martes 30 Diciembre
2014
Beato Juan María Boccardo
Beato Juan María Boccardo, presbítero y fundador
En el territorio de Pancalieri, cerca de Turín, igualmente en
Italia, beato Juan María Boccardo, presbítero, el cual, trabajando
infatigablemente en el cuidado de los ancianos y enfermos, fundó el Instituto
de Hijas Pobres de San Cayetano.
Nació el 20 de noviembre de 1848 y
falleció en Pancalieri el 30 de diciembre de 1913. Fue
sacerdote, y además además un prolífico escritor, cuyas obras
ocupan 44 volúmenes. Lo siguiente es un fragmento de la homilía que SS. Juan
Pablo II pronunció en la misa de beatificación, en la Plaza Vittorio Veneto de Turín, el 24 de mayo de 1998. El texto completo
puede leerse, en
castellano, aquí:
Don Giovanni Maria Boccardo fue un hombre de
profunda espiritualidad y, a la vez, un apóstol dinámico, promotor de la vida
religiosa y del laicado, siempre atento a discernir los signos de los tiempos.
Escuchando, en la oración, la palabra de Dios, maduró una fe vivísima y profunda.
Escribió: «Sí, Dios mío, lo que quieres tú, lo quiero también yo».
Y ¿qué decir de su infatigable celo
en favor de los más pobres? Supo acercarse a todas las miserias humanas con el
espíritu de san Cayetano de Thiene, espíritu que infundió en la
congregación femenina que fundó para el cuidado de los ancianos y los enfermos,
y para la educación de la juventud. Hizo suya la invitación evangélica: «Buscad
primero el reino de Dios y su justicia» (Mt 6, 33).
Como el santo cura de Ars, del que era devoto, indicó a sus parroquianos, con su
palabra y sobre todo con su ejemplo, el camino del cielo. El día de su ingreso
en Pancalieri como párroco, dijo a los fieles:
«Vengo aquí, queridos hermanos, para vivir como uno de vosotros, como vuestro
padre, vuestro hermano y vuestro amigo, y para compartir con vosotros las
alegrías y las penas de la vida (...). Vengo como servidor de todos, y cada uno
podrá disponer de mí, y yo me consideraré siempre dichoso y feliz de poderos
servir, buscando sólo hacer el bien a todos».
Se declaraba
siempre hijo devoto de la Virgen, y a ella recurría con constante confianza. A
una persona que le preguntó: «¿Es tan difícil ganar el Paraíso?», le respondió:
«Sé devoto de María, que es su .puerta., y entrarás». Su ejemplo sigue vivo en
la memoria de la gente, que a partir de hoy puede invocarlo como intercesor en
el cielo.
fuente: Vaticano
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