Sábado 20 Octubre 2012
San Pedro de Alcántara
Famoso por sus terribles penitencias, nació en 1499 en la
comunidad española de Alcántara. Su padre era gobernador de la región y su
madre era de muy buena familia. Ambos se distinguían por su gran piedad y su
excelente comportamiento. Estando estudiando en la universidad de Salamanca, el
santo se entusiasmó por la vida de los franciscanos debido a que los
consideraba personas muy desprendidas de lo material y muy dedicadas a la vida
espiritual. Pidió ser admitido como franciscano y eligió para irse a vivir al
convento donde estaban los religiosos más observantes y estrictos de esa
comunidad.
En el noviciado lo pusieron de portero, hortelano,
barrendero y cocinero. Pero en este último oficio sufría frecuentes regaños por
ser bastante distraído. Llegó a mortificarse tan ásperamente en el comer y el
beber que perdió el sentido del gusto y así todos los alimentos le sabían
igual. Dormía sobre un duro cuero en el puro suelo. Pasaba horas y horas de
rodillas, y si el cansancio le llegaba, apoyaba la cabeza sobre un clavo en la
pared y así dormía unos minutos, arrodillado. Pasaba noches enteras sin dormir
ni un minuto, rezando y meditando. Por eso ha sido elegido protector de los
celadores y guardias nocturnos.
Con el tiempo fue disminuyendo estas terribles
mortificaciones porque vio que le arruinaban su salud. Fue nombrado superior de
varios conventos y siempre era un modelo para todos sus súbditos en cuanto al
cumplimiento exacto de los reglamentos de la comunidad. Pero el trabajo en el
cual más éxitos obtenía era el de la predicación. Dios le había dado la gracia
de conmover a los oyentes, y muchas veces bastaba su sola presencia para que
muchos empezaran a dejar su vida llena de vicios y comenzaran una vida
virtuosa. Prefería siempre los auditorios de gente pobre, porque le parecía que
eran los que más voluntad tenían de convertirse.
Pidió a sus superiores que lo enviaran al convento más
solitario que tuviera la comunidad. Lo mandaron al convento de Lapa, en
terrenos deshabitados, y allá compuso un hermoso libro acerca de la oración,
que fue sumamente estimado por Santa Teresa y San Francisco de Sales, y ha sido
traducido a muchos idiomas.
Deseando San Pedro de Alcántara que los religiosos fueran
más mortificados y se dedicaran por más tiempo a la oración y la meditación,
fundó una nueva rama de franciscanos, llamados de "estricta
observancia". El Sumo Pontífice aprobó dicha congregación y pronto hubo en
muchos sitios, conventos dedicados a llevar a la santidad a sus religiosos por
medio de una vida de gran penitencia.
Los últimos años de su vida los dedicó a ayudar a Santa
Teresa a la fundación de la comunidad de Hermanas Carmelitas que ella había
fundado, logrando muchos éxitos en la extensión de la comunidad carmelita.
oremos
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