sábado 27 Diciembre
2014
Santa Fabiola de Roma
Santa Fabiola, viuda
Conmemoración de santa Fabiola, viuda
romana, que, según el testimonio de san Jerónimo, dedicó y llevó a cabo su
penitencia en beneficio de los pobres.
Santa Fabiola, de la «gens Fabia», fue una de las damas patricias romanas que siguieron el
camino de la santidad y la renuncia, bajo la influencia de san Jerónimo, pero su existencia fue muy
diferente a la de sus compañeras santa Marcela, santa Paula o santa Eustoquio, y ni siquiera fue uno de los
miembros del círculo que se reunió en torno a san Jerónimo cuando vivía en
Roma. O bien, si lo fue, hubo un enfrentamiento o una ruptura en las
relaciones, puesto que Fabiola era de carácter muy vivo, apasionado y caprichoso.
Cuando la disoluta existencia de su esposo le resultó intolerable, obtuvo un
divorcio civil, después de lo cual, mientras vivía aún su marido, se unió con
otro hombre. Al morir su segundo esposo. Fabiola se sometió a los cánones de la
iglesia, se presentó en la Basílica de Letrán dispuesta a aceptar la penitencia
pública, y el papa san
Siricio la volvió a admitir en la
comunión de los fieles. Desde entonces, la dama dedicó íntegra su gran fortuna
a obras de caridad, dio sumas considerables a todas las iglesias, comunidades
de Italia y las islas vecinas, fundó un hospital para los enfermos que recogía
en las calles de Roma, a quienes atendía personalmente. Fue aquél un hecho
significativo en la historia de nuestra civilización, porque el hospital de
Fabiola fue el primer nosocomio cristiano, público y gratuito, en todo el
Occidente.
En el año de 395, Fabiola viajó a
Belén para visitar a san Jerónimo, en compañía de un pariente llamado Oceanus y ahí se quedó con santa Paula y santa Eustoquio. Por aquel entonces, san Jerónimo
disputaba con el obispo Juan de Jerusalén, con motivo de la controversia con
Rufino sobre las enseñanzas de Orígenes, y se hicieron varios intentos, aun en
forma fraudulenta, para ganarse las simpatías y las influencias de Fabiola para
el campo del obispo, pero fracasaron todas las tentativas para destruir su
fidelidad a su santo maestro. Fabiola deseaba quedarse en Belén hasta el fin de
sus días, pero era evidente que la vida contemplativa de las mujeres
consagradas que ahí se habían reunido para formar una comunidad, no convenía a
la santa, que necesitaba de la compañía y actividad constantes. San Jerónimo lo
había observado, y en uno de sus escritos declara que a Fabiola no le entraba
en la cabeza la idea de la soledad en el establo de Belén, y que, sin duda,
hubiera preferido que el nacimiento de Cristo sucediese en la posada llena de
peregrinos. La amenaza de una inminente incursión de los hunos fue lo que la
decidió a abandonar Palestina. Las hordas de Atila habían invadido Siria, y la
propia Jerusalén estaba en peligro, de suerte que san Jerónimo se retiró con
sus fieles discípulos hacia la costa, durante algún tiempo. Cuando pasó el
peligro y todos volvieron a Belén, Fabiola emprendió el viaje de regreso a Roma.
Por aquel entonces, un sacerdote
llamado Armando le planteó una cuestión a san Jerónimo: ¿Se podía recibir en la
comunión de la Iglesia a una mujer que hubiese sido obligada a unirse a otro
hombre mientras su disoluto marido estaba aún con vida, sin una previa
penitencia canónica? Semejante pregunta se refería evidentemente a la hermana
del sacerdote Armando, pero la opinión general fue de que se había interrogado
a san Jerónimo en relación al caso de Fabiola, como un «sondeo» en las ideas
del santo. En su respuesta san Jerónimo no hizo mención alguna de Fabiola, pero
rechazó los términos de «hubiese sido obligada» que figuraban en el supuesto
caso. «Si tu hermana -respondió el santo claramente- desea recibir el Cuerpo de
Cristo sin que se le tomen cuentas como a una adúltera, debe hacer penitencia».
Durante los tres últimos años de su
vida, pasados en Roma, Fabiola continuó con sus caridades públicas y privadas,
sobre todo al asociarse con san Pammaquio en la fundación de un amplio
hospicio para peregrinos, pobres y enfermos en Porto. Fue el primero en su
especie. La inquietud de Fabiola persistió hasta el último momento, y hacía los
preparativos para emprender otro largo viaje cuando la sorprendió la muerte.
Toda Roma asistió a los funerales de la amada benefactora. San Jerónimo estuvo
en contacto epistolar con santa Fabiola hasta el fin, y escribió dos tratados
para ella. Uno se refiere al sacerdocio de Aarón y el significado místico de
las vestiduras sacerdotales. Ese escrito lo terminó san Jerónimo el día en que
debía zarpar de Jaffa la nave en la que Fabiola regresó a
Italia. El segundo tratado, referente a la «estadía de los israelitas en los
desiertos salvajes», no quedó terminado sino hasta después de la muerte de la
santa. Este le fue enviado posteriormente a Oceanus, el mencionado pariente de Fabiola,
junto con un relato sobre la vida y muerte de la santa patricia romana.
San Jerónimo, Epístola 77, que
se halla impresa en la PL de Migne, vol. XXII, cc.
690-698.
fuente: «Vidas de los
santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Oremos
Señor Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor a Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad de Santa Fabiola, seamos contados un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario