sábado, 22 de junio de 2013

_JUNIO 20 . 2.013

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Mártires Ingleses



Mártires Ingleses

Fueron hombres y mujeres, clérigos y laicos que dieron su vida por la fe entre los años 1535 y 1679 en Inglaterra.    Ya habían surgido dificultades entre el trono inglés y la Santa Sede que ponían los fundamentos de una previsible ruptura.
Luego vinieron los problemas de ruptura con Roma en tiempos de Enrique VIII, con motivo del intento de disolución del matrimonio con Catalina de Aragón y su posterior unión con Ana Bolena, a pesar de que el rey inglés había recibido el título de Defensor de la Fe por sus escritos contra la herejía luterana en el comienzo de la Reforma.
Pero fue sobre todo en la sucesión al trono, después de la muerte de María, hija legítima de Enrique VIII y Catalina de Aragón, cuando comienza a reinar en Inglaterra Isabel, cuando se desencadenan los hechos persecutorios a cuyo término hay que contar 316 martirios entre laicos hombres, mujeres y clérigos.-    Primero fueron dos leyes: El Decreto de Supremacía, y el Acta de Uniformidad (1559). Por ellas el Trono se arrogaba la primacía en lo político y en lo religioso. Así la Iglesia dejaba de ser «católica» -universal- pasando a ser nacional -inglesa- cuya cabeza, como en lo político era Isabel.
Fue interpretado como una desvinculación de Roma, una herejía, una cuestión de renuncia a la fe que no podía aceptarse en conciencia. De este modo, quienes se negaban al mencionado juramento  o quienes lo rompían quedaban ipso facto considerados como traidores al rey y eran tratados como tales por los que administraban la justicia.
Vino la excomunión a la reina por el Papa Pío V (1570). Se endurecían las presiones hasta el punto de quedar prohibido a los sacerdotes transmitir al pueblo la excomunión de la Reina Isabel I.  En Inglaterra se emanó un Decreto (1585) por el que se prohibía la misa y se expulsaba a los sacerdotes.
Bastaba con sorprender una reunión clandestina para decir misa, unas ropas para los oficios sagrados descubiertas en cualquier escondite, libros litúrgicos para los oficios, un hábito religioso o la denuncia de los espías y de malintencionados aprovechados de haber dado hospedaje en su casa a un misionero para acabar en la cuerda.
No se relatan aquí las hagiografías de Juan Fisher, obispo de Rochester y gran defensor de la reina Catalina de Aragón, o del Sir Tomás Moro, Canciller del Reino e íntimo amigo y colaborador de Enrique VIII, -por mencionar un ejemplo de eclesiástico y otro de seglar.
Ana Line fue condenada por albergar sacerdotes en su casa; antes de ser ahorcada pudo dirigirse a la muchedumbre reunida para la ejecución diciendo: «Me han condenado por recibir en mi casa a sacerdotes. Ojalá donde recibí uno hubiera podido recibir a miles, y no me arrepiento por lo que he hecho». Las palabras que pronunció en el cadalso Margarita Clitheroe fueron: «Este camino al cielo es tan corto como cualquier otro».    Margarita Ward entregó también la vida por haber llevado en una cesta la cuerda con la que pudo escapar de la cárcel el padre Watson. Y así, tantos y tantas... murieron mártires de la misa y del sacerdocio.
En la Inglaterra de hoy tan modélica y proclive a la defensa de los derechos del hombre hubo una época en la que no se respetó la libertad de conciencia de los ciudadanos y, aunque las medidas adoptadas para la represión del culto católico eran las frecuente y lastimosamente usadas en las demás naciones cuando habían de sofocar asuntos políticos, militares o religiosos que supusieran traición, pueden verse aún hoy en los archivos del Estado que las causas de aquellas muertes fue siempre religiosa bajo el disimulo de traición.
Y, después de la sentencia condenatoria, los llevaban a la horca, siempre acompañados por un pastor protestante en continua perorata para impedirles hablar con los amigos o rezar en paz





Oremos

Señor y Dios nuestro, que nos das constancia en la fe y fortaleza en la debilidad , concédenos por el ejemplo y los méritos de los santos mártires ingleses participar en la muerte y resurrección de tu Hijo para que también gocemos contigo, en compañía de tus mártires, de la plena alegría de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.





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Santo(s) del día


Mártires Ingleses
Santa Florentina
San Silverio
San Novato
San Pablo  Tomes
San Maracio
Santa Gemma Saintes
Beato Benincasa
San Adalberto Magdeburgo
San  Mathera



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Santa Florentina
«Vivió durante el siglo VII (murió en 636), en la España visigótica. Sus padres se llamaron Severiano y Túrtura y supieron educar cristianamente a sus hijos, entre los cuales se cuentan tres obispos, hermanos de la santa, que fueron Leandro, Isidoro y Fulgencio. Leandro fue arzobispo de Sevilla y una vez muertos sus padres, se encargó de formar a sus hermanos menores: Isidoro, que lo sucedió en la sede sevillana, y fue la gran lumbrera de la España de esa época; y Fulgencio, que fue obispo de Écija.
Todos fueron declarados Santos por la Iglesia, frutos de una familia donde reinaba el amor de Cristo y el don del Espíritu que conocemos como «temor de Dios», así como el trabajo arduo y animoso, y la formación espiritual. Florentina consagró su virginidad en el monasterio sevillano de Santa María del Valle, en Écija, donde llegó a ser abadesa y ejemplo y consejo para otros monasterios, en especial bajo los consejos del «tratado» que su hermano san Leandro le dio. Le aconseja allí, entre otras cosas, que sea "servicial con las hermanas que viven con ella y que procure no hacer sufrir a ninguna"; que "debe procurar leer y orar continuamente", y que "si vive la vida comunitaria, su vida se parecerá a la de los Apóstoles".
Y le brinda un consejo de oro, para ella, que era superiora, y que bien puede aplicarse a todo aquel que detente una autoridad como servicio: "Que sea discreta, prudente, para saber lo que debe conceder y negar según las necesidades de cada una". Crecer en la virtud para pasar de habitantes a ciudadanos Como conclusión de su homilía, monseñor Sarlinga dijo que, siendo esta festividad la que dio origen a la celebración de la ciudad de Campana, nos tiene que ayudar a crecer en una virtud no siempre practicada: la piedad, la cual, aclaró, no significa «lástima» sino que tiene el sentido antiguo de la «pietas», el amor y veneración por lo que es nuestro, por lo que nos dio origen, por lo que nos cobija, protege, contiene, por el ámbito de Iglesia y de ciudadanía en que vivimos".
Tiene que ver con "el cuarto mandamiento" y con el mencionado don del "temor de Dios". Así, exhortó, esta Festividad nos ayudará también a querer más a nuestra ciudad, saber colaborar al bien común, poner todas nuestras fuerzas para construir la comunidad según dicho bien, y crecer en "conciencia y amistad cívicas" que nos permitirá pasar "de meros habitantes" a "verdaderos ciudadanos", según el decir de la Comisión episcopal de Pastoral social.






Himno

Desde el fondo inmortal de la gloria de tu pueblo recibe los votos, son tus hijos que llegan devotos, con sus cantos de triunfo y amor.

Oh Santa Florentina nuestra abogada luz muy brillante de nuestra fe ruega ferviente para que tus hijos de amor  ardiente lleguen a Dios.

Tu manto extiende sobre este pueblo porque desea tu protecciòn con tu guìa su intercesora y cada dìa ruega al Señor







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