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_San Tomás Becket _
DÍA _364 __SEMANA 52 _
Arzobispo y Mártir
Nació
en Londres en 1170. Era hijo de un empleado oficial, y en sus primeros años fue
educado por los monjes del convento de Merton. A los 24 años consiguió un puesto
como ayudante del Arzobispo de Inglaterra (el de Canterbury) quien se dio cuenta
que Tomás tenía cualidades excepcionales para el trabajo, así que le fue
confiando poco a poco oficios más difíciles e importantes.
Lo ordenó de
diácono y lo encargó de la administración de los bienes del arzobispado. Lo
envió varias veces a Roma a tratar asuntos de mucha importancia. Tomás como buen
diplomático había obtenido que el Papa Eugenio Tercero se hiciera muy amigo del
rey de Inglaterra, Enrique II, y éste en acción de gracias por tan gran favor,
nombró a nuestro santo (cuando sólo tenía 36 años) como Canciller o Ministro de
Relaciones Exteriores.
Tras la muerte del Arzobispo Teobaldo en 1161, el rey
Enrique II de inmediato pensó en Santo Tomás como el mejor candidato para ocupar
dicho cargo, pero nuestro santo se negó muy cortésmente alegando que él no era
digno para tan honorable puesto.
Sin embargo, un Cardenal de mucha confianza
del Sumo Pontífice Alejandro III lo convenció de que debía aceptar, y al fin
aceptó. Cuando el rey empezó a insistirle en que aceptara el oficio de
Arzobispo, Santo Tomás le hizo una profecía o un anuncio que se cumplió a la
letra. Le dijo: "Si acepto ser Arzobispo me sucederá que el rey que hasta ahora
es mi gran amigo, se convertirá en mi gran enemigo".
Enrique no creyó que
fuera a suceder así, pero sucedió. Ordenado de sacerdote y luego consagrado como
Arzobispo, pidió a sus ayudantes que en adelante le corrigieran con toda
valentía cualquier falta que notaran en él. Como él mismo lo había anunciado,
los envidiosos empezaron a calumniar al arzobispo en presencia del rey. Dicen
que en uno de sus terribles estallidos de cólera, Enrique II exclamó: "No podrá
haber más paz en mi reino mientras viva Becket. ¿Será que no hay nadie que sea
capaz de suprimir a este clérigo que me quiere hacer la vida imposible?"
Al
oír semejante exclamación de labios del mandatario, cuatro sicarios se fueron
donde el santo arzobispo resueltos a darle muerte. Estaba él orando junto al
altar cuando llegaron los asesinos. Era el 29 de diciembre de 1170. No opuso
resistencia. Murió diciendo: "Muero gustoso por el nombre de Jesús y en defensa
de la Iglesia Católica". Tenía apenas 52 años.
El Papa Alejandro III lanzó
excomunión contar el rey Enrique, el cual profundamente arrepentido hizo
penitencia durante dos años, para obtener la reconciliación en
1172.
Oremos
Señor, tu que concediste a tu santo obispo
y mártir Tomás Becket una gran fortaleza de ánimo para que sacrificara su vida
por defender la justicia y la libertad de la Iglesia, concédenos, por su
intercesión, estar dispuesto à entregar nuestra vida por Cristo en éste mundo,
para que podamos volver a encontrarla para siempre en el cielo. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo.
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