martes, 21 de mayo de 2013

_MAYO 21. 2.013

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San Carlos José Eugenio de Mazenod





CARLOS JOSÉ EUGENIO DE MAZENOD


LLegó a un mundo que estaba llamado a   cambiar muy rápidamente. Nacido en Aix de Provenza al sur de Francia, el 1 de   agosto de 1782, parecía tener asegurada una buena posición y riqueza en su   familia, que era de la nobleza menor. Sin embargo, los disturbios de la   Revolución francesa cambiaron todo esto para siempre. Cuando Eugerio tenía 8   años su familia huyó de Francia, dejando sus propiedades tras sí, y   comenzó un largo y cada vez más difícil destierro de 11 años de duración.
Los años pasados en Italia
La familia de Mazenod, como refugiados políticos, pasaron por varias   ciudades de Italia. Su padre, que había sido Presidente del Tribunal de   Cuentas, Ayuda y Finanzas de Aix, se vio forzado a dedicarse al comercio para   mantener su familia. Intentó ser un pequeño hombre de negocios, y a medida   que los años iban pasando la familia cayó casi en la miseria. Eugenio   estudió, durante un corto período, en el Colegio de Nobles de Turín, pero   al tener que partir para Venecia, abandonó la escuela formal. Don Bartolo   Zinelli, un sacerdote simpático que vivía al lado, se preocupó por la   educación del joven emigrante francés. Don Bartolo dio a Eugenio una   educación fundamental, con un sentido de Dios duradero y un régimen de   piedad que iba a acompañarle para siempre, a pesar de los altos y bajos de su   vida. El cambio posterior a Nápoles, a causa de problemas económicos, le   llevó a una etapa de aburrimiento y abandono. La familia se trasladó de   nuevo, esta vez hacia Palermo, donde gracias a la bondad del Duque y la   Duquesa de Cannizzaro, Eugenio tuvo su primera experiencia de vivir a lo noble,   y le agradó mucho. Tomó el título de "Conde" de Mazenod,   siguió la vida cortesana y soñó con tener futuro.
Vuelta a Francia: el Sacerdocio
En 1802, a la edad de 20 años, Eugenio pudo volver a su tierra natal y   todos sus sueños e ilusiones se vinieron abajo rápidamente. Era simplemente   el "Ciudadano" de Mazenod, Francia había cambiado; sus padres   estaban separados, su madre luchaba por recuperar las propiedades de la   familia. También había planeado el matrimonio de Eugenio con una posible   heredera rica. Él cayó en la depresión, viendo poco futuro real para sí.   Pero sus cualidades naturales de dedicación a los demás, junto con la fe   cultivada en Venecia, comenzaron a afirmarse en él. Se vio profundamente   afectado por la situación desastrosa de la Iglesia de Francia, que había   sido ridiculizada, atacada y diezmada por la Revolución.
Él llamado al sacerdocio comenzó a manifestársele y Eugenio respondió a   este llamado. A pesar de la oposición de su madre, entró en el seminario San   Sulpicio de París, y el 21 de diciembre de 1811 era ordenado sacerdote en   Amiens.
Esfuerzos apostólicos: los Oblatos de María Inmaculada
Al volver a Aix de Provenza, no aceptó un nombramiento normal en una parroquia, sino que comenzó a ejercer su sacerdocio atendiendo a los que tenían verdadera necesidad espiritual: los prisioneros, los jóvenes, las domésticas y los campesinos. Eugenio prosiguió su marcha, a pesar de la oposición frecuente del clero local. Buscó pronto otros sacerdotes igualmente celosos que se prepararían para marchar fuera de las estructuras acostumbradas y aún poco habituales. Eugenio y sus hombres predicaban en Provenzal, la lengua de la gente sencilla, y no el francés de los "cultos". Iban de aldea en aldea, instruyendo a nivel popular y pasando muchas horas en el confesonario. Entre unas misiones y otras, el grupo se reunía en una vida comunitaria intensa de oración, estudio y amistad. Se llamaban a sí mismos "Misioneros de Provenza".
Sin embargo, para asegurar la continuidad en el trabajo, Eugenio tomó la intrépida decisión de ir directamente al Papa para pedirle el reconocimiento oficial de su grupo como una Congregación religiosa de derecho pontificio. Su fe y su perseverancia no cejaron y, el 17 de febrero de 1826, el Papa Gregorio XII aprobaba la nueva Congregación de los "Misioneros Oblatos de María Inmaculada". Eugenio fue elegido Superior General, y continuó inspirando y guiando a sus hombres durante 35 años, hasta su muerte. Eugenio insitió en una formación espiritual profunda y en una vida comunitaria cercana, al mismo tiempo que en el desarrollo de los esfuerzos apostólicos: predicación, trabajo con jóvenes, atención de los santuarios, capellanías de prisiones, confesiones, dirección de seminarios, parroquias. Él era un hombre apasionado por Cristo y nunca se opuso a aceptar un nuevo apostolado, si lo veía como una respuesta a las necesidades de la Iglesia. La "gloria de Dios, el bien de la Iglesia y la santificación de las almas" fueron siempre fuerzas que lo impulsaron.

Obispo de Marsella

La diócesis de Marsella había sido suprimida durante la Revolución   francesa, y la Iglesia local estaba en un estado lamentable. Cuando fue   restablecida, el anciano tío de Eugenio, Fortunato de Mazenod, fue nombrado   Obispo. Él nombró a Eugenio inmediatamente como Vicario General, y la mayor   parte del trabajo de reconstruir la diócesis cayó sobre él. En pocos años,   en 1832, Eugenio mismo fue nombrado Obispo auxiliar. Su ordenación episcopal   tuvo lugar en Roma, desafiando la pretensión del gobierno francés que se   consideraba con derecho a intervenir en tales nombramientos. Esto causó una amarga   lucha diplomática y Eugenio cayó en medio de ella con acusaciones,   incomprensiones, amenazas y recriminaciones sobre él. A pesar de los golpes,   Eugenio siguió adelante resueltamente y finalmente la crisis llegó a su fin.   Cinco años más tarde, al morir el Obispo Fortunato, fue nombrado él mismo   como Obispo de Marsella.
Un corazón grande como el mundo
Al fundar los Oblatos de María Inmaculada para servir ante todo a los   necesitados espiritualmente, a los abandonados y a los campesinos de Francia,   el celo de Eugenio por el Reino de Dios y su devoción a la Iglesia movieron a   los Oblatos a un apostolado de avanzada. Sus hombres se aventuraron en Suiza,   Inglaterra, Irlanda. A causa de este celo, Eugenio fue llamado "un   segundo Pablo", y los Obispos de las misiones vinieron a él pidiendo   Oblatos para sus extensos campos de misión. Eugenio respondió gustosamente a   pesar del pequeño número inicial de misioneros y envió sus hombres a   Canadá, Estados Unidos, Ceylan (Sri Lanka), Sud-Africa, Basutolandia (Lesotho).   Como misioneros de su tiempo, se dedicaron a predicar, bautizar, atender a la   gente. Abrieron frecuentemente áreas antes no tocadas, establecieron y   atendieron muchas diócesis nuevas y de muchas maneras "lo intentaron   todo para dilatar el Reino de Cristo". En los años siguientes, el   espíritu misionero de los Oblatos ha continuado, de tal modo que el impulso   dado por Eugenio de Mazenod sigue vivo en sus hombres que trabajan en 68   países.
Pastor de su diócesis
Al mismo tiempo que se desarrollaba este fermento de actividad misionera,   Eugenio se destacó como un excelente pastor de la Iglesia de Marsella,   buscando una buena formación para sus sacerdotes, estableciendo nuevas   parroquias, construyendo la Catedral de la ciudad y el espectacular santuario   de Nuestra Señora de la Guardia en lo alto de la ciudad, animando a sus   sacerdotes a vivir la santidad, introduciendo muchas Congregaciones Religiosas   nuevas para trabajar en su diócesis, liderando a sus colegas Obispos en el   apoyo a los derechos del Papa. Su figura descolló en la Iglesia de Francia.   En 1856, Napoleón III lo nombró Senador, y a su muerte, era decano de los   Obispos de Francia.

Legado de un santo

El 21 de mayo de 1861 vio a Eugenio de Mazenod volviendo hacia Dios, a la edad de 79 años, después de una vida coronada de frutos, muchos de los cuales nacieron del sufrimiento. Para su familia religiosa y para su diócesis ha sido fundador y fuente de vida: para Dios y para la Iglesia ha sido un hijo fiel y generoso. Al morir dejó a sus Oblatos este testamento final: "Entre vosotros, la caridad, la caridad, la caridad; y fuera el celo por la salvación de las almas".

Al declararlo santo la Iglesia, el 3 de diciembre de 1995, corona estos dos   ejes de su vida: amor y celo. Y este es el mayor regalo que Eugenio de Mazenod,   Oblato de María Inmaculada, nos ofrece hoy.




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Santo(s) del día


San Carlos José Eugenio de Mazenod
San Teopompo
San Magallanes
San Timoteo Argelia
San Polieucto
San Secundino Córdoba
San Sínesio Mártir
San Nicóstrato
San Secundo Aleljandría
San Hospicio
Santa Cervellón
San Constantino Magno
San Mans
Beata Catalina Cardona
Beata Madre



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martes 21 Mayo 2013

San Teopompo





Obispo y mártir (s. IV) Gobernaba su grey en tiempo del Emperador Diocleciano, siendo su gobernador Daciano, quienes con sus mandatos obligaban a los cristianos a adorar a los falsos dioses.


La leyenda narra, resaltando la grandeza de Dios y la fidelidad del obispo santo frente a la debilidad patente del grandioso y cruel mandatario Daciano, que prosiguió éste intentando vengar la fuerza pertinaz de la divinidad y que mandó azotar y despeñar el cuerpo de Teopompo, rematándolo -cuando ya no hacía falta- con el degollamiento, separando de su cuerpo la cabeza con la espada.

Su entrada triunfal ocurrió el mismo día de su celebración al ser para él el «dies natalis».De este modo quiso Dios premiar a las dos Nertóbrigas romanas, a Fregenal teniendo un insigne Prelado y a Almuña o Ricla como lugar de su martirio.

El obispo Fray Francisco de Rois, previa consulta al Cabildo, se dirige a los primeros teólogos, maestros y catedráticos de la Universidad de Salamanca para que dictaminaran sobre las Santas Reliquias de San Teopompo, los que respondieron afirmativamente, «nemine discrepante». En efecto, el 6 de Julio de 1670 se concede, según las normas de San Pio V y Gregorio XIII, la celebración con misa y oficio del común, el 21 de Mayo.

La Vita Sanctorum adorna con descripción viva, una vez más y según el estilo que caracteriza a este género literario, el hecho de que alguien muriera por su fe, resistiendo la injusta violencia del poderoso. Teopompo, obispo y mártir, es el modelo y su amor a Jesucristo hasta la muerte, la lección. Los modos importan menos; sólo intentan ayudarnos a ser fieles siempre, sobre todo al ponerse cuesta arriba nuestro caminar, porque no es infrecuente contemplar -teste historia- el «cambio de chaqueta» cuando se mudan los aires y vivir en cristiano se torna difícil.






Oremos




Himno


Oh Dios, que eres el premio, la corona

Y la suerte de todos tus soldados,

Líbranos de los lazos de las culpas

Por este mártir a quien hoy cantamos.


Él conoció la hiel que está escondida

En la miel de los goces de este suelo,

Y, por no haber cedido a sus encantos,

Está gozando los del cielo eterno.


Oh piadosísimo Señor de todo,

Te suplicamos con humilde ruego

Que, en el día del triunfo de este mártir,

Perdones los pecados de tus siervos.



Gloria eterna al divino Jesucristo,

Que nació de una Virgen impecable,

Y gloria eterna al Santo Paráclito,

Y gloria eterna al sempiterno Padre. Amén




Proclamamos, Señor, tu poder y humildemente te pedimos que, así como concediste a San Teopompo, obispo, ser fiel imitador de la pasión de Cristo, así nos otorgues a nosotros que la fortaleza que manifestó en su martirio sea sostén de nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo.




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martes 21 Mayo 2013

San Magallanes



SAN CRISTOBAL MAGALLANES, y compañeros
Mártires de la persecución contra los cristeros
Nace en Totalice, México el 30 de julio de 1869, de familia muy humilde.
Trabaja en el campo hasta los 19 años.
En 1888 ingresa al seminario de Guadalajara donde se distingue por su piedad, honradez y aplicación.

Es ordenado sacerdote en septiembre del 1899 en la iglesia de Santa Teresa en Guadalajara.

Desempeña el cargo de capellán y subdirector de la escuela de artes y oficios en Guadalajara.
Organiza centros de catecismo y escuelas en las rancherías.
Construye una presa para favorecer el riego, funda un asilo para huérfanos y pequeños fraccionamientos de tierra para ayudar a los pobres.

Es párroco de Totalice por 17 años hasta que es fusilado.

El 21 de mayo de 1927 el padre va a celebrar una fiesta religiosa en un rancho cuando se inicia una balacera entre los cristeros y las fuerzas federales comandadas por el general Goñi. Es arrestado y conducido a Totalice donde lo encarcelan junto a su vicario el P. Caloca.

Los trasladan al palacio municipal de Colotitlán donde los fusilan el 25 de mayo de 1927. El P. Cristóbal, antes de ser fusilado dijo: "soy y muero inocente; perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos".

Beatificado: 22 de noviembre de 1992
Canonizado por el Papa Juan Pablo II el 21 de mayo del 2000.





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martes 21 Mayo 2013

San Hospicio


San Hospicio, confesor, Niza (Francia), 581.
Era un santo eremita. Según nos cuenta un antiguo escritor, nuestro santo, “vestía de áspero cilicio, rodeado de cadenas de hierro y atado a una de ellas dentro de una torre, comiendo sólo un poco de pan con dátiles y algunas raíces de hierbas, y bebiendo sólo agua”.
Junto a la torre había un monasterio que a pesar de tener un prior se regía por los consejos espirituales de aquel siervo de Dios, admiración de la ciudad entera y de toda la comarca, que no eran otras que Niza (Francia) y lo que hoy llamamos la Costa Azul.
Estos nombres no suelen evocar penitencias duras y heroicas, y es posible que ya en aquel lejano siglo los nizardos no se distinguiesen por la austeridad de su vida y la práctica de las más altas virtudes porque, según san Hospicio, tenían a Dios muy enojado con su “infidelidad, poca reverencia a los templos, poco amor a los pobres y otros infinitos vicios”.
De ahí que profetizara la llegada de unos bárbaros que iban a destruir la ciudad y sus alrededores como castigo divino.
Los longobardos hicieron realidad el anuncio del eremita, quien desde su torre, encadenado como siempre, predicó a los invasores, convirtiendo al parecer a no pocos de ellos





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San Mans o Mancio, esclavo cristiano traído de Roma y asesinado por los judíos. Se le celebra en varias diócesis de España y Portugal, y es patrono de la ciudad de Evora, s. V o VI.




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martes 21 Mayo 2013

Beata Catalina Cardona




Pertenecía a la ilustre familia de los Cardona. Cuando tenía quince años, sus padres quisieron casarla con un rico geltilhombre, que murió poco antes de celebrarse el matrimonio.
Entonces Catalina se refugió en un convento de franciscanas; pero sacada de allí violentamente, tuvo que vivir algún tiempo en la corte de Felipe II, donde fue confidente de la princesa de Eboli.
Un buen día desapareció del palacio, y fue a encerrarse en una gruta, no lejos de Roda.
Allí pasó veinte años, imitando a los antiguos anacoretas, hasta que, descubierta, entró en un convento de carmelitas de la región. Murió en 1577.






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