Martes 04 Febrero 2014
San Rabano Mauro
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quisiera hablar de un personaje del occidente latino
verdaderamente extraordinario: el monje Rabano Mauro. Junto a hombres como
Isidoro de Sevilla, Beda el Venerable, Ambrosio Auperto, de los que ya he
hablado en catequesis precedentes, supo durante los siglos de la Alta Edad
Media mantener el contacto con la gran cultura de los antiguos sabios y de los
padres cristianos. Recordado con frecuencia como "praeceptor
Germaniae" [maestro de Alemania, ndt.], Rabano Mauro tuvo una fecundidad
extraordinaria. Con su capacidad de trabajo totalmente excepcional fue quizás
el que más contribuyó a mantener viva la cultura teológica, exegética y
espiritual a la que recurrirían los siglos sucesivos. A él hacen referencia
grandes personajes pertenecientes al mundo de los monjes, como Pedro Damián,
Pedro el Venerable y Bernardo de Claraval, así como un número cada vez más
consistente de "clérigos" del clero secular, que en los siglos XII y
XIII dieron vida a uno de los florecimientos más hermosos y fecundos del
pensamiento humano.
Nacido en Maguncia, alrededor del año 780, Rabano entró cuando
todavía era muy joven en el monasterio: se le añadió el nombre de Mauro en
referencia precisamente al joven Mauro, que según el segundo libro de los
Diálogos de San Gregorio Magno, había sido entregado, cuando todavía era un
niño por sus mismos padres, nobles romanos, al abad Benito de Nursia. Esta
introducción precoz de Rabano como "puer oblatus" en el mundo
monástico benedictino, y los frutos que sacó para su crecimiento humano, cultural
y espiritual abrieron posibilidades interesantísimas no sólo para la vida de
los monjes, sino también para toda la sociedad de su tiempo, normalmente
llamada "carolingia". Hablando de ellos, o quizá de sí mismo, Rabano
Mauro escribe: "Hay algunos que han tenido la suerte de haber sido
introducidos en el conocimiento de las Escrituras desde la tierna infancia ('a
cunabulis suis') y se han alimentado tan bien de la comida que les ha ofrecido
la santa Iglesia que pueden ser promovidos, con la educación adecuada, a las
más elevadas órdenes sagradas" (PL 107, col 419BC).
La extraordinaria cultura por la que se distinguía Rabano
Mauro llamó muy pronto la atención de los grandes de su tiempo. Se convirtió en
consejero de príncipes. Se comprometió para garantizar la unidad del Imperio y,
a un nivel cultural más amplio, nunca negó a quien le preguntaba una respuesta
ponderada, que se inspiraba preferentemente en la Biblia y en los textos de los
santos padres. A pesar de que fue elegido primero abad del famoso monasterio de
Fulda y después arzobispo de la ciudad natal, Maguncia, no dejó sus estudios,
demostrando con el ejemplo de su vida que se puede estar al mismo tiempo a
disposición de los demás, sin privarse por este motivo de un adecuado tiempo de
reflexión, estudio y meditación. De este modo, Rabano Mauro se convirtió en
exegeta, filósofo, poeta, pastor y hombre de Dios. Las diócesis de Fulda,
Maguncia, Limburgo, y Breslavia le veneran como santo o beato. Sus obras llenan
seis volúmenes de la "Patrología Latina" de Migne. Probablemente
compuso uno de los himnos más bellos y conocidos de la Iglesia latina, el
"Veni Creator Spiritus", síntesis extraordinaria de pneumatología
cristiana. El primer compromiso teológico de Rabano se expreso, de hecho, en
forma de poesía y tuvo como tema el misterio de la santa Cruz en una obra
titulada "De laudibus Sanctae Crucis", concebida para proponer no
sólo contenidos conceptuales, sino también alicientes exquisitamente
artísticos, utilizando tanto la forma poética como la forma pictórica dentro
del mismo código manuscrito. Proponiendo iconográficamente entre las líneas de
su escrito la imagen de Cristo crucificado, escribe: "Esta es la imagen
del Salvador que, con la posición de sus miembros, hace que sea sagrada para nosotros
la dulcísima y queridísima forma de la Curz para que, creyendo en su nombre y
obedeciendo a sus mandamientos, podamos obtener la vida eterna gracias a su
pasión. Por eso, cada vez que elevamos la mirada a la Cruz, recordamos a Aquél
que sufrió por nosotros para arrancarnos del poder de las tinieblas, aceptando
la muerte para hacernos herederos de la vida eterna" (Lib. 1, Fig. 1, PL
107 col 151 C).
Este método de armonizar todas las artes, la inteligencia, el
corazón y los sentidos, que procedía de Oriente, sería sumamente desarrollado
en Occidente, alcanzando cumbres inalcanzables en los códices miniados de la
Biblia y en otras obras de fe y de arte, que florecieron en Europa hasta la
invención de la prensa e incluso después. En todo caso, demuestra que Rabano
Mauro tenía una conciencia extraordinaria de la necesidad de involucrar, en la
experiencia de fe, no sólo la mente y el corazón, sino también los sentidos a
través de esos otros aspectos del gusto estético y de la sensibilidad humana
que llevan al hombre a disfrutar de la verdad con todo su ser, "espíritu,
alma y cuerpo". Esto es importante: la fe no es sólo pensamiento, toca a
todo el ser. Dado que Dios se hizo hombre en carne y hueso y entró en el mundo
sensible, nosotros tenemos que tratar de encontrar a Dios con todas las
dimensiones de nuestro ser. De este modo, la realidad de Dios, a través de la
fe, penetra en nuestro ser y lo transforma. Por este motivo, Rabano Mauro
concentró su atención sobre todo en la Liturgia, como síntesis de todas las dimensiones
de nuestra percepción de la realidad. Esta intuición de Rabano Mauro le hace
extraordinariamente actual. Dejó también los famosos "Carmina",
propuestos para ser utilizados sobre todo en las celebraciones litúrgicas. De
hecho, el interés de Rabano por la liturgia se daba totalmente por
sobreentendido dado que ante todo era un monje. Él sin embargo, no se dedicaba
al arte de la poesía como fin en sí mismos, sino que utilizaba el arte y
cualquier otro tipo de conocimiento para profundizar en la Palabra de Dios. Por
ello, trató con el máximo empeño y rigor de introducir a sus contemporáneos,
pero sobre todo a los ministros (obispos, presbíteros y diáconos), en la
comprensión del significado profundamente teológico y espiritual de todos los
elementos de la celebración litúrgica.
De este modo, trató de comprender y presentar a los demás los
significados teológicos escondidos en los ritos, recurriendo a la Biblia y a la
tradición de los padres. No dudaba en citar, por honestidad y para dar mayor
peso a sus explicaciones, las fuentes patrísticas a las que debía su saber. Se
servía de ellas con libertad y discernimiento atento, continuando el desarrollo
del pensamiento patrístico. Al final de la "Primera Epístola"
dirigida a un corepíscopo de la diócesis de Maguncia, por ejemplo, tras haber
respondido a peticiones de aclaración sobre el comportamiento que hay que tener
en el ejercicio de la responsabilidad pastoral, escribe: "Te hemos escrito
todo esto tal y como lo hemos deducido de las Sagradas Escrituras y de los
cánones de los padres. Ahora bien, tú, santísimo hombre, toma tus decisiones
como mejor te parezca, caso por caso, tratando de moderar tu evaluación de tal
manera que se garantice en todo la discreción, pues ella es la madre de todas
las virtudes" ("Epistulae", I, PL 112, col 1510 C). De este modo
se ve la continuidad de la fe cristiana, que tiene sus inicios en la Palabra de
Dios: ésta, sin embargo, siempre está viva, se desarrolla y se expresa de
nuevas maneras, siempre en coherencia con toda la construcción, con todo el
edificio de la fe.
Dado que la Palabra de Dios es parte integrante de la
celebración litúrgica, Rabano Mauro se dedicó a esta última con el máximo
empeño durante toda su existencia. Redactó explicaciones exegéticas apropiadas
casi para todos los libros bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento con un
objetivo claramente pastoral, que justificaba con palabras como éstas: "He
escrito esto... sintetizando explicaciones y propuestas de otros muchos para
ofrecer un servicio al pobre lector que no puede tener a disposición muchos
libros, pero también para ayudar a quienes en muchos argumentos no logran
profundizar en la comprensión de los significados descubiertos por los
padres" ("Commentariorum in Matthaeum praefatio", PL 107, col.
727D). De hecho, al comentar los textos bíblicos recurría enormemente a los
padres antiguos, con predilección especial por Jerónimo, Ambrosio, Agustín y
Gregorio Magno.
Su aguda sensibilidad pastoral le llevó después a afrontar uno
de los problemas que más interesaban a los fieles y a los ministros sagrados de
su tiempo: el de la Penitencia. Compiló "Penitenciarios" --así los
llamaba-- en los que, según la sensibilidad de la época se enumeraban los
pecados y las penas correspondientes, utilizando en la medida de lo posible
motivaciones tomadas de la Biblia, de las decisiones de los concilios, y de los
decretos de los papas. De estos textos se sirvieron también los
"carolingios" en su intento de reforma de la Iglesia y de la
sociedad. A este mismo objetivo pastoral respondían obras como "De
disciplina ecclesiastica" y "De institutione clericorum" en los
que, citando sobre todo a Agustín, Rabano explicaba a personas sencillas y al
clero de su misma diócesis los elementos fundamentales de la fe cristiana: eran
una especie de pequeños catecismos.
Quisiera concluir la presentación de este gran "hombre de
la Iglesia" citando algunas palabras suyas en las que se refleja su
convicción de fondo: "Quien descuida la contemplación, se priva de la
visión de la luz de Dios; quien se deja llevar por las preocupaciones y permite
que sus pensamientos queden arrollados por el tumulto de las cosas del mundo se
condena a la absoluta imposibilidad de penetrar en los secretos del Dios
invisible" (Lib. I, PL 112, col. 1263A). Creo que Rabano Mauro nos dirige
hoy estas palabras: en el trabajo, con sus ritmos frenéticos, y en las
vacaciones, tenemos que reservar momentos para Dios. Abrirle nuestra vida
dirigiéndole un pensamiento, una reflexión, una breve oración, y sobre todo no
tenemos que olvidar el domingo como el día del Señor, el día de la liturgia,
para percibir en la belleza de nuestras iglesias, de la música sacra y de la
Palabra de Dios, la belleza misma de Dios, dejándole entrar en nuestro ser.
Sólo así nuestra vida se hace grande, se hace vida de verdad.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
No hay comentarios:
Publicar un comentario