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miércoles 04 Febrero 2015
Miércoles de la cuarta semana del
tiempo ordinario
Evangelio según San
Marcos 6,1-6.
Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido
de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo
escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué
sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan
por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de
Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús
era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su
familia y en su casa".
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos,
imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los
alrededores, enseñando a la gente.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de
Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta encíclica “Laborem exercens”, §
26
«¿No es éste el carpintero?»
La verdad de que el hombre con su trabajo participa en la obra de Dios, su
Creador, ha sido particularmente puesta en relieve por Jesucristo, de quien
muchos de sus primeros oyentes de Nazaret «se preguntaban asombrados: ¿De dónde
saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ... ¿No es éste el
carpintero?»
En efecto, Jesús proclamaba y, sobre todo, ponía por obra el evangelio que le
había sido confiado, las palabras de la eterna Sabiduría. Por esta razón, se
trataba verdaderamente del «evangelio del trabajo», porque el mismo que lo
proclamaba era un trabajador, un artesano como José de Nazaret. Aunque no
encontremos en las palabras de Cristo el mandato particular de trabajar – sino
más bien, una vez, la prohibición de preocuparse de manera excesiva del trabajo
y de los medios de subsistencia (Mt 6, 25-34)- su vida es, a este respecto,
suficientemente elocuente: él pertenece al mundo del trabajo, aprecia y respeta
el trabajo del hombre. Incluso se puede decir más: mira con amor el trabajo y
sus diversas expresiones, viendo en cada una manera particular de manifestar la
semejanza del hombre con Dios Creador y Padre.
¿Acaso no es él mismo quien ha dicho: «Mi Padre es el viñador» (Jn
15,1)?... En las parábolas sobre el Reino de Dios, Jesucristo se refiere
constantemente al trabajo: al del pastor, del agricultor, del médico, del
sembrador, del amo de la casa, del servidor, del intendente, del pescador, del
mercader, del obrero. Habla también de los diversos trabajos de las mujeres.
Presenta al apostolado semejante al trabajo manual de los segadores o de los
pescadores... [He aquí] el grande, aunque discreto, evangelio del trabajo que
encontramos en la vida de Cristo y en sus parábolas, en lo que Jesús «ha hecho
y enseñado» (Hech 1,1).
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