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FEBRERO 18 2.013
SANTA BERNARDETTA SOUBIROUS VERGINE / A
Santa Bernardette
nació el 7 de enero, de 1844 en el pequeño pueblo de Lourdes, en las hermosas
montañas de los Pirineos franceses. En su bautismo le pusieron el nombre de
Marie-Bernard, pero desde pequeña la llamaban por el diminutivo
"Bernardette".
Su padre Francisco era un hombre honesto y recto
pero no muy capaz en los negocios. Trabajó como molinero para los Casterot, una
familia acomodada. Vivía con su familia en el molino de Boly. Su madre, Luisa
Casterot, se casó a los 16 años. Se pensaba que así su futuro estaría asegurado
pero las cosas no resultaron de esa manera. Cuando los clientes venían a moler
su trigo, la joven pareja les servía una comida completa. Esto podía hacerse
en tiempos de abundancia, pero llegó a hacer crisis en tiempos de
estrechez.
Las deudas forzaron a los Soubirous a dejar el
molino y albergarse en una celda, propiedad de un primo de Francisco, que había
sido parte de una prisión. En un solo cuarto vivían los seis, el padre, la madre
y los cuatro hijos. Los mayores eran las mujeres, Bernardette la primera,
después de ella venía Toinette (dos años y medio más joven), y luego los dos
varones, Jean-Marie y Justin. Para conseguir el escaso pan para los niños,
Francisco y Luisa tomaban todo tipo de trabajos que podían
encontrar.
Cuando nació Bernardette la familia todavía tenía
recursos. Una prueba de ello es que la niña fue confiada a una nodriza por seis
meses. La nodriza, llamada Marie Avarant y de casada Lagues, vivía en Bartres,
en el campo a 5 millas de Lourdes. Marie Lagues amamantó a Bernardette por 15
meses, desde junio de 1844 a octubre de 1845. De acuerdo con la costumbre ambas
familias quedaron muy unidas entre sí.
Las dificultades económicas de la familia Soubirous
dio oportunidad a Marie para pedir hacerse cargo de Bernardette. El pretexto fue
que le ayudase con otros niños, pero en realidad la quería para el pastoreo de
ovejas. Quedó así como una pastorcita contratada aunque sin
paga.
Al ir a Bartres le prometieron que podría
prepararse con el sacerdote del lugar para hacer su Primera Comunión. Tenía casi
14 años y era la única niña de su edad en Lourdes que no la había recibido.
Pero al ver que era muy buena en su trabajo, la obligaban a pasar más tiempo
cuidando las ovejas, lo que no le permitía asistir a las clases de catecismo.
Los dos niños de la familia donde vivía se marchaban todas las mañanas a las
clases de catecismo, mientras a ella le exigían marcharse al campo a pastorear.
Esto le dolía mucho en su corazón.
Ha surgido un interrogante sobre la inteligencia de
Bernardette. Muchos sugieren que no era inteligente. Es cierto que ella
aprendía con dificultad y hasta ella misma decía que tenía "mala cabeza",
queriendo decir que tenía poca memoria. Al habérsele negado la posibilidad de
estudiar, Bernardette, a los 13 años de edad, todavía no sabía ni leer ni
escribir. El maestro Jean Barbet, quién en una ocasión le dio clases de
catecismo, decía de ella: "Bernardette tiene dificultad en retener las palabras
del catecismo porque no puede estudiarlas, ya que no sabe leer, pero ella hace
un gran esfuerzo en comprender el sentido de las explicaciones. Aún mas, ella es
muy atenta y, especialmente, muy piadosa y modesta". Sin duda Bernardita había
sabido cultivar un gran tesoro de Dios: un corazón adornado de las mas bellas
virtudes cristianas: inocencia, amabilidad, bondad, caridad y
dulzura.
El sacerdote de Bartres, Abbé Arder, si bien se
marchó a un monasterio poco después que llegara Bernardette, en los pocos
contactos que tuvo con ella pudo captar la excelencia de su corazón. El tenía
mucha fe en las apariciones de La Salette (1846),
ocurridas once años atrás y así comparaba a Bernardette con los niños de La
Salette.
Decía: "Ella me parece una flor toda envuelta con
perfume divino. Yo le aseguro que en muchas ocasiones cuando la he visto, he
pensado en los niños de La Salette. Ciertamente, si la Santísima Virgen se le
apareció a Maximino y a Melania, lo hizo en orden a que ellos se convirtieran en
simples y piadosos como ella."
Ni la ignorancia, ni la pobreza, ni el aspecto
enfermizo de Bernardette le previnieron de apreciar en ella la simplicidad y la
piedad.
Decía el Sacerdote en una ocasión: "Mira a esta
pequeña. Cuando la Virgen Santísima quiere aparecerse en la tierra, ella escoge
niños como esta"
Sus palabras fueron proféticas ya que a los pocos
meses la Virgen se le comienza a aparecer en la gruta de Massabielle, cerca de
Lourdes.
Cuando Bernardette vio que su deseo de prepararse
para recibir la Comunión no era posible en Bartres, le pidió a María Lagues que
le permitiera ir a Lourdes donde insistió a sus padres que le concedieran
regresar a casa. Quería recibir la Primera Comunión y tendría que empezar las
clases de catecismo inmediatamente quería recibirla en 1858. Sus padres
accedieron y regresó a Lourdes el 28 de enero, de 1858, solo 14 días antes de la
primera aparición de la Virgen.
Es importante, por lo tanto, comprender la razón
por la que Bernardette se encontraba en Lourdes cuando tenía 14 años y
comenzaron las apariciones: ella buscaba con todo su corazón recibir la Santa
Comunión. Las Virgen visita a un alma muy pura llena de amor por su Hijo, un
alma dispuesta a cualquier sacrificio para llevar a cabo la obra de Dios.
Bernardette, al verse impedida de recibir la comunión, recurre a la Virgen, reza
diariamente el rosario y la Virgen le abre las puertas. La Virgen sabe que
puede confiar en ella el trascendente mensaje que desea comunicar al
mundo.
Enséñanos a creer
como Tú has
creído.
Enséñanos a amar a Dios
y a nuestros hermanos
como Tú los
has amado.
Haz que nuestro amor
hacia los demás sea
siempre
paciente, benigno y respetuoso.
¡Oh Virgen Santísima de
Lourdes,
míranos clemente en esta hora!
-Juan Pablo
II
Te pedimos Señor, que nosotros
tus siervos,
gocemos siempre de salud de alma y cuerpo;
y por la
intercesión de Santa Maria,
bajo su advocación de la Virgen de
Lourdes,
líbranos de las tristezas de este mundo,
concédenos las alegrías
del cielo,
y la gracia especial que solicitamos
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.