---------------------------------------------------------------------------------------------------------
FEBRERO 15 2.013
SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIERE RELIGIOSO /
San Claudio de la Colombiere, sacerdote
jesuita, fue el primero en creer en las revelaciones místicas del Sagrado
Corazón recibidas por Sta. Margarita en el convento de Paray le Monial,
Francia.
Gracias a su apoyo la superiora de Margarita
llegó también a creer y la devoción al Sagrado Corazón comenzó a
propagarse. San Claudio no solo creyó sino que en adelante dedicó su vida a
propagar la devoción siempre unido espiritualmente a Sta. Margarita en cuyo
discernimiento confiaba plenamente.
Sacerdote santo y sabio que supo discernir muy
bien la auténtica intervención divina en el alma de Sta. Margarita a pesar que
hasta entonces todos los teólogos y las religiosas la despreciaban y hasta
algunos la tenían por posesa. El santo Claudio nació en Saint-Symphorien d'Ozon,
cerca de Lyón, en 1641. Su familia estaba bien relacionada, era piadosa y gozaba
de buena posición. No poseemos ningún dato especial sobre su vida antes de
ingresar en el colegio de la Compañía de Jesús de Lyón.
Aunque sentía gran repugnancia por la vida
religiosa, logró vencerla y fue inmediatamente admitido en la Compañía. Hizo su
noviciado en Aviñón y, a los dos años, pasó al colegio de dicha ciudad a
completar sus estudios de filosofía. Al terminarlos fue destinado a enseñar la
gramática y las humanidades, de 1661 a 1666. Desde 1659, la ciudad de Aviñón
había presenciado choques constantes entre los nobles y el pueblo En 1662,
ocurrió en Roma el famoso encuentro entre la guardia pontificia y el séquito del
embajador francés.
A raíz de ese incidente, las tropas de Luis
XIV ocuparon Aviñón, que se hallaba en el territorio de los Papas. Sin embargo,
esto no interrumpió las tareas del colegio, y el aumento del calvinismo no hizo
más que redoblar el celo de los jesuitas, quienes se consagraron con mayor
ahínco a los ministerios apostólicos en la ciudad y en los distritos
circundantes. En 1673, el joven sacerdote fue nombrado predicador del colegio de
Aviñón. Sus sermones, en los que trabajaba intensamente, son verdaderos modelos
del género, tanto por la solidez de la doctrina como por la belleza del
lenguaje.
El santo parece haber predicado más tarde los
mismos sermones en Inglaterra, y el nombre de la duquesa de York (María de
Módena, que fue después reina, cuando Jacobo II heredó el trono), en cuya
capilla predicó Claudio, está ligado a las ediciones de dichos sermones. El
santo, durante su estancia en París, había estudiado el Jansenismo con sus
verdades a medias y sus calumnias, a fin de combatir, desde el púlpito sus
errores, animado como estaba por el amor al Sagrado Corazón, cuya devoción sería
el mejor antídoto contra el Jansenismo. A fines de 1674, el P. La Chaize, rector
del santo, recibió del general de la Compañía la orden de admitirle a la
profesión solemne, después de un mes de ejercicios espirituales en la llamada
"tercera probación". Ese retiro fue de gran provecho espiritual para Claudio que
se sintió, según confesaba, llamado a consagrarse al Sagrado Corazón.
El santo añadió a los votos solemnes de la
profesión un voto de fidelidad absoluta a las reglas de la Compañía, hasta en
sus menores detalles. Según anota en su diario, había ya vivido durante algún
tiempo en esa fidelidad perfecta, y quería consagrar con un voto su conducta
para hacerla más duradera. Tenía entonces treinta y tres años, la edad en la que
Cristo murió, y eso le inspiró un gran deseo de morir completamente para el
mundo y para sí mismo. Como escribió en su diario: "Me parece, Señor, que ya es
tiempo de que empiece a vivir en Tí y sólo para Tí, pues a mi edad, Tú quisiste
morir por mí en particular". El P. La Colombiére fue beatificado en 1929 y su
Santidad Juan Pablo II lo declaró santo en 1992. La Iglesia Universal celebra su
fiesta el día 15 de febrero.
Oración de San
Claudio de la Colombiere S.J.
JESÚS, AMIGO ÚNICO Esta oración está sacada de
la 39ª de las "Reflexiones cristianas" (O.C. V, pág. 39); a propósito de S. Juan
Evangelista, nos propone que recemos a Jesús, único. y verdadero.
Amigo. Jesús, Tú eres el Amigo único y
verdadero; no sólo compartes cada uno de mis padecimientos, sino que lo tomas
sobre Ti y conoces el secreto de transformármelo en gozo. Me escuchas con bondad
y, cuando te cuento mis amarguras, me las suavizas.
Te encuentro en todo lugar, jamás te alejas y,
si me veo obligado a cambiar de residencia, te encuentro allí donde voy. Nunca
te hartas de escucharme;, jamás te cansas de hacerme bien. Si te amo, estoy
seguro de ser correspondido; no tienes necesidad de lo mío ni te empobreces al
otorgarme tus dones. No obstante que soy un hombre pobre, nadie (sea noble,
inteligente o santo) podrá robarme tu amistad.
La misma muerte que
separa a los amigos todos, me reunirá contigo. Ninguna de las adversidades de la
edad o del azar lograrán jamás alejarme de ti; más bien, por el contrario, nunca
gozaré con tanta plenitud de tu presencia ni jamás me estarás tan cercano,
cuanto en el momento en que todo parecerá conspirar contra mi. Sólo Tú aciertas
a soportar mis defectos con extremada paciencia. Incluso mis infidelidades e
ingratitudes, aunque te ofenden, no te impiden estar siempre dispuesto a
concederme tu gracia y tu amor, si yo las deseo.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario