viernes, 3 de mayo de 2013

_MAYO 3 2.013

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San Santiago Menor






Santiago hijo de Alfeo" (Mc. 10, 3 y paralelos; Hech. 1, 13) que aparece en noveno lugar en todas las listas de los Doce, es apodado "Santiago el Menor" (Mc. 15, 40) -probablemente porque era de baja estatura-, para distinguirlo del otro Santiago, el hijo de Zebedeo y hermano de Juan.

La tradición cristiana siempre lo ha identificado con el "hermano del Señor" (Mc. 6, 3) que se entrevistó con Pablo (Gal. 1, 19); con el Santiago mencionado en la misma Carta a los Gálatas como una de las "columnas de la Iglesia" (Gal. 2, 9); con aquél que toma la palabra durante el "concilio" de Jerusalén (Hech. 15, 13ss), obviamente un líder de la comunidad, al que Pedro había mandado anunciar su liberación (cfr. Hech. 12, 17); con quien quedó a cargo de la Iglesia de dicha ciudad cuando la dispersión de los apóstoles por el mundo y fue su primer Obispo; con aquél Santiago a quien -según cuenta Pablo- se apareció el Señor Resucitado (1 Cor. 15, 7); y con el autor de la Carta de Santiago.

Esta identificación ha quedado consagrada en la Liturgia de su fiesta, ya que la referencia de la Primera Carta a los Corintios que acabamos de mencionar, forma parte de la Primera Lectura de su fiesta, el 3 de mayo. Además, el Himno del Oficio de Lectura de ese día llama a Santiago "hermano del Señor y columna de la Iglesia" y lo invoca diciendo "Tú eres el primero en presidir la comunidad ilustre de Jerusalén y, por medio de tu Epístola, nos instruyes en la Palabra de salvación".

A estos datos bíblicos se suman otros de carácter legendario para definir sus atributos iconográficos. Como era "hermano" del Señor, es decir, primo o pariente cercano, se lo representa con rasgos parecidos a los de Cristo (según algunos autores, se le parecía tanto que ese fue el motivo de que Judas tuviera que darle un beso al verdadero Jesús para que sus perseguidores atraparan a la persona correcta). Otra tradición se refiere a su muerte. Cuando estaba predicando el Evangelio cerca del Templo de Jerusalén, es arrojado de allí (o desde el pináculo del Templo) por orden del sumo sacerdote. Santiago sobrevive, pero es lapidado y rematado por un batanero, que le aplasta el cráneo de un mazazo. Este episodio le vale su principal atributo, que es una maza de batanero.

También se lo suele representa junto a Felipe, cuya fiesta comparte.

Se lo representa en ocasiones con un libro, a causa de ser autor de una Epístola canónica; también con ornamentos episcopales, por considerárselo primer Obispo de Jerusalén. Su caída delante del Templo de Jerusalén es otro tema preferido de los iconógrafos.




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Santa Madre Maravillas de Jesús



Nació en Madrid (España) el 4 de noviembre de 1891, siendo la menor de cuatro hermanos. Fue bautizada ocho días después en la parroquia de San Sebastián con el nombre de María Maravillas Pidal y Chico de Guzmán. Su padre fue el señor Luis Pidal y su madre doña Cristina Chico de Guzmán, Marqueses de   Pidal. Su padre fue primero Ministro de Fomento y más tarde, embajador de España ante la Santa Sede.
Recibió una educación selecta y al mismo tiempo, de profunda religiosidad católica, por  lo que siempre mantuvo un deseo de servir a Dios y a los hombres desde la pobreza y la  humildad. Su profundo amor al Señor hizo que se decidiera el 30 de mayo de 1913, con tan sólo veintiún años, a realizar voto perpetuo de castidad en la intimidad de su corazón y, con él, confirmar su deseo de hacerse carmelita.   

El anhelo de amar con locura al señor y corresponderle con excesos al infinito amor a Cristo, le llevó a entrar en el Carmelo del Escorial (Madrid) el 12 de octubre de 1919. Tomó el hábito en 1920 e hizo su primera profesión en 1921. Tenía mucha devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
De sus largas vigilias ante el Sagrario en el convento de El Escorial recibe la inspiración de fundar un carmelo en El Cerro de los Ángeles, donde se había erigido un monumento al Sagrado Corazón en 1919 y se había consagrado a Él la nación. El 19 de mayo de 1924 la Hermana Maravillas y tres religiosas del convento de El Escorial, se instalaron provisionalmente en una casa de Getafe, para seguir de cerca el desarrollo de   las obras del convento. El 30 de mayo de 1924 hace su profesión solemne, y en junio de 1926 es nombrada Priora de la Comunidad del convento de El Cerro (Madrid), que es inaugurado el 31 de octubre de 1926.


Con la llegada de la Guerra Civil en España (1936), las Carmelitas se ven obligadas a abandonar el convento, llegando a Las Batuecas (Salamanca), donde fundó un nuevo carmelo. Finalizada la contienda (1939) regresan al Cerro de los Ángeles. Gracias a Dios, aumentan  las vocaciones y, con ellas, surgen fundaciones de nuevos carmelos tanto en España como  en el extranjero: Kottayam (India), Mancera, Duruelo, Cabrera, Arenas de San Pedro, San Calixto, Aravaca,  Montemar y La Aldehuela, entre otros.

Su gran caridad hizo que siempre se interesara por los problemas de los demás y se esforzaba por solucionarlos. Desde la clausura de La Aldehuela fundó un colegio para niños pobres, e hizo construir una barriada con numerosísimas casas y una Iglesia.
Santa Maravillas murió en el Carmelo de la Aldehuela el 11 de Diciembre de 1974. Fue beatificada en Roma por Juan Pablo II el 10 de Mayo de 1998 y canonizada por el mismo Papa el 3 de Mayo de 2003 en Madrid.










Oremos

Todo lo que para mi era ganancia lo he estimado pérdida comparado con Cristo. Más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él, lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo. Flp 3, 7-8

Tú, Señor, que todos los años nos alegras con la fiesta de Santa Madre Maravillas de Jesús, concede a los que estamos celebrando su memoria imitar tambien los ejemplos de su vida santa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.




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Santo(s) del día



Santa Madre Maravillas de Jesús
Beata Marie Leonie Paradis
Beato Rosaz
San Alejandro  Papa
San Juvenal
San Alejandro Antonina
San Timoteo Egipto
San Diodoro Afrodisia
Sant Sosteneo
San Higinio
Beato Zacarías Alanguer
Beato Alejandro Cister
Santa Severina
Santa Violeta
Beato Ventura
Santa Juana Hazaña
Beata Bicchieri
Santa Duda



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Beata Marie Leonie Paradis










Su amor a la Sagrada Familia, que denominó «Trinidad de la tierra», junto con la Eucaristía, fue el pedestal sobre el que se alzó la virtud de esta mujer que quiso sostener la vida sacerdotal acompañando en silencio y entregando lo mejor de sí en una cotidiana asistencia a los presbíteros, sin más satisfacción que la de saber que con ello estaba alentándolos en su misión pastoral. Un rasgo, podríamos decir maternal, que no siempre ha sido comprendido por sus congéneres. Ya Juan Pablo II cuando la beatificó en Canadá tuvo que salir al paso de quienes consideraban que con esta acción Marie Leonie empequeñecía a la mujer. No la entendieron. Tal vez no estuvieron al tanto de que ésta fue una decisión emprendida por ella con plena libertad, teniendo claro el objetivo que se proponía. Vino envuelto en un cariz espiritual, lo que significa que no podía ser contestado por nadie. Forma parte de la conciencia y de la voluntad de cada cual responder a Dios en los términos exactos que Él inspira. Pero aquél brillante día 11 de septiembre de 1984, en la ceremonia de beatificación el pontífice aplacó las críticas haciendo notar que el papel desempeñado por Marie Leonie no es el único reservado a una mujer canadiense.

La bautizaron con el nombre de Virginie-Alodie. Nació en el seno de una humilde y creyente familia de L'Acadie, Quebec, Canadá el 12 de mayo 1840. Persiguiendo un futuro mejor para la familia, su padre, que había intentado sostenerla inútilmente trabajando en un molino, partió a California, como otros hicieron, seducido por la fiebre del oro. Al regresar se encontró con que su pequeña, que había dejado interna con 9 años en el convento de las Hermanas de Notre-Dame en Laprairie, ya formaba parte de la comunidad de las Marianitas de San Lorenzo fundadas por el P. Basile Moreau. Era una adolescente de 14 años. De los seis hijos tenidos por Joseph Paradis y Émilie Grégoire, dos habían fallecido, el resto eran varones, por tanto, ella era la única niña. Joseph, hombre afable y bondadoso, pensó que podría disuadirla. Pero no logró hacerla desistir; tampoco la forzó a hacerlo. Muy segura de lo que quería para su vida, Marie Leonie profesó en 1857 amparada por el fundador a pesar de su frágil salud, y se dedicó a la docencia. Interiormente se sentía llamada a sostener la vida de los sacerdotes. Durante unos años impartió clases en Montreal y en el orfanato San Vicente de Paul de Nueva York.

En 1874 llevó a cabo su misión en el colegio de San José, en Memramcook, New Brunswick, Indiana, al frente del cual se hallaba el P. Camille Lefebvre, de la Santa Cruz. Muchas jóvenes de L’Acadie sin recursos y con dificultades para expresarse en inglés, que desempeñaban labores domésticas, albergaban el deseo de establecer un compromiso religioso. Marie Leonie que había comenzado enseñando francés estaba en condiciones de dar clases de inglés porque ya dominaba la lengua. Pero juzgó conveniente propiciar la apertura de un noviciado francófono en L’Acadie para evitar que las jóvenes tuvieran que ir a Indiana a realizar el noviciado. Su propuesta no fue acogida. Y en 1880 impulsó el Instituto de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, aún siendo ella todavía religiosa de la Santa Cruz. El objetivo no era otro que colaborar y apoyar a los religiosos de la misma Orden en su labor educativa. Ellos fueron los que ese año de 1880, en su capítulo general, autorizaron a que las integrantes de este nuevo movimiento hiciesen votos privados y bajo el amparo de Marie Leonie actuasen con autonomía. Su labor sería ocuparse de los trabajos domésticos de los colegios de Santa Cruz extendidos por Canadá.

María y José estaban tan fuertemente anclados en su corazón que no se cansaba de decir: «Mi confianza es ilimitada en nuestra buena Madre. Conoce nuestras necesidades y tiene un poder tan grande sobre el corazón de su divino Hijo». Dentro de las advocaciones conferidas a la Virgen ella se inclinaba por Nuestra Señora de los Siete Dolores y Nuestra Señora del Rosario. Respecto al Santo Patriarca igualmente se dejaba llevar por esa devoción sin cota alguna, recurriendo a él en cualquier situación. Para ello peregrinó en distintas ocasiones al santuario de santa Ana. Sencilla, de gran corazón, extrajo su peculiar forma de consagrar su vida a la atención de los sacerdotes de su contemplación de la Eucaristía y la Sagrada Familia de Nazaret. Humilde, orante, activa, siempre dispuesta a colaborar con generosidad, al igual que María había hecho, serían las claves de su quehacer y fundación. Su lema fue «piedad y dedicación». No dejó de trabajar en ningún instante. Fue una de las características de su vida. Siempre animosa, decía a las suyas: «¡Trabajemos, mis hijas, descansaremos en el cielo!». Mons. Paul LaRocque, prelado de Sherbrooke, Québec precisaba personas de confianza para su seminario y el obispado. Y la beata, que tuvo noticias de ello en 1895, vio la ocasión de trasladar allí la comunidad, siendo acogidas por él en su diócesis. Ese año falleció el P. Lefebvre que había sido sostén de la comunidad. En 1896 obtuvieron la aprobación diocesana. Pero fue pasando el tiempo y Marie Leonie que continuaba vistiendo el hábito de la Santa Cruz, veía aumentar su anhelo de convertirse en otro miembro más de la Sagrada Familia. En 1905 Pío X le concedió la autorización que precisaba quedando liberada del compromiso que había establecido con la anterior Congregación. Quedó como superiora general al frente de la Orden fundada por ella dedicándose todas a servir como «auxiliares» y «cooperadoras» domésticas a comunidades de religiosos y de sacerdotes. Fue la artífice de las constituciones, y justamente cuando se disponía a imprimirlas, el 3 de mayo de 1912, murió repentinamente tras la cena. Poco antes había dicho a una enferma: «¡Adiós hasta el cielo!».










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Beato Rosaz




Eduardo Rosaz, obispo de Susa, miembro de la Orden Franciscana Seglar desde antes de su ordenación sacerdotal, fundador de la Congregación de las «Franciscanas Misioneras de Susa», se distinguió por su entrega al apostolado y por su celo pastoral; dedicó gran atención al clero, llevó vida de pobreza y demostró un exquisito amor a los pobres.

Edoardo Giuseppe Rosaz nació en Susa (Turín, Italia) el 15 de febrero de 1830. Recibió una educación cristiana sólida y genuina. A causa de su frágil salud, sus padres le pusieron un maestro en casa. Cuando tenía diez años, su familia se trasladó a Turín y entonces fue enviado al colegio Gianotti de Saluzzo. Tres años después murió su padre y, al año siguiente, un hermano. A los quince años volvió con su familia a Susa, donde se rodeó de amigos, escogiéndolos entre los jóvenes mejores de la ciudad. Durante las vacaciones instruía a los niños en las verdades religiosas. En 1847 ingresó en el seminario. En 1853 se inscribió en la Tercera Orden de San Francisco, cuyo ideal y espíritu promovió desde ese momento y al que permaneció siempre fiel.

Recibió la ordenación sacerdotal el 10 de junio de 1854. Sin preocuparse de trabajos y molestias, buscaba siempre con alegría el bien espiritual y material de los fieles, y colaboraba con celo y desinterés en el cuidado pastoral, cultivando diversas formas de apostolado: se dedicó con entusiasmo a la predicación, a la catequesis, al ministerio de la reconciliación y a las obras sociales. Alimentaba su vida espiritual con la oración, la meditación, la misa, la adoración eucarística, y fomentaba esto mismo en las religiosas por él fundadas, las Franciscanas Misioneras de Susa. En 1874 fue nombrado rector del seminario de Susa, en cuyo cargo tuvo como principio educativo: «firmeza dulce y dulzura firme», «prevención mejor que castigo».

El 26 de diciembre de 1877 fue nombrado obispo de Susa; recibió la consagración episcopal el 24 de febrero de 1878 en la catedral. En su nuevo cargo se distinguió por su celo, prudencia pastoral, abnegación y dinamismo misionero: dedicó gran atención al clero, para el que fue un buen pastor; potenció el seminario diocesano y visitó varias veces la diócesis, incluso las parroquias más aisladas. Era amigo íntimo de Don Bosco, a quien vio por última vez en Turín en 1888.

Murió la mañana del 3 de mayo de 1903. Fue beatificado por Juan Pablo II el 14 de julio de 1991 en Susa










Os exorto, por la misericordia de Dios, a preservar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto. Rm 12, 1-2




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Beato Zacarías Alanguer



Beato Zacarías, de la Orden de los Menores, y uno de los seis primeros religiosos que San Francisco envió a Portugal para consagrarse a la conversión de los moros, Alanguer, 1226.




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Beata Bicchieri





Beata Emilia Bicchieri, de la Orden de la Penitencia de Santo Domingo, fundadora del monasterio de Santa Margarita, en las afueras del Verceli, Piamonte, 1314.
Fue una extática cuya vida está llena de revelaciones y apariciones de Cristo y de sus santos.







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