San Cayetano de Thiene
Fundador. Año 1547.
Este santo, muy popular entre los comerciantes y ganaderos porque los
protege de muchos males, nació en 1480 en Vicenza, cerca de Venecia, Italia. Su padre, militar, murió defendiendo la
ciudad contra un ejército enemigo. El niño quedó huérfano, al cuidado de su
santa madre que se esmeró intensamente por formarlo muy buen.
Estudió en la Universidad de Pádua donde obtuvo dos doctorados
y allí sobresalía por su presencia venerable y por su bondad exquisita que le
ganaba muchas amistades. Se fue después
a Roma, y en esa ciudad capital llegó a ser secretario privado del Papa Julio
II, y notario de la Santa Sede. A los
33 años fue ordenado sacerdote. El respeto que tenía por la Santa Misa era tan
grande, que entre su ordenación sacerdotal y su primera misa pasaron tres
meses, tiempo que dedicó a prepararse lo mejor posible a la santa celebración.
En ese tiempo estalló la revolución de Lutero que fundó a los
evangélicos y se declaró en guerra contra la Iglesia de Roma. Muchos querían
seguir su ejemplo, atacando y criticando a los jefes de la santa Iglesia
Católica, pero San Cayetano les decía: «Lo primero que hay que hacer para
reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo».
San Cayetano era de familia muy rica y se desprendió de todos
sus bienes y los repartió entre los pobres.
«Veo a mi Cristo pobre, ¿y yo me atreveré a seguir viviendo como rico?»
Veo a mi Cristo humillado y despreciado, ¿y seguiré deseando que me rindan
honores? Oh, que ganas siento de llorar al ver que las gentes no sienten deseos
de imitar al Redentor Crucificado».
Sentía un inmenso amor por Nuestro Señor, y lo adoraba
especialmente en la Sagrada Eucaristía y recordando la santa infancia de Jesús.
Su imagen preferida era la del Divino Niño Jesús. La gente lo llamaba: «El padrecito que es
muy sabio, pero a la vez muy santo» Los
ratos libres los dedicaba, donde quiera que estuviera, a atender a los enfermos
en los hospitales, especialmente a los más abandonados y repugnantes. Un día en su casa de religioso no había nada
para comer porque todos habían repartido sus bienes entre los pobres.
San Cayetano se fue al altar y dando unos golpecitos en la
puerta del Sagrario donde estaban las Santas Hostias, le dijo con toda
confianza: «Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer». Al
poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad de provisiones, y los
arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban. En su última enfermedad el médico aconsejó
que lo acostaran sobre un colchón de lana y el santo exclamó: «Mi Salvador
murió sobre una tosca cruz. Por favor permítame a mí que soy un pobre pecador,
morir sobre unas tablas».
Y así murió el 7 de agosto del año 1547, en Nápoles, a la edad
de 67 años, desgastado de tanto trabajar por conseguir la santificación de las
almas. En seguida empezaron a
conseguirse milagros por su intercesión y el Sumo Pontífice lo declaró santo en
1671.
Falleció el 7
de agosto de 1547. En 1670 el Papa Clemente X lo canonizó.
Oremos
Señor Dios todopoderoso, que inspiraste al presbítero san
Cayetano el deseo de vivir según el modelo de la primitiva comunidad
apostólica, haz que nosotros, siguiendo su ejemplo y contando con su
intercesión, confiemos siempre en ti y busquemos continuamente el reino de los
cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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