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San Francisco Solano
San Francisco Solano, Misionero, nació en
1549, en Montilla, Andalucía, España. Su padre era alcalde de la ciudad, y el
jovencito desde muy pequeño se caracterizó por su habilidad en poner paz entre
los que se peleaban. Estudió con los Jesuitas, pero entró a la comunidad
Franciscana porque le atraían mucho la pobreza y la vida tan sacrificada de los
religiosos de San Francisco. Los primero años de sacerdocio los dedicó a
predicar con gran provecho en el sur de España.. Es que rezaba mucho antes de
cada predicación. Primer contagio. Llegó a Andalucía la peste del tifo negro
y Francisco y su compañero Fray Buenaventura se dedicaron a atender a los
enfermos más abandonados.
Buenaventura se contagió y murió (y ahora es
santo también) luego se contagió también Francisco y creyó que ya le había
llegado la hora de partir para la eternidad, pero luego, de la manera más
inesperada, quedó curado. El rey Felipe II pidió a los franciscanos que
enviaran misioneros a Sudamérica y entonces sí fue enviado Francisco a extender
la religión por estas tierras. Fue una gran alegría para su corazón. Cuando los
marineros se desesperaban lo único que podía calmarlos era la intervención del
Padre Francisco. Lograron que un barco los llevara a la ciudad de Lima. Fray
Francisco Solano recorrió el continente americano durante 20 años predicando,
especialmente a los indios.
Pero su viaje más largo fue el que tuvo que
hacer a pie, con incontables peligros y sufrimientos, desde Lima hasta Tucumán
(Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo.- Más de 3,000 kilómetros
y sin ninguna comodidad. Sólo confiando en Dios y movido por el deseo de salvar
almas. Y le sucedió en aquel gran viaje misionero, que lograba aprender con
extraordinaria facilidad los dialectos de aquellos indios a las dos semanas de
estar con ellos. Y le entendían todos admirablemente sus sermones. Sus
compañeros misioneros se admiraban grandemente de este prodigio y lo
consideraban un verdadero milagro de Dios.
Pero lo más admirable es que las tribus de
indios, aun las más belicosas, y opuestas a los blancos, recibían los sermones
del santo con una docilidad y un provecho que parecían increíbles. Un Jueves
Santo estando el santo predicando en La Rioja (Argentina) llegó la voz de que se
acercaban millares de indios salvajes a atacar la población. El peligro era
sumamente grande, todos se dispusieron a la defensa, pero Fray Francisco salió
con su crucifijo en la mano y se colocó frente a los guerreros atacantes y de
tal manera les habló (logrando que lo entendieran muy bien en su propio idioma)
que los aborígenes desistieron del ataque y poco después aceptaron ser
evangelizados y bautizados en la religión católica. El Padre Solano tenía una
hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra. Y en los sitios que
visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres
canciones.
Un día llegó a un convento donde los
religiosos eran demasiado serios y recordando el espíritu de San Francisco de
Asís que era vivir siempre interior y exteriormente alegres, se puso a cantarles
y hasta a danzar tan jocosamente que aquellos frailes terminaron todos cantando,
riendo y hasta bailando en honor del Señor Dios. San Francisco Solano misionó
por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata,
Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie. Un día en el pueblo llamado San
Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del corral y empezó a
cornear sin compasión por las calles. Se le acercó a Fray Francisco y le lamía
las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral. Por orden de sus
superiores, los últimos años los pasó Fray Francisco en la ciudad de Lima
predicando y convirtiendo pecadores.
Entraba a las casas de juegos y hacía
suspender aquellos vicios y llevaba a los jugadores a los templos. En los
teatros, en plena función inmoral hacía suspender la representación y echaba un
fogoso sermón desde el escenario, haciendo llorar y arrepentirse a muchos
pecadores. En plena plaza predicaba al pueblo anunciando terribles castigos de
Dios si seguían cometiendo tantos pecados y esto conseguía muchas
conversiones. En mayo de 1610 empezó a sentirse muy débil. Los médicos que lo
atendían se admiraban de su paciencia y santidad. El 14 de julio, una bandada de
pajaritos entró cantando a su habitación y el Padre Francisco exclamó: "Que Dios
sea glorificado", y expiró. Desde lejos las gentes vieron una rara
iluminación en esa habitación durante toda la noche.
Oremos
Dios y Señor nuestro, que con tu amor hacia
los hombres quisiste que San Francisco Solano anunciara a los pueblos la riqueza
insondable que es Cristo, concédenos, por su intercesión, crecer en el
conocimiento del misterio de Cristo y vivir siempre según las enseñanzas del
Evangelio, fructificando con toda clase de buenas obras. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
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Santo(s) del día
San Francisco Solano
Beato Andrés Hibernón,
Beata Savina Petrilli
San Ricardo Pampuri
Beata María de la Encarnación
San Murialdo
San Apolonio Roma
San Eleuterio Mesina
San Corebo
San Calócero
San Perfecto
San Galdino
San Amideo
San Plácido
Beato Juan Epiro
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