domingo 15 Junio
2014
Santa Germana Cousin.
Esta santa «sin historia», como se la denomina, es otra de las doctoras en el modo admirable y heroico de asumir el anonadamiento espiritual y el perdón. Un ejemplo de vida oculta en Cristo. Pasó su existencia sin realce social ni intelectual. Deforme de nacimiento, despreciada, maltratada, abandonada de los suyos, humillada, y destinada a vivir con los animales, en ese calvario cotidiano, que llevada de su amor a Dios le ofrecía, se labró su morada eterna en el cielo. Y de eso se trata. Algunas pinceladas de su biografía se reconstruyeron en diciembre de 1644, casi medio siglo después de su muerte, cuando se abrió la tumba para enterrar a una parroquiana y hallaron su cuerpo incorrupto. Dos vecinos, que tenían ya cierta edad y habían sido contemporáneos de la joven, echaron mano de su memoria y dieron pistas para identificarla.
Había nacido en Pibrac, Francia, hacia 1579 porque se piensa que falleció en 1601
cuando tenía 22 años. Su deceso se produjo en completa soledad, como había
vivido, en el establo y sobre un camastro de rudos sarmientos, acompañada del
ganado que custodiaba. Era hija de Laurent Cousin, quien al enviudar de la madre de
Germana, Marie Laroche, que falleció cuando aquélla tenía
unos 5 años, contrajo matrimonio –era el cuarto para él– con Armande Rajols. Y ésta fue una auténtica madrastra
para la pequeña; no tuvo ni un ápice de compasión con la niña. Germana había
nacido con una pésima salud. Padecía escrófula y presentaba evidente deformidad
en una de sus manos. Ante la pasividad de su padre, Armande la maltrató cruelmente ideando formas despiadadas para
infligirle el mayor daño posible. Al final, la separó de su hogar, le vetó el
acceso a sus hijos y la destinó al cuidado de las ovejas con las que conviviría
hasta el final. Tenía 9 años cuando comenzaron a enviarla a pastorear en la
montaña, seguramente con la idea de ir borrando el recuerdo de su existencia, o
hacerla desaparecer bajo las fauces de los lobos. Arrinconada, considerada una
nulidad para cualquier acción por sencilla que fuera, Germana tuvo dos ángeles
tutelares: una iletrada sirvienta de su familia, Juana Aubian, y el párroco de la localidad, Guillermo Carné. La primera
volcó en ella sus entrañas de piedad hasta donde le fue posible ya que, en
cuanto vieron que podía medio valerse por sí misma, la enviaron al establo. El
excelso patrimonio que Juana le legó fue hablarle del Dios misericordioso. A su
vez el sacerdote, hombre sin duda virtuoso y clarividente, juzgó que se hallaba
ante una elegida del cielo por los signos que apreciaba en ella: bondad,
espíritu de mansedumbre, y una inocencia evangélica tal que infundía una
alegría ciertamente sobrenatural. La mísera ración de comida, mendrugos de pan
que le echaban a cierta distancia en prevención de un eventual contagio, la
compartía con los indigentes. Ni siquiera esta muestra de compasión consintió
la madrastra, y un día la persiguió para darle público escarmiento. Cuando en
presencia del vecindario le arrebató violentamente el delantal donde guardaba
su esquilmada provisión para los pobres, quedó impactada por el prodigio que se
obró en ese mismo instante. Todos vieron cómo se desprendía del modesto mandil
una cascada de flores silvestres bellísimas en una estación impropia para su
nacimiento y en un entorno en el que no solían brotar, anegando el suelo con
sus brillantes colores.
Laurent despertó un día de su cobarde
letargo y ofreció a Germana volver al hogar. La joven agradeció la invitación
paterna, pero eligió seguir en el cobertizo. Oraba cotidianamente por la
conversión de Armande, que no terminó de conquistar esta
gracia hasta poco antes de morir. El párroco acogió a la santa como catequista
de los niños que entendían maravillosamente las verdades de la fe a través de
los ejemplos que ponía. Era asidua a la misa, rezaba el rosario y no podía
evitar que fueran haciéndose extensivos los hechos milagrosos obrados a través
de ella, y que ya en vida le dieron fama de santidad. Uno de estos se produjo
nada más morir el 15 de junio de 1601, y fue contemplado por varios religiosos
que se hallaban de paso en Pibrac. Vieron doce formas blancas que se
elevaban hacia el cielo dando escolta a una joven vestida de blanco; llevaba la
frente ceñida con una corona de flores. Al descubrir que había fallecido, todos
supusieron que era Germana que entraba en la eternidad. Fue enterrada en la
iglesia, lugar en el que siguieron multiplicándose los milagros. Los
partidarios de la Revolución intentaron destruir sus restos echándoles cal
viva. Pero en el siglo XVIII volvieron a hallar su cuerpo incorrupto. Pío IX la
beatificó el 7 de mayo de 1854, y la canonizó el 29 de junio de 1867.
OOOOOOOOOOOOOO
Santo(s)
del día
San
Vito
Santa Germana Cousin.
Santa María Micaela
San Modesto Lucania
San Hesiquio Misia
San Dulas
San Libia
San Landelino
San Abraham Clermont
San Orsiesio
Santa Edburga
Beato Pedro Oviedo
Beato Gregorio Venecia
Santa Benilde
San Mentón.
Santa Germana Cousin.
Santa María Micaela
San Modesto Lucania
San Hesiquio Misia
San Dulas
San Libia
San Landelino
San Abraham Clermont
San Orsiesio
Santa Edburga
Beato Pedro Oviedo
Beato Gregorio Venecia
Santa Benilde
San Mentón.
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