sábado 14 Febrero 2015
San Juan Bautista de la Concepciónreligioso presbítero
En Córdoba, ciudad de España, san Juan Bautista de la Concepción García, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, que, habiendo iniciado la renovación de su Orden, la culminó con gran esfuerzo en medio de dificultades y persecuciones.
La Reforma de la Orden Trinitaria fue obra de san Juan Bautista de la Concepción (1561-1613), nacido en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) el 10 de julio de 1561 y fallecido en Córdoba el 14 de febrero de 1613. Fue canonizado por SS. Pablo VI el 25 de mayo de 1975, y propuesto a la Iglesia como un santo de la renovación. En Valdepeñas (Ciudad Real) se establece la primera comunidad de trinitarios descalzos. Con el breve «Ad militantes Ecclesiae» (1599) el papa Clemente VIII da validez eclesial a la Congregación de los Hermanos Reformados y Descalzos de la Orden de la Santísima Trinidad, instituida para observar con rigor la Regla de san Juan de Mata, y volver a los orígenes de la fundación. Hoy la única rama de trinitarios que existe es la fundada por san Juan Bautista de la Concepción, pues los trinitarios calzados desaparecieron en 1897, con el fallecimiento de su último superior general, padre Antonio Martín y Bienes.
San Juan Bautista de la Concepción fundó 18 conventos de religiosos y uno de religiosas de clausura. Vivió y transmitió a sus hijos un intenso espíritu de caridad, oración, recogimiento, humildad y penitencia, poniendo especial interés en mantener viva la entrega solidaria a los cautivos y a los pobres. La relación de los trinitarios con la Trinidad, como centro vital y fuente de la caridad que redime, es un tema central en sus vivencias y enseñanzas. Aunque poco conocido en la literatura mística española, san Juan Bautista de la Concepción está entre los grandes escritores místicos españoles del siglo de Oro. La Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) ha publicado cuatro grandes volúmenes de su obra. Se trata de un autor con una deuda histórica, pues si bien tiene el puesto que se merece en los altares, no se le ha colocado aún en la hornacina del altar de la literatura espiritual que merece.
En la obra literaria del reformador trinitario se encuentra toda clase de materias espirituales. Su personal vivencia de la unión mística le dicta profundos tratados sobre la unión con Cristo, los dones del Espíritu Santo, la experiencia de la cruz y el conocimiento espiritual. Su doctrina espiritual se orienta a la unión personal con Dios Trinidad, presente en lo más profundo del alma. Para él la perfección está en abandonarse al amor transformante de Dios. La santificación del creyente es el proceso de asimilación a Cristo crucificado. Cristo es nuestro ideal, nuestro camino; su cruz, nuestra cruz, es la fragua de la santidad. Juan Bautista de la Concepción es un escritor original y profundo en las ideas, popular y rico en la expresión. Tiene una prosa armoniosa, con largos periodos, tintada de humor, de anécdotas, de ejemplos y referencias al reino vegetal, mineral y animal. Domina y conoce a los santos padres de la Iglesia y la Biblia y es su referencia obligada y constante. Quien se adentra en los surcos de su obra literaria fácilmente descubre una simbiosis de Cervantes y Juan de la Cruz.
Actualmente los Trinitarios se preparan para conmemorar, en el año 2013, el V Centenario de la muerte de su Reformador, san Juan Bautista de la Concepción.
fuente: www.trinitarios.net
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sábado 14 Febrero 2015
San Nostriano de Nápoles, obispo
Conmemoración de san Nostriano, obispo de Nápoles.
Es el décimo quinto en la lista episcopal de Nápoles elaborada por el diácono Juan. Se distinguió por la defensa de su grey de las insidias de la herejía que acechaba a las puertas de Nápoles. En octubre del 439, caída Cartago en manos de los Vándalos de Genserico, una gran multitud de eclesiásticos («maxima turba clericorum», escribía el historiador de estos hechos, Víctor de Vita) fue obligada a dejar la tierra natal. Despojados de todo, fueron puestos en precarias embarcaciones, pero algunos que alcanzaron a salvarse milagrosamente, y se aproximaron a la costa napolitana, fueron recibidos con gran solicitud por el obispo Nostriano.
Entre los prófugos estaban el obispo Gaudioso de Abitinia y Quodvultdeus de Cartago. Este último, deteniéndose en Nápoles, desenmascaró la propaganda que hacía del pelagianismo «no muy lejos de Nápoles» Floro, quien también estaba embebido de maniqueísmo. Casi con seguridad, este mismo Floro fue el obispo condenado en el Concilio de Éfeso (431) junto a Celestio, Pelagio y Julián de Eclano. En el libro «De promissionibus et predicationibus Dei», que se atribuye habitualmente a san Quodvultdeus, se narra que el obispo de Nápoles, es decir, Nostriano mandó al propio «germano» -evidentemente magistrado de la ciudad-, al sacerdote Herio y a otros clérigos a arrestar y expulsar al herético predicador.
Nostriano resultó también beneficioso para la ciudad por una obra de utilidad pública: las termas para uso del clero y de los fieles, construidas en la región augustal, en las inmediaciones del Foro, en el zona que documentos de los siglos X al XIII llaman «Vicus Nostrianus» y «Platea Nostriana», y que en documentos posteriores se pasó a llamar «S. Ianuarii ad diaconiam». A esta iglesia, llamada San Gennaro all'Olmo, fueron trasladados sus restos hacia el siglo X desde las catacumbas de san Gaudioso, donde habían sido sepultados.
Nostriano habría muerto entre el 452 y el 465, después de diecisiete años de episcopado, tal como le atribuye la Crónica de los obispos. El 16 de agosto de 1612 se sacó a la luz, bajo el altar mayor de la mencionada iglesia de San Gennaro all'Olmo, una antigua urna de mármol, en cuyo borde estaban escritas estas palabras: «Corpus S. Nostriani Episcopi». En julio de 1945 la urna fue trasladada y emplazada en la iglesia de los Santos Felipe y Santiago. Desconocido por los antiguos calendarios diocesanos, Nostriano recibió culto desde el descubrimiento de sus reliquias. El calendario del arzobispo Decio Carafa, de 1619, fijaba la fiesta el 16 de agosto, y en 1633 el nombre de Nostriano quedaba ya inscripto en el calendario diocesano. La fiesta fue trasladada al 14 de febrero, sólo para la diócesis de Nápoles, con decreto de la Sagrada Congregación de Ritos del 2 de mayo de 1878, y recientemente fue inscripto en el Martirologio Romano. Aunque en el decreto de confirmación de culto -como en muchos otros casos- se aceptó su título tradicional de santo, el rango de celebración corresponde a beato, es decir, a culto puramente local.
fuente: Santi e Beati
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que al premiar a los santos nos ofreces una prueba de tu gran amor hacia los hombres, te pedimos que la intercesión y el ejemplo de los santos nos sirva siempre de ayuda para seguir más fielmente a Jesucristo, tu Hijo. Que vive y reinacontigo.
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sábado 14 Febrero 2015
San Valentín, mártir
En Roma, en la vía Flaminia, cerca del puente Milvio, san Valentín, mártir.
Hay razones teóricas y prácticas que hacen muy difícil una hagiografía de san Valentín: La razón teórica es, desde luego, la escasísima certeza sobre el personaje; su existencia y culto antiguo resultan indudables, pero poco más puede agregarse. La dificultad práctica proviene de que hasta la edición anterior del Martirologio -es decir hasta hace apenas unos años- se celebraban en esta fecha dos san Valentín, uno -laico o quizás presbítero- de Roma, y el otro -obispo- de Terni, también en Italia; así que las hagiografías que pueden conseguirse, incluso de los autores que con preferencia utilizamos, oscilan en atribuir a uno u otro los mismos rasgos, o se van en discusiones sobre cuál de los dos será más auténtico, discusiones que han perdido ya todo su valor del momento en que el Martirologio conserva ahora uno solo. Claro que como el Martirologio no aclara si el que quedó es laico, presbítero u obispo, sino sólo que es mártir y murió en Roma (que es todo lo que sabemos de él), la diócesis de Terni sigue reivindicando a su santo mártir, mientras que los santorales de otras procedencias prefieren identificarlo con el presbítero (un obispo mártir solía dejar más rastro en la historia). La misma ambivalencia se detecta en la iconografía, que lo representa en distintas figuras, de soldado a obispo, podríamos decir. Toda esa filigrana historiográfica parece importarle poco a la devoción popular, que mientras se queja de la «comercialización» de los santos, no renuncia a considerarlo el santo de los enamorados (y ayudar a que los centros comerciales «hagan caja»), bien que recogiendo para esta tradición distintos orígenes y significados.
Veamos entonces escalonadamente tres aspectos: qué sabemos sobre san Valentín, qué afirman las leyendas tradicionales, y de dónde proviene la vinculación de esta devoción con los enamorados.
Qué sabemos sobre san Valentín
-Lo que sabemos, como he dicho, es bien poco: hubo una catacumba cristiana en la Vía Flaminia cuyos restos se atribuían a un cristiano llamado Valentín, martirizado en la persecución de Claudio el Godo, alrededor del año 269 o poco más; sobre esa catacumba, como fue práctica luego de la legalización de nuestra fe, se construyó, hacia el año 350, una basílica dedicada al santo. Podría ser que este mártir fuera el obispo de la ciudad de Interamna (actual Terni), llamado Valentín, y que haya sido llevado a Roma para su martirio en tiempos del cónsul Furio Plácido, en 273, apenas unos años después del dato que la memoria tradicional -con toda su imprecisión- conservaba. El nombre de Valentín como mártir en Roma (pero no necesariamente «de» Roma) aparece en todos los martirologios antiguos. Y aquí acaban las certezas históricas.
Qué afirman las leyendas tradicionales
-Aunque posiblemente sobre la base de la misma persona histórica, las leyendas se han desarrollado de manera separada en Roma y en Terni; fenómeno que no es nada infrecuente y que a lo largo de los siglos ha llenado de duplicaciones (o triplicaciones y más) el catálogo de santos. Las líneas principales de esas leyendas lo hacen un intrépido defensor de cristianos, ya sea visitándolos en la cárcel, ya sea arriesgando su vida para unirlos en matrimonio, aunque este desarrollo es muy posterior, y parece que sólo para racionalizar el patronazgo de los enamorados. La edición original del Butler (del siglo XVIII) nos transmite aun que «fue un santo sacerdote de Roma, quien, con san Mario y su familia, socorría a los mártires durante la persecución de Claudio II. Fue aprehendido y enviado por el emperador al prefecto de Roma, quien al ver que todas sus promesas para hacerlo renunciar a su fe eran ineficaces, mandó que lo golpearan con mazas y después lo decapitaran», rasgos que formaban parte de la versión romana. La diócesis de Terni, por su parte se basa en que «textos del siglo VI cuentan que san Valentín, ciudadano y obispo de Terni desde el 197, resultó famoso por su santidad de vida, por su caridad y humildad, por su celo apostólico, y por los milagros que realizaba, por lo que fue invitado a Roma por un cierto Cratón, orador griego y latino, para que le curase a su hijo, enfermo desde hacía unos años». Una vez allí, hechas las curaciones y logradas las conversiones correspondientes, «fue aprisionado bajo el emperador Aureliano, y decapitado en Roma. Era el 14 de febrero del 273. Su cuerpo fue transportado a Terni, en el 58 miliario (es decir, la marca de millas) de la Vía Flaminia». La imaginación, a Dios gracias, no tiene los estrechos límites de los documentos históricos, y todo puede compaginarse con todo, el enterramiento en la Vía Flaminia con el traslado a Terni, y muchísimos detalles más, que omito para no abundar, aunque no sin advertir que la ramificación de estos «hechos» llega hasta san Cosme y san Damián, los que es decir hasta tocar los mismísimos pies de los Apóstoles.
Qué relación tiene con los enamorados
-La tercera cuestión es que ha devenido el patrono de los enamorados, y bien que lo ha hecho, ya que como todo lo débil, el amor, sobre todo juvenil, necesita de protección -y cuanto más celestial sea ese apoyo, mejor- para afianzarse y madurar. Ahora bien, como sucede muchísimas veces, es muy difícil saber por qué ha llegado a ser tal. Que se base en algún rasgo de la leyenda es poco probable, aunque ya hemos visto que hay un desarrollo más bien tardío que hace de Valentín un obispo casamentero. La explicación que parece más probable proviene del ámbito sajón: parece que hacia esta época los pájaros hacen su nido, por lo que comenzó a acostumbrarse a «pedir la mano» para la fiesta de san Valentín. La edición 1964 del Butler reproduce un delicioso epistolario que entreteje este pedido de manos con san Valentín, y que reproduciré:
Una de las más antiguas referencias a esa costumbre se encuentra en The Pasión Letters (No. 783). En febrero de 1477, Isabel Drews, quien tenía una hija casadera y deseaba unirla en matrimonio con su pariente John Paston, escribía al futuro novio:
Primo, el viernes es día de San Valentín, cuando todos los pájaros escogen pareja; si gustas venir el jueves por la noche, y preparado para quedarte hasta el lunes, confío en Dios que hablarás a mi marido, y yo rezaré para que llevemos el asunto a conclusión, porque, primo, no es sino un roble delgado el que se corta al primer golpe.
Durante el mismo mes, Margarita, la joven casadera en cuestión, dirigió la siguiente carta a John Paston:
Para ser entregado este billete a mi bien amado Señor Don Valentín John Paston.
Reverendísimo y honorable bien amado Valentín: me recomiendo a usted, de todo corazón, deseando saber de su salud, rogándole a Dios Todopoderoso que lo conserve mucho tiempo en todo bienestar según Su beneplácito y deseo de vuestro corazón.
Su carta siguiente no es tan ceremoniosa, y en el curso de la misma dice:
Si vosotros podéis estar contentos con ese bien (su pequeña dote) y mi pobre persona, yo sería la joven más feliz de la tierra; una buena, verdadera y amante Valentina, para que ya no se hable nunca más del asunto, y pueda ser su verdadero amor y compañera de lecho toda mi vida.
Otra explicación, que se reproduce en muchos webs (la recojo de corazones.org) dice que «Para abolir la costumbre pagana de que los jóvenes sacaran por suerte nombres de jovencitas, en honor de la diosa del sexo y la fertilidad llamada Februata Juno, celebrada el 15 de este mes, algunos pastores substituyeron esta costumbre, escribiendo nombres de santos. Así con el tiempo la fiesta sería cristianizada y se celebraba en vez San Valentín.» Pero parece una explicación improbable, porque la idea de un «listado de santos» es algo muy posterior a la época antigua en la que existía la fiesta de Februata Juno. Esta explicación se registra recién en el siglo XVII, cuando ya existen muy afianzados los catálogos de santos, y a la vez la fiesta de Februata Juno es apenas una nebulosa en la memoria. Aunque si de abolir se trata, escribiendo el otro día la noticia en torno a la fiesta de «Presentación del Señor» hice notar que la improbable relación que establece Beda el Venerable entre las Lupercalia romanas (fiesta de la fertilidad), y la procesión con velas que se vinculó en Roma con el 2 de febrero podía ser que se relacionara con la sustitución que hace el Papa Gelasio hacia el siglo V de las Lupercalia por una procesión de candelas, que caería hacia el 14 de febrero, y que a lo mejor desde allí podía rastrearse la relación entre la fiesta de san Valentín y la de los enamorados. Pero como puede verse, en este terreno la mayor certeza es apenas la de la conjetura.
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Santo(s) del día
San Juan Bautista de la Concepción
San Nostriano de Nápoles
San Valentín de Roma
San Vital de Spoleto
San Basiano de Alejandría
San Auxencio de Scopa
San Antonino de Sorrento
San Zenón de Roma
San Eleucadio de Ravena
Beato Vicente Vilar David, mártir
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