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ENERO 31 2.013
SAN GIOVANNI BOSCO SACERDOTE / Ab
Presbítero,(1815-1888)
Es el santo de la
juventud. El santo de los obreros, el santo de la alegría, el santo de María
Auxiliadora y el santo de muchas cosas más. El verano de 1815 nacía en
Becchi-Piamonte (Italia) de padres humildes pero muy buenos cristianos. Desde
muy niño hubo de trabajar duro al lado de su santa madre, la mamá Margarita,
para sacar la casa adelante. De su santa madre recibió una profunda educación
cristiana y un gran amor a la Virgen María junto con un gran respeto hacia los
sacerdotes. Ambas cosas quedaron profundamente impresas en su alma.
Ya
desde niño demostró estar en posesión de cualidades nada comunes en todos los
sentidos: Era simpático, agudo, inteligente, trabajador y muy mañoso con cuanto
se proponía. Desde niño y después de joven, pero sobre todo de sacerdote,
trabajará tanto que parece casi imposible cómo en sólo 72 años de vida pudo
realizar tantas y tan importantes obras. Alguien ha dicho que trabajó él solo
más que diez hombres juntos de no cortas cualidades.
Cuando llegaba a
Castelnuovo, Asti o Murialdo y algún titiritero atraía a pequeños y grandes
durante el tiempo de la Misa o del Rosario, se presentaba él y decía: "Yo lo
hago esto sin haceros pagar, tan bien o mejor que él pero con una condición: Que
vengáis después todos conmigo a la Iglesia"... Lo hacía y arrastraba a los
espectadores a tornar parte en cuanto en el templo se hacía. Así iba llenando la
iglesia de fieles a la vez que limpiaba el pueblo de personas poco
recomendables...
Ya dijimos que mamá Margarita admiraba a los sacerdotes.
El los veía demasiado arrogantes y lejanos del pueblo, sobre todo de los niños y
decía: "Si yo llego a ser sacerdote, como espero, jugaré con los niños y los
querré, les haré cantar y con alegría a todos querré salvar"...
Cuando vistió el hábito
clerical le amonestó aquella santa mujer que fue su madre: "Puedes imaginarte,
hijo mío, la gran alegría que embarga mi corazón, pero, por favor, no deshonres
nunca este hábito. Sería mejor que lo abandonaras. Cuando viniste al mundo te
consagré por entero a la Virgen María; cuando comenzaste los estudios te
recomendé la tierna devoción hacia Ella; ahora te encarezco que sea todo de
Ella... Si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre su devoción...
"
Tenía muchos sueños y todos ellos muy "famosos y se cumplían". Se
ordenó sacerdote el 1841 y desde entonces no paró hasta dar cobijo y digna
educación a tantos niños que veía abandonados por las calles. El rezo de un Ave
María hizo el milagro y fue el primer eslabón de esta maravillosa cadena de sus
ORATORIOS. Centenares, millares de niños abandonados encontraron calor,
educación, comida, vestido y cobijo cariñoso como en su propia casa.
Mamá
Margarita y su hijo se desvivían por ayudar a aquellos rapaces que el día de
mañana serían buenos padres cristianos.
Dos eran las armas de que se
servía, sobre todo, D. Bosco, para formarles: La eucaristía y la penitencia.
Estos dos sacramentos obraban maravillas en aquellos jóvenes... Hasta le
creyeron un poco mal de la cabeza por los "sueños" que llenaban su corazón y su
mente en favor de los abandonados... Obraba milagros, pero siempre era Ella, la
VIRGEN AUXILIADORA, quien los hacía, decía él. "No he sido yo, ha sido la Virgen
Auxiliadora quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia - se refería
a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 - es una gracia de la
Virgen María"...
Para continuar su
OBRA el 1857 fundó los Salesianos y poco después las Hijas de María Auxiliadora.
Ellos llevan su espíritu. Antes de que le llegue su preciosa muerte a pequeños y
grandes durante el tiempo de la Misa o del Rosario, se presentaba él y decía:
"Yo lo hago esto sin haceros pagar, tan bien o mejor que él pero con una
condición: Que vengáis después todos conmigo a la Iglesia"... Lo hacía y
arrastraba a los espectadores a tornar parte en cuanto en el templo se hacía.
Así iba llenando la iglesia de fieles a la vez que limpiaba el pueblo de
personas poco recomendables...
Señor Dios nuestro, que has
dado a la Iglesia, en el prebístero San Juan Bosco, un padre y un maestro de la
juventud, concédenos que, movidos por un amor semejante al suyo, nos entreguemos
tu servicio, trabajando para la salvación de nuestros hermanos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo.
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