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Viernes 21 Febrero 2014
San Pedro Damiáni
San Pedro Damiáni, obispo y doctor de la Iglesia (1007-1072)
Al lado de san Romualdo, fundador de los camaldulenses, san
Juan Gualberto, san Nilo y del monje Hildebrando, (futuro Gregorio VII) fue uno
de los hombres más beneméritos e insignes.
Pedro nació en Rávena en el año 1007 en una familia numerosa y
pobre. Fue el hijo último; pronto quedó huérfano y al cargo de uno de sus
hermanos mayores que lo trató con dureza extrema, casi como a un esclavo,
teniéndolo descalzo y a medio cubrir con andrajos, encargado de cuidar de los
animales de la granja. Visto en esa situación lo tomó otro hermano a su
cuidado; era Damián, con corazón bueno; tan grande fue el cambio, que Pedro no
olvidará el gesto y añadirá en adelante, como su segundo nombre, el de su
hermano Damián.
A la muerte de Landorfo lo eligieron abad. No dejó Regla
escrita, pero sí quedó patente entre los monjes su espíritu: absoluto silencio,
trabajo manual básico para vivir, mezcla de vida solitaria en celdas separadas
y algunos actos comunes, mucha oración y abundante lectura espiritual.
Fundó el monasterio de Nuestra Señora de Sitria y otros cuatro
centros ermitaños más.
La segunda parte de su vida está llena de encargos y
legaciones apostólicas; los Papas recurren a él encomendándole asuntos que le
llevaron a una actividad incesante para contribuir a mejorar la triste
situación de la Iglesia del año 1044.
En 1046, Pedro Damián asistió en Roma a la coronación de
Enrique III, emperador del Sacro Imperio romano, que puso providencialmente
término al actual estado de cosas. En 1047 está presente en el concilio de
Letrán que promulgó ya varios decretos de reforma.
Al regresar a Fonte-Avellana para recuperar su vida de
penitencia y soledad es cuando se hace palpable la influencia de su espíritu y
lo grande de su prestigio; escribió al Papa Clemente II para que dé impulso a
la reforma, y escribe su libro Gomorriano o de los Incontinentes con el que
anima a papas y dirigentes a poner remedio al mal.
El Papa Esteban IX (1057-1058) lo nombró cardenal-obispo de Ostia
(decano del sagrado colegio de cardenales) en 1057, a pesar de su resistencia;
no tuvo el pobre Pedro Damián más remedio que ceder para no incurrir en la
excomunión con que se le amenazó si osaba negarse una vez más.
Prematuramente muere el Papa y se van al traste las esperanzas
de reforma. Hay un intento de renuncia y de refugiarse en Fonte-Avellana, pero
el papa Nicolás II, en 1059, lo hace legado para Milán; allí se soporta desde
hace tiempo una desesperada situación por la simonía y la lujuria de los
clérigos; convocó un sínodo y llegó a restablecerse el orden, terminando con el
escándalo.
El Papa Alejandro III (1061-1070) aprovechó su celo y
servicios extraordinarios. Pedro Damián sacó abundantes escritos _irónicos,
iracundos, anatematizantes y apocalípticos_ a la asamblea de Augsburgo para
acabar con el cisma, porque hay antipapa.
Otra legación, acompañada ahora por Hugón de Cluny, fue en
1063; debía intentar poner freno a Drogon, obispo de Maçon, y restablecer la
justicia lesionada en la abadía de Bourgogne y otras cluniacenses como Limoges,
San Marcial y Sauvigny.
Se vio obligado a intervenir ante el joven rey Enrique IV en
defensa de los derechos pontificios.
No pretendía Pedro llevar una vida de incesante viajar. Pidió
un descanso merecido al Papa Alejandro II y que se le aceptara la renuncia a
todas sus dignidades; pero Hildebrando, que era cardenal desde que Gregorio VI
echó mano de él para que le apoyase en la necesaria reforma.
Pedro Damián acepta complacidísimo con tal de retirarse a
Fonte-Avellana. En 1066 se le vio, por mandato de la Santa Sede, en Montecasino
para solucionar el conflicto con los monjes de Vallehumbrosa. Se desplazó a
Alemania porque Enrique IV intentaba su divorcio matrimonial y era preciso
dejar claro ante el concilio los principios de moral cristiana.
También fue preciso arrimar el hombro para reconciliar a su
querida Rávena natal con el Papa, lo hizo como legado, en 1072. Precisamente
cuando iba a dar cuentas a Roma de ésta última gestión se puso muy enfermo en
Faenza, lo llevaron al monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, donde murió
el 21 de febrero de 1072.
León XII le declaró doctor de la Iglesia y gracias a su vida
ejemplar pudo ser el precursor de la gran reforma llamada gregoriana por
llevarla a término feliz el Papa Gregorio VII, desde que lo elevaron a la sede
de Pedro en 1073.
El eficaz Pedro Damián, monje como el más enamorado del
monacato, sirvió a la Iglesia intentando dar solución a los más enrevesados
problemas. Es palpable que la inmensa mayoría de sus contemporáneos seglares no
hubieran podido ni siquiera arañar lo que él realizó, aunque ello le llevara a
tener que fastidiarse sin poder disfrutar de la soledad que por vocación le
hubiera gustado tener.
Oremos
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir las exhortaciones y los
ejemplos del santo obispo Pedro Damiáni, para que, sin anteponer nada al amor
de Cristo nos esforcemos en servir siempre a tu Iglesia y así merezcamos gozar
un día de la felicidad de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo.
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