domingo 22 Junio 2014
Corpus Christi
Corpus Christi: "Cuerpo de
Cristo"
Esta fiesta conmemora la institución de la Santa Eucaristíael Jueves Santo con el fin de
tributarle a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración, amor y
gratitud. Por eso se celebraba en la Iglesia Latina el jueves después
del domingo de la Santísima Trinidad. En los Estados Unidos y en otros países
la solemnidad se celebra el domingo después del domingo de la Santísima
Trinidad.
La Solemnidad de Corpus Christi se remonta al siglo XIII. Dos
eventos extraordinarios contribuyeron a la institución de la fiesta: Las
visiones de Santa Juliana de Mont
Cornillon y El milagro
Eucarístico de Bolsena/Orvieto.
Urbano IV, amante de la Eucaristía,
publicó la bula “Transiturus” el 8 de septiembre de 1264, en la cual, después de
haber ensalzado el amor de nuestro Salvador expresado en la Santa Eucaristía,
ordenó que se celebrara la solemnidad de “Corpus Christi” en el día jueves
después del domingo de la Santísima Trinidad, al mismo tiempo otorgando muchas
indulgencias a todos los fieles que asistieran a la santa misa y al oficio.
Este oficio, compuesto por el doctor angélico, Santo Tomás de Aquino, por
petición del Papa, es uno de los más hermosos en el breviario Romano y ha sido
admirado aun por Protestantes.
La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un
poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la
fiesta. La fiesta fue aceptada en Cologne
en 1306. El Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y en el concilio
general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. Publicó
un nuevo decreto incorporando el de Urbano IV. Juan XXII, sucesor de Clemente
V, instó su observancia.
Procesiones. Ninguno de los decretos habla de la
procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas
procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV
y se hicieron bastante comunes en a partir del siglo XIV.
El Concilio de Trento declara que muy piadosa y
religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos
los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable
sacramento con singular veneración y solemnidad, y reverente y honoríficamente
sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los
cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente
divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo
de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Juan Pablo
II ha exhortado a que se renueve la costumbre de honrar a Jesús en este día
llevándolo en solemnes procesiones.
En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida
en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y
Sicilia.
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Aunque en la Misa de la Cena del Señor se tiene un
recuerdo especial de la institución de la Eucaristía, cuando Cristo
cenó con sus discípulos y les entregó el sacramento de su Cuerpo y
de su Sangre para ser celebrado en la Iglesia, sin embargo, en la
solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo se ofrece a la piedad
de los fieles el culto de tal salvífico Sacramento, para que
celebren las maravillas de Dios significadas en él y realizadas por
el misterio pascual, para que aprendan a participar en el sacrificio
eucarístico y a vivir más intensamente de él, para que veneren la
presencia de Cristo el Señor en este Sacramento y den las debidas
acciones de gracias a Dios por los bienes recibidos (Ceremonial de
los Obispos, n.º 385; IGMR 3). Corpus Christi A fines del
siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico cuyo
centro fue la Abadía de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja.
Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas,
como por ejemplo la Exposición y Bendición con el Santísimo
Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la
Misa y la fiesta del Corpus Christi.
Santa Juliana de Mont
Cornillón, por aquellos años
priora de la Abadía, fue la enviada de Dios para propiciar esta
Fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó
huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció,
hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su
comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las
monjas Cistercienses en Fosses
y fue enterrada en Villiers.
Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran
veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre anhelaba que se
tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber
intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la
apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la
ausencia de esta solemnidad.
Juliana comunicó estas apariciones a Mons. Roberto
de Thorete, el entonces obispo de
Lieja, también al docto Dominico Hugh,
más tarde cardenal legado de los Países Bajos y a Jacques Pantaleón,
en ese tiempo archidiácono de Lieja, más tarde
Papa Urbano IV.
El obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como
en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para
sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración
se tuviera el año entrante; al mismo tiempo el Papa ordenó, que un
monje de nombre Juan escribiera el oficio para esa ocasión. El
decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con
algunas partes del oficio.
Mons. Roberto no vivió para ver la realización
de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta
se celebró por primera vez al año siguiente el jueves posterior a la
fiesta de la Santísima Trinidad. Más tarde un obispo alemán conoció
la costumbre y la extendió por toda la actual
Alemania.
El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la
corte en Orvieto, un poco al norte
de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263
o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena:
un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la
Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma,
vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el
corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy
se conservan los corporales -donde se apoya el cáliz y la patena
durante la Misa- en Orvieto, y también se
puede ver la piedra del altar en Bolsena,
manchada de sangre.- El Santo Padre movido
por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se
extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de
la bula "Transiturus" del 8 septiembre
del mismo año, fijándola para el jueves después de la octava de
Pentecostés y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que
asistieran a la Santa Misa y al oficio.- Luego,
según algunos biógrafos, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la
liturgia de las horas- a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino;
cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por
Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo el suyo en
pedazos.- La muerte del Papa Urbano IV (el 2
de octubre de 1264), un poco después de la publicación del
decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa
Clemente V tomó el asunto en sus manos y, en el concilio general de
Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. En 1317
se promulga una recopilación de leyes -por Juan XXII- y así se
extiende la fiesta a toda la Iglesia.
Ninguno de los decretos habla de la procesión con
el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo
estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas
Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del
siglo XIV.
La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en
1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue
introducida de Bélgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y en
otros países la solemnidad se celebra el domingo después del domingo
de la Santísima Trinidad.
En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi
es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos,
melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.-
Finalmente, el Concilio de Trento declara
que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de
Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se
celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración
y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión
por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan
su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino
beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y
triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo
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