lunes 16 Febrero 2015
Beato José Allamano, presbítero y fundador
En Turín, en Italia, beato José Allamano, presbítero, que, lleno de fervor, para propagar la fe cristiana fundó las congregaciones de hombres y de mujeres denominadas Misioneros y Misioneras de la Consolata.
Nació en Castelnuovo d’Asti el 21 de enero de 1851. Sus padres eran campesinos y tuvieron cinco hijos. José fue el cuarto. A los 3 años perdió a su progenitor, y a partir de entonces su madre, su maestra Benedetta Savio, su tío san José Cafasso y san Juan Bosco se ocuparían de formarle en las distintas etapas de su vida. Su encuentro con éste último se produjo en 1862. José era uno de los moradores del Oratorio de Valdocco y tuvo la gracia de tenerle como confesor. Los cuatro años que pasó junto a Don Bosco, como le sucedió a otros muchachos, dejaron una profunda huella en su vida. De hecho, el afecto por este gran maestro perduró siempre en su corazón. No en vano había descubierto su vocación junto a él. De Valdocco partió a Turín. No había quien lo detuviese. Por eso, cuando sus hermanos mostraron frontal oposición a su decisión de convertirse en sacerdote, se posicionó advirtiendo con firmeza: «El Señor me llama hoy … no sé si me llamará aún dentro de dos o tres años». Así es. El «tren de las 5», dicho en términos metafóricos, pasa a esa hora exacta y no a otra, y José lo tomó. Son radicales decisiones que cambian la vida, cascada inextinguible de bendiciones.
Su salud era lamentable. En más de una ocasión estuvo a punto de morir. La debilidad que fue compañera de su vida se hizo patente el primer año de su permanencia en el seminario. Pero como Dios dilata las fuerzas humanas hasta límites insospechados, atravesó ese itinerario llenándolo con sus virtudes que edificaron al resto de sus compañeros, y fue ordenado en 1873. Poseía excelentes cualidades para la formación. Por eso, y aunque le hubiera agradado especialmente la labor pastoral ejercida en una parroquia, pasó siete intensos años dedicados a los seminaristas en calidad de asistente y director espiritual del seminario mayor por expresa designación del arzobispo, Mons. Gastaldi. Mientras, seguía completando sus estudios. Obtuvo la licenciatura en teología y la acreditación para impartir clases en la universidad entre los años 1876 y 1877. Además de enseñar derecho canónico y civil, se convirtió en el decano de estas facultades. En 1880 le designaron rector del santuario de la Consolata, patrona de Turín. Inicialmente temió a su juventud y la inexperiencia de sus 29 años. El bondadoso arzobispo, que ya le había animado cuando le encomendó el seminario, le escuchó paternalmente y acogió benévolo su inquietud: «Pero monseñor, soy muy joven», había dicho José. Y el prelado nuevamente le alentó: «Verás que te amarán. Es mejor ser joven, así, si cometieras errores, tendrás tiempo para corregirlos». Inspirado consejo. Ese fue el destino de José hasta el final.
Tomó como estrecho colaborador a su amigo y dilecto compañero, el P. Santiago Camisassa. Y juntos sellaron una bellísima historia de amistad que duró más de cuatro décadas, compartiendo colegialmente, con caridad y respeto, proyectos diversos que pusieron en marcha. Entre los dos convirtieron el santuario en un templo ricamente restaurado y espiritualmente renovado haciendo de él un importante núcleo mariano. José era un gran confesor. Fue rector del santuario de san Ignacio, un lugar en el que había resonado también la voz de su tío, san José Cafasso, que incendió su corazón con un amor singular por los seminaristas y sacerdotes. Allamano convirtió el lugar en un centro de espiritualidad genuino que estaba a rebosar; tal era su influjo sobre las gentes. Se había propuesto «hacer bien el bien y sin hacer ruido». Tenía un espíritu misionero ejemplar acrecentado al tratar con uno de ellos que estaba destinado en Etiopía, Guillermo de Massia, y el celo apostólico que le caracterizaba lo inculcó a los sacerdotes. Lo tenía claro: él no había podido ir a misiones, pero otros podrían hacerlo. Y llevó a su oración este anhelo.
En 1900 se libró milagrosamente de una grave enfermedad por las fervientes oraciones dirigidas a la Virgen de la Consolata y la ayuda del cardenal Richelmy. Un año después recibió la autorización para dar inicio a su fundación. Primeramente surgieron los misioneros. En 1909 mantuvo una audiencia con Pío X, quien alentándole en otro nuevo paso, le dijo: «...si no tienes vocación para fundar religiosas, te la doy yo». Y el 29 de enero de 1910 puso en marcha la fundación de las misioneras de la Consolata. Tres años más tarde partían para las misiones. Este incansable apóstol y gran formador de jóvenes y sacerdotes, devoto de María e impulsor de una revista mariana, estuvo implicado en numerosas acciones, incluidas las que llevó a cabo durante la Primera Guerra Mundial. Murió en Turín el 16 de febrero de 1926. En su testamento hizo notar: «Por ustedes he vivido tantos años, y por ustedes he consumido bienes, salud y vida. Espero que, al morir, pueda convertirme en su protector desde el cielo». Fue beatificado el 7 de octubre de 1990 por Juan Pablo II.
Oremos
Concédenos, Señor todopoderoso, que el ejemplo del Beato José Allamano nos estimule a una vida más perfecta y que cuantos celebramos su fiesta sepamos también imitar sus ejemplos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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lunes 16 Febrero 2015
Beato Nicolás Paglia, religioso presbítero
En Perusa, de la Umbría, conmemoración del beato Nicolás Paglia, presbítero de la Orden de Predicadores, que recibió de santo Domingo el hábito y la misión de predicar.
Parece que hay una buena proporción de leyenda en lo que se nos dice del beato Nicolás Pullia. Lo que puede considerarse comprobado es el hecho de que, cuando era joven y estudiaba en Bolonia, oyó a santo Domingo predicar allí, y quedó tan impresionado que suplicó ser recibido en la Orden de Predicadores. Se dice que perteneció a una familia noble que tenía propiedades en Giovenazzo de Apulia, y es posible que con los recursos que recibió de su herencia pudiera fundar un priorato dominico en Perugia, en 1233, y otro en Trani, o en los alrededores, en 1254.
Además, sabemos que fue prior provincial de la provincia romana desde 1230 y nuevamente en 1255. En la «Vitae Fratrum» de Gerard de Frachet se le describe como «hombre prudente y santo, bien versado en ciencia sagrada», y se cuentan dos o tres anécdotas acerca de él que sugieren que con frecuencia tenía visiones y otras comunicaciones celestiales. Murió en Perugia en agosto de 1255, y por el hecho de que allí siempre se habían honrado sus restos, como a los de un santo, se confirmó su culto en 1828.
S. Razzi, Historia degli uomini illustri (1956), vol. I, p. 237 ss. de Procter, Lives of the Dominican Saints y de Taurisano, Catalogus Hagiographicus O.P. p. 14.
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lunes 16 Febrero 2015
Beato Francisco Tóyama Jintaró, mártir
En Hiroshima, beato Francisco Tóyama, noble samurai, cuya ejemplar vida cristiana influyó en la conversión de muchos. Por no querer apostatar, murió decapitado en su casa.
El 18 de octubre de 1620, un grupo de cristianos de Japón dirigió a SS Pablo V una carta expresando su disponibilidad de «ofrecer nuestras vidas en testimonio de Cristo y de la santa Iglesia romana... Nada tenemos tan grabado en el corazón como el padecer el martirio, cuando la ocasión se ofrezca, con la gracia de Dios».
Uno de los firmantes de esta carta había sido Francisco Tóyama, noble samurai de Hiroshima, cristiano de vida muy ejemplar, que "tenía ofrecida su vida a Dios". Su ejemplo cristiano influyó en la conversión de muchos. Por no querer apostatar, murió decapitado en su casa el 16 de febrero de 1624, después de recibir los sacramentos, teniendo en sus manos un crucifijo, mientras oraba ante el cuadro de la Virgen atribuido a san Lucas (copia del de Santa María la Mayor). Unas horas antes de morir, escribió una carta alentando a otro encarcelado, Matías Shóbara, donde manifiesta claramente su disponibilidad martirial.
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Santo(s) del día
Beato José Allamano
Beato Nicolás Paglia
Beato Francisco Tóyama Jintaró
Beato Mariano Arciero
Beato Gregorio X
San Faustino Brescia
San Simeón Mertz
San Maruta de Martirópolis
San Flaviano Anacoreta
San Elías de Cesarea
San Antimo Brantome
Beata Filipa Mareri
Santa Juliana de Nicomedia
Beato Simone Fidati de Casia
San Onésimo de Bizancio
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