultura no fue descubierto sino hasta cincuenta años después de su muerte. Entonces se trasladaron sus reliquias a un sitio que se convirtió en lugar de peregrinación.

Historia Religiosa de Teodoreto. Puede verse el texto griego, con una traducción latina comentada, en Acta Sanctorum, nov., vol. I.


fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


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domingo 02 Noviembre 2014
San Acindino de Persia




Santos Acindino, Pegasio, Aftonio, Epidíforo, Anempodisto y muchos compañeros, mártires
En Persia, santos Acindino, Pegasio, Aftonio, Epidíforo, Anempodisto y muchos compañeros mártires, que, según se cuenta, padecieron durante el reinado de Sapor II.
Estos santos mártires de Persia se mencionan en una 'Passio' griega de la época de Heraclio (610-614), históricamente de escaso valor, que hemos recibido en una reelaboración de Simeón Metafrastes, hagiógrafo bizantino del siglo X, y en una versión latina en el códice 1622 de la Universidad de Padua.

La historia narrada en la 'Passio', tuvo lugar en la época del rey persa Sapor II (310-379); arreciaba la persecución contra los cristianos, que en contraposición a la libertad religiosa concedida por el emperador romano Constantino el Grande en 313, fueron considerados por los persas como una "quinta columna" del Imperio Romano, con el que Sapor II estaba en hostilidades. El rey hizo capturar a Acindino, Pegasio y Anempodisto, fervientes cristianos, que fueron sometidos a interrogatorios y torturas, de conformidad con las prácticas de la época, pero luego fueron milagrosamente curados, sus cadenas se rompieron y fundieron, mientras que una violenta tormenta se abatió sobre la ciudad real de Isfahán; al tiempo que Sapor II perdió la voz, que recuperó por intercesión de los propios mártires. Al igual que en otras historias antiguas sobre el martirio de los cristianos, el suplicio no se detuvo allí; los tres cristianos fueron inmersos en plomo fundido y salieron ilesos, ante el asombro de los carniceros, uno de los cuales, Aftonio, se convirtió y fue inmediatamente decapitado; se intentó matarlos arrojándolos al mar encerrados en bolsas, pero salieron de entre las olas ilesos. Mientras tanto, en el Senado persa, Epidíforo y otros senadores habían tomado la defensa de los cristianos, pagando también ellos con la vida su coraje. Finalmente Acindino, Pegasio y Anempodisto fueron quemados vivos en Isfahán; fue alrededor del 350 dC.

Sus reliquias fueron posteriormente trasladadas a Constantinopla y veneradas en una iglesia dedicada a ellos; en 1204, durante la Cuarta Cruzada, una reliquia de Acindino terminó en Francia, en Vedans, y de allí pasó a la abadía de Rosières; se perdió durante la Revolución Francesa, y fue reencontrada un siglo más tarde, en 1892, en Grozon.

Los santos mártires son venerados en Oriente y en Occidente el 2 de noviembre, y son particularmente recordados por la Iglesia bizantina; se los representa en la famosa 'pala de oro' de la Basílica de San Marcos en Venecia.


fuente: Santi e Beati




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