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San Pantaleón | |
San
Pantaléon
Sus colegas celosos lo acusaron al emperador durante la persecución de Diocletian. El emperador deseaba salvarlo e intento persuadirlo a que renuncie a su fe. Sin embargo, Pantaleón confeso abiertamente su fe, y como prueba de que Cristo es el verdadero Dios, curó a un paralítico. A pesar de esto, fue condenado a muerte por el emperador quien miró el milagro como un acto de magia. Según la leyenda, la carne de Pantaleón fue primero quemada con antorchas; Cristo se le apareció ante todos en forma de Hermolaus, para consolidar y curar a Pantaleón. Las antorchas fueron extinguidas. Luego de esto, cuando un baño de plomo liquido fue preparado, Cristo en la misma forma caminó en la caldera con él, el fuego se extinguió y el plomo se convirtió en frió. Luego fue lanzado al mar, pero la piedra amarrada a su cuerpo con la cual fue lanzado flotaba. Lo lanzaron a las bestias salvajes, pero estas aduladas sobre él y no podía ser forzado lejos, hasta que él las bendijo. Pantaleón fue atado a la rueda, pero la soga hizo presión, y la rueda se rompió. Hubo intento de decapitarlo, pero la espada se dobló, y los ejecutores se convirtieron. Pantaleón imploro al cielo para que los perdonen, por lo cual él recibió el nombre de Panteleemon(el todo-compasivo). Era imposible hasta que él mismo decidió que era posible decapitarlo. Las vidas que contienen estas características legendarias son todas tarde en fecha y sin valor. Con todo el hecho del martirio, por si mismo parece probar por veneración, por lo cual es un testimonio temprano, entre otros de Theodoret (Graecarum affectionum curatio, Sermo VIII, "De martyribus", en Migne, P. G., LXXXIII 1033) Procopius de Caesarea (De aedificiis Justiniani I, ix; V, ix) y el "Martyrologium Hieronymianum" (Acta SS., Nov., II, 1, 97). Pantaleón es venerado en el Este como un gran mártir y un maravilloso trabajador. En los años medios fue visto como un patrón santo de físicos y parteras, y se convirtió en uno de los catorce guardias mártires. A partir de épocas tempranas, una fuente fiable afirma que un poco de su sangre se conserva en Constantinopla. En la fiesta del santo se dice que la sangre se convierte en liquido y burbujeante. Reliquias del Santo son encontradas en San Denis en Paris; Su cabeza se venerada en Lyons. El Santo se celebra el 27 de julio y el 18 de febrero. Oremos Confesamos, Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti nadie es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de San Pantaléon venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. |
Santos Joaquín y Ana | |
San
Joaquín y Santa Ana
Padres de la Virgen María Una antigua tradición, datada ya en el siglo II,
atribuye los nombres de Joaquín y Ana a los padres de la Virgen María. El culto aparece para Santa Ana ya en el siglo VI y para San Joaquín un poco más tarde. La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural al cariño y veneración que los cristianos demostraron siempre a la Madre de Dios. San Juan Damasceno: «Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la creación entera os es deudora; por vosotros ofreció ella al Creador el don más excelente entre todos los dones: una madre venerable, la única digna de Aquel que la creó». |
Santiago Apóstol | |
Santiago Apóstol Santiago, Apóstol (s. I ) Hijo de Zebedeo, hermano de Juan y del grupo de los Doce. Natural de Betsaida. Presenció los principales milagros realizados por el Señor. Su acción apostólica inicada en Judea llegó hasta los confines de Occidente. Vuelto a Palestina murió mártir por orden de Herodes en el año 44. Sus restos fueron trasladados a España a la ciudad que lleva su nombre, siendo su tumba uno de los puntos principales de peregrinación de toda la cristiandad. Epístola del Apóstol Santiago (análisis) La carta de Santiago es la primera entre las siete Epístolas Católicas, llamadas así porque no tienen gneralmente destinatario especial y se dirigen universalmente a toda la cristiandad. San Jerónimo las caracteriza como sigue: «... Son tan ricas en misterios como sucintas, tan breves como largas: breves en palabras y largas en sentencias. De modo que habrá pocos que al leerlas no tropiecen con algunos lugares obscuros....» El autor, que se da a si mismo el nombre de «Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo», es el apóstol Santiago el Menor, hijo de Alfeo y de Cleofás (Mat. 10, 3) y de María (Mat. 27, 56), hermana es decir, pariente, de la Santísima Virgen. Por su parentesco con Jesucristo, Santiago a veces es llamado hermano del Señor (Gál. 1, 19); cfr. Mat. 13, 55 y Mar. 6, 3 ). Tiene también el honor de ser contado entre las columnas, o Apóstoles que gozaban de mayor prestigio en la Iglesia (Gál. 2, 9 ). Por la santidad de su vida ejercía grandísima influencia, especialmente sobre los judíos, pues entre ellos ejerció el ministerio como Obispo de Jerusalén. Murió martir el año 44. Escribió la carta no mucho antes de padecer el martirio, y con el motivo de fortalecer a los cristianos, convertidos del judaísmo, que a causa de la persecución estaban en peligro de perder la fe y entregarse a una vida desenfrenada. Dirígese, por tanto, a « las doces tribus que viven dispersas «, esto es, a todos los hebreo-cristianos dentro y fuera de Palestina ( cfr. Rom. 10, 18 ). El estilo es conciso, sentencioso y rico en imágenes, desarrolladas en un ambiente de espiritualidad. Por ser un documento apóstolico del amor a los pobres y explotados, esta carta se llama con toda razón el Evangelio social. Oremos Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que Santiago fuera el primero de entre los apóstoles en derramar su sangre por la predicación del Evangelio, fortalece a tu Iglesia con el testimonio de su martirio y confórtala con su valiosa protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. |
San Charbel | |
San Charbel Makhluf Nombre libanés de etimología desconocida (1820-1898) Presbítero. Nació en Biqa Kafra, población cercana a Beirut, Líbano; fue bautizado con el nombre árabe de Youssef, en español, José (del hebreo, "Dios acrecentará"). Su padre murió en 1831 y su madre, Brígida, contrajo nuevas nupcias en 1833 con Lahhoud Ibraim, quien trató a los hijos de Brígida con amor excepcional. Lahhoud cursó estudios teológicos y recibió el diaconado. Youssef cursó sus estudios en la escuela parroquial de. Biqa Kafra. Desde pequeño mostró su preferencia por acercarse a Dios en la soledad y el silencio del campo, cuando cuidaba del rebaño familiar. A menudo se retiraba a una gruta para rezar. Su devoción a María Santísima fue célebre. Pese a la insistencia de sus familiares, el joven Youssef ya definía su vocación sacerdotal y la castidad como ofrenda de pureza al Señor. En 1851, sin avisar a sus familiares, se encamina al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouq, donde profesa en la vida monástica adoptando el nombre de Charbel, en honor a un santo monje maronita del siglo IV. Continúa sus estudios sacerdotales en el monasterio de San Marón, en Annaya. Cursa estudios de filosofía y teología en el convento de San Cipriano en Kfifan, al norte de Líbano (1853-1859); siempre destaca por su recogimiento y humildad. Tuvo como maestro al sacerdote maronita san Nematallah Al Hardini (14 de diciembre), conocido como el Santo de Kfifan. Recibe la ordenación sacerdotal en 1859, en la residencia de la sede patriarcal de Bkerke, Monte Líbano. Ejerce su ministerio en el monasterio de Annaya, donde sólo vive dieciséis años, ya que solicita a sus superiores permiso para retirarse a la vida eremítica; al aceptar su propuesta, ingresa en la ermita de San Pedro y San Pablo, cercana al monasterio. Se distingue por su proverbial silencio, su dedicación al estudio de las Sagradas Escrituras, su fervor al rezar y su amor al Santísimo Sacramento y a María. En su celda reinaba el espíritu de pobreza: un cántaro con agua, una piedra como silla, por cama el suelo sobre una piel de cabra y una tabla por almohada en donde dormía a lo sumo tres horas. Vestía gastado hábito, aun en invierno. En el convento trabajaba en los viñedos y en las más humildes tareas. Manifestó el don de conocer conciencias, recordando a los fieles sus pecados. Entregó su alma al Creador en el citado monasterio. En su sepulcro, su cuerpo permanece incorrupto, sin la rigidez habitual, y ocurren prodigios de luz. Canonizado en 1977 por Pablo VI (1963-1978). Primer santo oriental desde el siglo XIII. Llamado "el último de los grandes ermitaños". Iconografía: con el hábito de los sacerdotes maronitas y la cabeza baja, símbolo de humildad. Oremos Señor te pedimos que nos concedas el espíritu de oración, humildad y penitencia que concediste al monje libanés san Charbel Makhluf, para que te sirvamos con ferviente corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén -------------------------------------------------------------------------------------- |
Santa Brígida de Suecia | ||
La Pasión: centro de su
vida
A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. A los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que la impresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras: "Mira en qué estado estoy, hija mía." "¿Quién os ha hecho eso, Señor?", preguntó la niña. Y Cristo respondió: "Los que me desprecian y se burlan de mi amor." Esa visión dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.
MatrimonioAntes de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió
veintiocho años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas,
una de las cuales es venerada con el nombre de Santa
Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida llevó la vida de
la época, como una señora feudal, en las posesiones
de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que cultivaba
la amistad de los hombres sabios y virtuosos.
En la
Corte
Hacia el año 1335, la santa fue llamada a la corte del joven rey Magno II para ser la principal dama de honor de la reina Blanca de Namur. Pronto comprendió Brígida que sus responsabilidades en la corte no se limitaban al estricto cumplimiento de su oficio. Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar las cualidades de la reina y por rodear a ambos soberanos de buenas influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no consiguió mejorar su conducta, pues no la tomaban en serio.
Las VisionesLa santa empezó tener por
entonces las visiones que habían de hacerla famosa. Estas versaban sobre las más
diversas materias, desde la necesidad de lavarse, hasta los términos del tratado
de paz entre Francia e Inglaterra. "Si
el rey de Inglaterra no firma la paz -decía-- no tendrá éxito en ninguna de sus empresas y acabará por salir del
reino y dejar a sus hijos en la tribulación y la angustia." Pero tales
visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes
solían preguntar con ironía: "¿Qué soñó Doña Brígida anoche?"
Problemas familiares y
peregrinacionesPor
otra parte, la santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija mayor se
había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida llamaba "el Bandolero"
y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por esa pérdida la santa hizo una
peregrinación al santuario de San Olaf de Noruega, en
Trondhjem. A su regreso, fortalecida por las oraciones, intentó con más ahinco que nunca volver al buen camino a sus
soberanos. Como no lo lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e
hizo una peregrinación a Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje, Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos
sacramentos ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba
fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo
un sueño en el que San Dionisio le reveló que no moriría. A
raíz de la curación de Ulf, ambos esposos prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.
Viuda, vida religiosa, aumentan las
visionesSegún
parece, Ulf murió en 1344 en el monasterio cisterciense de
Alvastra, antes de poner por obra su propósito. Santa
Brígida se quedó en Alvastra cuatro años apartada del mundo y
dedicada a la penitencia. Desde entonces, abandonó
los vestidos lujosos, solo usaba lino para el velo y vestía una burda túnica ceñida con
una cuerda anudada. Las visiones y revelaciones se hicieron tan insistentes, que la santa se alarmó, temiendo ser víctima de ilusiones del
demonio o de su propia imaginación. Pero en una visión que se
repitió tres veces, se le ordenó que se pusiese bajo la dirección del
maestre Matías, un canónigo muy sabio
y experimentado de Linkoping, quien le declaró que sus
visiones procedían de Dios. Desde entonces hasta su muerte, Santa Brígida
comunicó todas sus visiones al prior de Alvastra, llamado Pedro, quien las
consignó por escrito en latín. Ese período culminó con una visión en la que el
Señor ordenó a la santa que fuese a la corte para amenazar
al rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida, sin excluir de las
amenazas a la reina y a los nobles. Magno se enmendó algún
tiempo y dotó liberalmente el monasterio que la santa había fundado en Vadstena,
impulsada por otra visión.
En Vadstena había sesenta
religiosas. En un edificio contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los
doce apóstoles y de San Pablo), cuatro diáconos (que
representaban a los doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos.
En conjunto había ochenta y cinco personas. Santa Brígida redactó las
constituciones; según se dice, se las dictó el Salvador en una visión. Pero ni Bonifacio IX
con la bula de canonización, ni Martín V, que ratificó los privilegios de la abadía de Sión y confirmó la
canonización, mencionan ese hecho y sólo hablan de la
aprobación de la regla por la Santa Sede, sin hacer referencia a ninguna
revelación privada.
En la fundación de Santa Brígida, lo mismo que en
la orden de Fontevrault, los hombres estaban sujetos a la
abadesa en lo temporal, pero en lo espiritual, las mujeres estaban sujetas al
superior de los monjes. La razón de ello es que la orden había sido fundada
principalmente para las mujeres y los
hombres sólo eran admitidos en ella para asegurar los ministerios espirituales.
Los conventos de hombres y mujeres estaban separados por una
clausura inviolable; tanto unos como las otras, asistían a los oficios en
la misma iglesia, pero las religiosas se hallaban en una
galería superior, de suerte que ni
siquiera podían verse unos a otros.
El monasterio de Vadstena fue
el principal centro literario de Suecia en el siglo
XV. A raíz de una visión; Santa Brígida escribió una carta
muy enérgica a Clemente VI, urgiéndole
a partir de Aviñón a Roma y establecer la paz entre Eduardo
III de Inglaterra y Felipe IV de
Francia. El Papa se negó a partir de Aviñón pero, en cambio envió a Hemming,
obispo de Abo, a la corte del rey Felipe, aunque la
misión no tuvo éxito. Entre tanto, el rey Magno, que
apreciaba más las oraciones que los consejos de Santa Brígida, trató de hacerla intervenir en una cruzada
contra los paganos letones y estonios.
Pero en realidad se trataba de una expedición de pillaje.
La santa no se dejó engañar y trató de disuadir al monarca.
Con ello perdió el favor de la corte, pero no
le faltó el amor del pueblo, por cuyo bienestar se
preocupaba sinceramente durante sus múltiples viajes por
Suecia.
En Roma e
ItaliaHabía todavía en el país muchos paganos, y Sarta Brígida ilustraba con milagros la predicación de sus capellanes. En 1349, a pesar de que la "muerte negra" hacía
estragos en toda Europa,
Brígida decidió ir a Roma con motivo del jubileo de 1350. Acompañada de su
confesor, Pedro de Skeninge y otros, se embarcó en Stralsund, en medio
de las lágrimas del pueblo, que no
había de volver a verla. En efecto, la santa se estableció en Roma, donde se ocupó
de los pobres de la ciudad, en la
espera de la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna. Asistía diariamente a misa a las cinco de la mañana, se confesaba todos los días y comulgaba varias veces por semana (según era
permitido en aquella época). El brillo de su virtud
contrastaba con la corrupción de costumbres que
reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el vicio era
cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo único que interesaba al pueblo
era escapar de sus opresores. La austeridad de la santa, su
devoción a los santuarios, su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su entrega total al cuidado de
los pobres y los enfermos, le ganaron
el cariño de muchos. Santa Brígida atendía con particular
esmero a sus compatriotas y cada día daba de comer a los peregrinos suecos en
su casa que estaba situada en las cercanías de San Lorenzo
in Damaso.
Pero su ministerio apostólico no se reducía a la
práctica de las buenas obras ni a exhortar a los pobres y a
los humildes. En cierta ocasión, fue al gran monasterio de
Farfa para reprender al abad, "un hombre mundano que no se
preocupaba absolutamente por las almas". Hay que decir que, probablemente, la
reprensión de la santa no produjo efecto. Más éxito tuvo su
celo por la reforma de otro convento de Bolonia. Allí se
hallaba Brígida cuando fue a reunirse
con ella su hija, Santa Catalina, quien se quedó a su lado y, fue su fiel
colaboradora hasta el fin de su vida. Dos de las iglesias
romanas más relacionadas con nuestra santa son la de San Pablo extramuros y la de
San Francisco de Ripa. En la primera se conserva todavía el
bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante el que Brígida
acostumbraba orar y que le respondió más de una vez; en la segunda
iglesia se le apareció San Francisco y le dijo: "Ven a
beber conmigo en mi celda". La santa
interpretó aquellas palabras como una invitación para ir a Asís. Visitó la ciudad y de allí
partió en peregrinación por los principales santuarios de Italia, durante dos años.
Profecías y
revelacionesLas profecías y revelaciones Santa
Brígida se referían a las cuestiones
mas candentes de su época. Predijo,
por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían amistosamente en
Roma. Al poco tiempo así lo hicieron (El Papa
Beato Urbano V y Carlos IV, en
1368). La profecía de que los partidos en que estaba dividida
la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían
por sus crímenes, disminuyeron un tanto la
popularidad de la santa y aun le atrajeron persecuciones.
Brígida fue arrojada de su casa y tuvo que ir
con su hija a pedir limosna al convento de las Clarisas.Por otra
parte, ni siquiera el Papa escapaba a
sus severas admoniciones proféticas.
El gozo que experimentó la santa con
la llegada de Urbano a Roma fue de corta duración, pues el Pontífice se
retiró poco después a Viterbo, luego a Montesfiascone y aun se
rumoró que se disponía a volver a Aviñón.
Al regresar de una peregrinación,
a Amalfi,
Brígida tuvo una visión en la que Nuestro Señor la
envió a avisar al Papa que se acercaba la hora de su muerte, a fin
de que diese su aprobación a la regla del convento de Vadstena. Brígida
había ya sometido la regla a la
aprobación de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había
dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone
montada en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación y la regla de Santa Brígida, que completó con la regla de San Agustín. Cuatro
meses más tarde, murió el Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor,
Gregorio XI, que estaba en Aviñón,
conminándole a trasladase a Roma.
Así lo hizo el Pontífice cuatro años
después de la muerte de la santa.
En 1371,
a raíz de otra visión, Santa Brígida emprendió una peregrinación a los Santos Lugares, acompañada de su hija
Catalina, de sus hijos Carlos y Bingerio, de Alfonso de Vadaterra y otros personajes. Ese fue el último de sus viajes. La
expedición comenzó mal, ya que en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana
I, cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de
Carlos vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba en
España; ésta quería contraer matrimonio con él y la
perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre, horrorizada
ante tal posibilidad, intensificó sus oraciones. Dios resolvió la dificultad del modo más inesperado y trágico,
pues Carlos enfermó de una fiebre maligna y murió
dos semanas después en brazos de su madre. Santa Brígida
prosiguió su viaje a Palestina embargada por la más
profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de perecer ahogada durante un naufragio Sin embargo durante, la accidentada peregrinación
la santa disfrutó de grandes consolaciones espirituales y
de visiones sobre la vida del Señor.
A su vuelta de Tierra Santa,
en el otoño de 1372, se detuvo en Chipre, donde clamó contra la corrupción de la familia real y de los
habitantes de Famagusta quienes se
habían burlado de ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a Nápoles,
donde el clero de la ciudad leyó desde el púlpito las
profecías de Santa Brígida, aunque no produjeron mayor
efecto entre el pueblo.
La comitiva llegó a Roma en marzo de 1373. Brígida, que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a
debilitarse rápidamente, y falleció el 23 de julio de ese año, después de
recibir los últimos sacramentos de manos de su fiel amigo, el
Padre Pedro de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su cuerpo fue
sepultado provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in
Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y Pedro de Alvastra condujeron
triunfalmente las reliquias a Vadstena, pasando por Dalmacia, Austria, Polonia y el puerto de
Danzig.
Santa Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en
la abadía por ella fundada, fue canonizada en 1391 y es la patrona de
Suecia.
Visiones y
escritos
Uno de los aspectos más
conocidos en la vida de Santa Brígida, es el de las
múltiples visiones con que la favoreció el Señor,
especialmente las que se refieren a los sufrimientos de la
Pasión y a ciertos acontecimientos de su época. Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de Torquemada, quien fue
más tarde cardenal, examinó el libro de las revelaciones de
la santa y declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles;
pero tal aprobación encontró muchos opositores. Por lo
demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la doctrina del
libro es ortodoxa y que las revelaciones no carecen de probabilidad histórica.
El Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió a las revelaciones de Santa
Brígida en los siguientes términos: "Aunque muchas de esas revelaciones han sido
aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe divina; el crédito que merecen es puramente humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es
la que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan para que crearnos píamente en
ellas."
Santa Brígida, con gran
sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a las
autoridades eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan
extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia y
crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe
en gran parte a su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.
El libro de sus revelaciones fue publicado por
primera vez en 1492.
Las brigidinas tienen unas lecciones de maitines
tomadas de sus revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con el nombre
de "Sermo Angelicus", en recuerdo de las palabras del Señor a la santa: "Mi
ángel te comunicará las lecciones que las religiosas de tus monasterios deben
leer en maitines, y tú las escribirás tal como él te las
dicte".
Oremos Señor, Dios nuestro, que revelaste a Santa Brígida de Suecia profundos secretos celestiales en la meditación de los sufrimientos de tu Hijo, concédenos también a nosotros que, después de compartir los padecimientos de Cristo, rebosemos de gozo cuando se manifieste la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. |
San Felipe Evans | |
Etimológicamente
significa “amante de los caballos”. Viene de la lengua griega.
El encuentro asiduo con Dios relanza al creyente a aventuras insospechadas. El joven Felipe creció feliz en el seno de una familia del País de Gales. Estudió en el colegio de los jesuitas. Como su vocación la vio clara en su adolescencia, pidió entrar en la Compañía de Jesús. Su trabajo de sacerdote consistió en la predicación misionera por todo el País de Gales Meridional. Su fama se extendió en seguida por todo el pequeño país. Los propios enemigos hacían la vista gorda cuando aparecía en las iglesia predicando el Evangelio con mucha fuerza y convicción. Había un señor llamado Oates que desencadenó un persecución contra los católicos. La situación de este joven sacerdote era muy embarazosa para él y para sus muchos seguidores.
Le dijeron muchas
veces que se fuera a otra parte, a otra región. El respondía siempre con
valentía que nunca abandonaría a sus fieles, aunque lo mataran.
Un amigo lo traicionó. Entonces las autoridades lo cogieron y encerraron en una cárcel del castillo de Cardiff, capital del País de Gales. Le proponían que si prestaba juramento de fidelidad y supremacía al rey, se vería libre. Por supuesto, no aceptó alegando que su única fidelidad era al Papa. Lo sometieron a un proceso tonto y amañado. Estando en la cárcel, alegraba a todos con su canto y su arpa. Y tal día como hoy del año 1679 murió mártir por defender su fe auténtica. |
Profeta Daniel | |
Daniel a quien la Biblia cita como prototipo de santidad (EZ.14, 14 y 20) y de sabiduría (Ez. 28, 3) vivió, como Ezequiel, en Babilonia durante el cautiverio, que presenció hasta el fin, mas no fue sacerdote que adoctrinase al pueblo, como aquél, y como Jeremías en Jerusalén, sino un alto personaje en la corte del rey pagano, como fue José en Egipto y Ester y Mardoqueo en Persia; de dónde resultó de gran alivio y consuelo para los judíos en el cautiverio y en los trabajos que padecían en Babilonia. De ahí, sin duda, que la Biblia Hebrea lo colocase mas bien entre los hagiógrafos (aunque no siempre) y que el Talmud viese en él una figura del Mesías por su fidelidad en las persecuciones. Su libro, último de los cuatro profetas mayores en el orden cronológico y también por su menor extensión, reviste, sin embargo, una importancia extraordinario debido al caracter mesiánico y escatológico de sus revelaciones, "como que en él se contienen admirable y especialísimo vaticinio del estado político del mundo, y así mismo del de la Iglesia, desde su tiempo hasta la encarnación del Verbo eterno, y después, hasta la consumación del siglo, según el pensamiento de San Jerónimo" (Sio ). Precisamente por ello, el Libro de Daniel es uno de los más misteriosos del Antiguo Testamento, el primer Apocalipsis, cuya visiones quedarían en gran parte incomprensible, si no estuviéramos en el Nuevo Testamento un libro paralelo, el Apocalipsis de San Juan. Es, por lo tanto, muy provecho leer los dos juntos, para no perder ni una gota de su admirable doctrina. Algunas de las revelaciones sólo se entenderán en los últimos tiempos, dice el mismo Daniel en 10, 14; y esos tiempos bien pueden ser los que vivimos nosotros. Oriundo de una noble familia de Judá, y tal vez de sangre real, como sostienen Flavio Josefo y San Jerónimo (Cfr. 1, 3), Daniel fue llevado a Babilonia en la primera deportación, que tuvo lugar en el tercer año del rey Joakim, o sea, en 606 - 605 a.C. Siendo todavía de tierna edad, fue educado en el palacio del rey de Babilonia, dónde se distinguió de tal manera, que fue ascendido a los más altos cargos y honores. Su servicio en la corte, si bien de vez en cuando interrumpido, duró desde el comienzo del reinado de Nabucodonosor (604 - 561) hasta el tercer año de Ciro, rey de los Persas, que conquistó Babilonia el año 538. Entre los catorce y diez y seis años de edad, según el testimonio de San Ignacio mártir, obispo de Antioquía, pronunció aquella célebre sentencia en favor de Susana, mujer de Joaquín y contra los dos perversos viejos, que pretendieron oprimirla con calumnias, por haberse resistido varonilmente a condescender con sus infames deseos. Desde este lance comenzó a hacerse célebre y ganarse la admiración de todos los babilónios y judíos; y aunque no ejercitó públicamente el encargo de profeta, para predicar al pueblo y declararle en sus sagradas juntas las revelaciones de lo que DIos le hacía conocer y le inspiraba, esto, no obstante, su libro ha sido puesto en el número de los otros Profetas. El libro de Daniel se divide en dos partes principales. La primera (cap. 1 a 6) se refiere a acontecimientos relacionados principalmente con el profeta y sus compañeros, menos el cap. 2 que, como observa Nácar - Columga, es una visión profética dentro de la parte histórica. La segunda (cap. 7 a 12) contiene exclusivamente visiones proféticas. "Anuncia, en cuatro visiones notables, los destinos sucesivos de los grandes imperios paganos, contemplados, sea en ellos mismos, sea en sus relaciones con el pueblo de DIos: 1°, las cuatro bestias, que simbolizan la sucesión de las monarquías paganas y el advenimiento del reino de Dios (cap. 7); 2°, el carnero y el macho cabrío (cap. 8); 3°, las setenta semanas de años (cap. 9); 4°, las calamidades que el pueblo de Jehová deberá sufrir por parte hasta su glorioso restablecimiento (cap. 10 a 12). El orden seguido en cada una de estas dos partes es el cronológico" (Fillion). Un Apéndice de dos capítulos (13 y 14) cierra el libro, que está escrito como lo fue el de Esdras, en dos idiomas entremezclados: parte en hebreo (1, 1 a 2, 4 a; cap. 8 a 12) y parte en arameo (2, 4 b a 7, 28) y cuya traducción por los Setenta ofrece tan notable divergencia con el texto masorético, que ha sido adoptada en su lugar para la Biblia griega la de Teodoción; de la que San Jerónimo tomó los fragmentos Deuterocanónicos (3, 24 - 90 y los cap. 13 y 14) para su versión latina; el empleo de dos lenguas se explica por las diferencias de los temas y destinatarios. Los capítulos escritos en arameo, que en aquel tiempo era el idioma de los principales reinos orientales, se dirigen a éstos (véase 2, 4) mientras que los escritos en hebreo, que era el idioma sagrado de los judíos, contienen lo tocante al pueblo escogido, y en sus últimas consecuencia a nosotros. Muchos se preguntan si los sucesos históricos que sirven de marco para las visiones y profecías, han de tomarse en sentido literal e histórico, o si se trata sólo de tradiciones legendarias y creaciones de la fantasía del hagiógrafo, "que, bajo forma y apariencia de relato histórico o de visión profética, nos hubiera transmitido, inspirado por Dios, sus concepciones sobre la intervención de Dios en el gobierno de los imperios y el advenimiento de su Reino" (Prado). San Jerónimo aboga por el sentido literal e histórico, con algunas reservas respecto a los dos últimos capítulos, y su ejemplo han seguido, con pocas exepciones, todos los exégetas católicos, de modo que las dificultades que se oponen al caracter histórico de los relatos daniélicos, han de solucionarse en el campo de la historia y de la arqueología bíblicas, así como muchas de sus profecías iluminan los datos de la historia profana y se aclaran recíprocamente a la luz de otros vaticinios de ambos Testamento. También contra la autenticidad del libro de Daniel se han levantado voces que pretenden atribuirlo en su totalidad o al menos en algunos capítulos, a un autor mas reciente. Felizmente, existen no pocos argumentos en favor de la autencidad, especialmente el testimonio de Ezequiel (14, 14 ss.; 28, 3), del primer Libro de los Macabeos (1, 57) y del mismo Jesús, quién habla del profeta Daniel (Mateo, 24, 15), citando un pasaje de su libro (Daniel 9, 27). Poseemos, además, una referencia en el historiador judío Flavio Josefo, quién nos dice que el Sumo Sacerdote Jaddua mostró las profecía de Daniel a Alejandro Magno, lo que significa que éste libro debe ser anterior a la época del gran conquistador del Siglo IV, es decir, que no puede atribuirse al período de los Macabeos, como sostienen aquellos críticos. Lo mismo se deduce de la incorporación del libro de Daniel en la versión griega de los Setenta, la cual se hizo en el siglo III o II a. C. No obstante los problemas históricos planteados en éste libro divino, su profecías fueron de amplia y profunda influencia, particularmente durante las persecuciones en el tiempo de los Macabeos. "en los relatos y revelaciones de Daniel el pueblo de Jehobá poseía un documento auténtico que le prometía claramente la liberación final y gracias al Mesías" (Fillon). En ellas se encontraron los judíos perseguidos por el tirano Antíoco Epífanes el mejor consuelo y la seguridad de que, como dice el mismo Fillon, " los reinos paganos, por mas poderosos que fuesen no conseguirían destruirlo", y que, pasado el tiempo de los gentiles, vendrá el reino de Dios que el Profeta anuncia en términos tan magníficos (cfr. 2, 44; 7, 1 a 3 ss.; 9, 24 ss.). Para nosotros, los cristianos, no es menor la importancia de libro de Daniel, siendo, como es, un libro de consoladora esperanza y una llave de inapreciable valor para el Apocalipsis de San Juan. Un estudio detenido y reverente de las profecías de Daniel, nos proporcionan no solamente claros conceptos acerca de los acontecimientos del fin, sino también la fortaleza para mantenernos fieles hasta el día en que se cumpla nuestra "bienaventurada esperanza" (Tit. 2, 13 ). Como bien notan Nacar Columga, hablando de los misterios que aún rodean el libro de Daniel: "son estas dificultades de las que dice Pío XII en su encíclica Divino Afflante Spiritu, que no han sido resueltas todavía y esperan su solución de la asidua y mancomunada labor de los estudiosos." La encíclica Divino Afflante Spiritu, en efecto, orienta con respecto a casos, como el presente en que los intérpretes no han llegado a ponerse de acuerdo. Señala ante todo, Pío XII la humilde convicción de que lo que unos no entendieron puede estar reservado a que lo aclaren otros ( como Dios indica a Daniel en 12, 9 ).Y luego estimula a los estudiosos para que, con el debido espíritu de oración y respecto que corresponde a las palabras de Dios, acomentan una y otra vez decididamente el estudio de esas cuestiones, utilizando cada vez los nuevos elementos de que pueda disponerse, y sin temer las críticas, a cuyo efecto el Pontífice no vacila llamar odioso el modo de pensar, según el cual " todo lo que es nuevo es por eso mismo rechazable, o por lo menos sospechoso. Porque deben tener sobre todo ante los ojos que ... entre las muchas cosas que se proponen en los Libros Sagrados, legales, históricos, sapienciales y proféticos, sólo muy pocas cosas hay cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia, y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los Santos Padres. Quedan, pues, muchas otras, y gravísimas, en cuya discusión y explicación se puede y debe ejercer libremente la agudeza e ingenio de los intérpretes católicos" (Pío XII Encíclica Divino Afflante Spiritu, septiembre de 1943). Deduciendo, pues, la profunda enseñanza de la encíclica pontificia, vemos que esa gran humildad que ha de guiarnos en el estudio de la Palabra de DIos, no consiste en abandonar su investigación, so pretexto de incapacidad, pues esto equivaldría a guardar la mina improductiva (Lucas, 19, 20 ss.), y desentenderse " como los días de Noé y de Lot" (Lucas, 17, 26 ss.) de las divinas enseñanzas, que tanto en profecía como en doctrina nos han sido dadas bondadosamente para que " hallemos en ella la vida", es decir, para que, aun cuando no hallásemos las mismas cosas que buscamos, hallemos sin embargo otras que Dios quiera mostrarnos, de no menor utilidad para nuestra alma y la del prójimo. Es conocido el caso de un célebre y talentoso pensador inglés que, encargado por una secta anticristiana de estudiar la religión de Cristo para atacarla, halló en la Biblia lo contrario de lo que buscaba, es decir, halló la luz que lo llevó a Cristo, lo mismo que en otro tiempo sucediera al gran apologista San Justino, después de recorrer banamente, en busca de la sabiduría, todas las escuelas de la filosofía griega. Mucho de eso mismo nos sucede a todos siempre que nos dedicamos a espigar en el campo divinamente fecundo de la Sagrada Escritura, haciendo a nuestro Padre del cielo el soberano homenaje de prestar atención a lo que Él ha hablado. Como un pequeño índice para facilitar el estudio sobre la persona de Daniel, un autor presenta el siguiente: cautivo en Babilonia (cap. 1) su fidelidad (1, 6 al 16). Explica los sueños del rey (cap. 2 a 4), y la inscripción del muro (5, 17). Ministro de Darío (6 ); desobece al decreto idolátrico (6, 10); librado de los leones (6, 21). grandes visiones (cap. 7 a 12). oración (9, 3). Promesas de retorno (9, 20; 10, 10; 12, 13). Otro sumario por materias podría ser éste: 1- Introducción: la historia personal de Daniel desde la conquista de Jerusalén hasta el segundo año de Nabucodonosor (1, 21). 2- La visión de Nabucodonosor y sus efectos (2, 1 a 4, 34). 3- La historia personal de Daniel durante los reinados de Baltasar y de Darío (5, 1 a 6, 28). 4- Las visiones de Daniel (7, 1 a 12, 13). 5- La historia de Susana (13, 1-64). 6- Beel y el dragón (13, 65 a 14, 42). Daniel, anunciando acontecimientos por la mayor parte venturosos, mereció la benevolencia de todos los hombres. " Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los Apóstoles y Profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu. " Ef. 2, 19-22 |
San Aurelio Cartago | |
San Aurelio Obispo de Cartago. En aquella época la Iglesia de Africa estaba en la cumbre de su esplendor; el obispo de Cartago era a la vez primado o patriarca de Africa, es decir, uno de los prelados más importantes de la Iglesia universal. San Aurelio tuvo que hacer frente a dos herejías: las de los donatistas y la de los pelagianos. Durante los 37 años que gobernó la sede, San Aurelio convocó numerosos sínodos provinciales y concilios plenarios de los obispos africanos para resolver ésos y otros problemas. San Aurelio era íntimo amigo de San Agustín y, cuando aquél se quejó de que muchos monjes , so pretexto de vida contemplativa, eran simples holgazanes, San Agustín escribió el tratado "Sobre el trabajo de los monjes" para tratar de mejorar la situación. San Fulgencio de Ruspe, obispo africano de la siguiente generación, escribió acerca de San Aurelio, como lo hizo también el erudito español Pablo Osorio. Oremos Señor, tú que colocaste a San Aurelio en el número de los santos pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la caridad y de aquella fe que vence al mundo, haz que también nosotros, por su intercesión, perseveremos firmes en la fe y arraigados en el amor y merezcamos así participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. |
San Símaco | |||
papa. Nació en Córcega y subió al pontificado en 498. Discutida su elección durante mucho tiempo y negada su legitimidad por el emperador Anastasio, Teodorico, rey de Italia, se declaró por su validez y expulsó al antipapa Lorenzo. Uno de los primeros actos de su pontificado fue la convocación de un concilio en Roma (marzo de 499); en él se determinó que sería pontífice legítimo el que obtuviese la mayor parte de los sufragios del clero romano. Entretanto, el emperador Atanasio publicó un libelo acusando a Símaco de maniqueísmo, a pesar de que el pontífice había desterrado a muchos de éstos al Africa. San Enodio de Pavía se encargó de refutar este libelo difamatorio contra el papa, que murió en 514. Roma. |
San Arsenio Senador | |
San Arsenio Monje. Cuando el emperador Teodosio el Grande buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, un senador sumamente sabio y muy práctico en sus consejos. Durante diez años, San Arsenio vivió en el palacio del emperador educando a sus dos hijos, Arcadio y Honorio. Estando un día orando, en medio de una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse, oyó una voz que le decía: "Apártate del trato con la gente, y vete a la soledad". Entonces dispuso irse al desierto a orar y a hacer penitencia con los monjes. Cuando llegó al monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del Palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas para saber si en verdad era apto para esa vida de humillación y mortificación. Fue ahí, donde San Arsenio se hizo muy conocido por todos por sus penitencias extraordinarias. Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o frases breves que San Arsenio acostumbraba decir a la gente. Desde remotas tierras iban viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas que eran cortas pero sumamente provechosas. Entre muchas de sus enseñanzas o frases que el Santo pronunciaba están: "muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero nunca me he arrepentido de haber guardado silencio"; o "siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un pecador". Oremos Tú, Señor, que concediste a San Arsenio el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo. |
San León IV | |
Romano de nacimiento, fue creado papa en 847; monje en San Martín de Roma y elevado al sacerdocio por el papa Sergio II. Gregorio IV le nombró cardenal de los Cuatro Coronados. Rodeó de murallas el Vaticano y construyó una parte de Roma, que de su nombre se denominó Ciudad Leonina, y fortificó a Ostia y Porto. En su pontificado los sarracenos invadieron a Italia; pero no pudieron entrar en Roma. San León, al frente de un grueso ejército de romanos, los deshizo junto a Ostia, 849. En 853 reunió un concilio de sesenta y seis obispos; al fin de su pontificado reconstruyó la ciudad de Civita-Vecchia, la antigua Centum Cellae, destruida por los sarracenos, que amenazaban caer sobre Roma. Murió en 855. Los historiadores le apellidaron Mitissimus heros, el héroe suavísimo. |